Liz Truss: ¿días contados?

Siete a uno por la lechuga

Parece cuestión de horas, o de días. Quizá cuando lea esto Liz Truss ya haya dimitido. El futuro político de la primera ministra británica -una ultraliberal que presumía de ser "la próxima Márgaret Thatcher"- parece cada día más insostenible

Si hay algo que le encanta a los británicos son las apuestas. Y por eso el Daily Star -uno de los más populares y amarillos tabloides de la prensa inglesa- ha hecho una quiniela. Situando una foto de la líder de los ‘tories’ al lado de una lechuga fresca que se va marchitando un poco cada día, ha hecho esta punzante pregunta: «¿Durarán más la lechuga de 60 peniques o Liz Truss de Primera ministra?». De momento las apuestas dan favorita a la lechuga, siete a uno.

No lleva un mes en el cargo y ya muchos -incluido gran parte de su propio Partido Conservador- la consideran un cadáver político. La primera ministra británica, Liz Truss, elegida en primarias tras el escándalo que acabó con Boris Johnson, ha tenido que renunciar a una política económica tan ciegamente «neoliberal» (con una bajada radical de impuestos) que ha causado una crisis en los mercados de deuda, obligando al Banco de Inglaterra a tener que intervenir para que no se desplome la economía.

Tras el amotinamiento de su propio partido, que se hunde sin remedio en las encuestas (los laboristas les sacan 35 puntos, según los últimos sondeos) y que amenazó con lanzar una moción de censura si no daba un giro de 180º, Truss ha claudicado, y lucha desesperadamente por la supervivencia. Ha soltado lastre dimitiendo a su amigo y cómplice del desastre provocado, el ministro de Economía, Kwasi Kwarteng. Y ha anunciado que mantendrá el Impuesto de Sociedades donde lo dejó Boris Johnson, en el 25%, algo que permitirá aliviar en más de 20.000 millones de euros un agujero en el déficit público que había espantado a los mercados.

Ahora, la dimisión de la ministra del Interior y el caos en el grupo parlamentario conservador han añadido un plus de tinieblas al futuro político de Liz Truss. Suella Braverman, la candidata favorita del ala dura y euroescéptica del partido tory, famosa por sus declaraciones xenófobas -siendo descendiente de emigrantes keniatas que no tuvo empacho en decir que «soñaba» con meter en un avión a todos los solicitantes de asilo y mandarlos a Ruanda- dimitía tras saberse que envió correos confidenciales del Ministerio del Interior a un destinatario erróneo.

Horas después del cese de Braverman, también ponía sobre la mesa su dimisión la jefa del grupo parlamentario, Wendy Morton, incapaz de contener la rebelión creciente de los diputados conservadores, aunque Truss la convencía finalmente para seguir en el puesto.

La convicción de que Truss no puede seguir en Downing Street se extiende entre sus propias filas, dejándola cada vez más debilitada

La crisis se agrava, día a día, y parece cuestión de horas (o de días) que la primera ministra tire la toalla. Aunque no lo reconozca, Truss ha echado a la basura todas las señas de identidad con las que compitió para hacerse con el liderazgo del Partido Conservador, y su capital político vale ahora tanto como los 60 peniques que cuesta la lechuga.

Aunque ningún estamento de los tories quiere ahora unas elecciones anticipadas que garantizarían una debacle conservadora, la convicción de que Truss no puede seguir en Downing Street se extiende entre sus propias filas, dejándola cada vez más debilitada. La sensación es que le quedan días, semanas quizá, y que seguro no llegará a Navidades. Y por eso la lechuga gana siete a uno.

One thought on “Siete a uno por la lechuga”

  • Tania de Málaga dice:

    La lechuga ganó, pero no entiendo muy bien porqué. Podría estar bien explicarlo de forma más detallada porque no me he enterado del porqué.

    Porqué por ejemplo Johnson se ha podido mantener durante tanto tiempo con escándalos varios y esta mujer no. No entiendo lo de la bajada de impuestos donde la banca ha tenido que intervenir etc. ¿Qué está pasando en Inglaterra?

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