Cine

Sidney Lumet, el profesional

50 largometrajes y 14 series de televisión, de entre las que ha cosechado un Oscar, un Globo de Oro y un Oso de Oro. Cifras que cualquier joven cineasta aspirarí­a a alcanzar algún dí­a. Sin embargo, Lumet es un director atí­pico. Huye de los focos y la fama, no encontramos ni un ápice de vanidad de artista en ninguna de sus declaraciones, y se manifiesta contrario al termino de auteur, que los teóricos de la Nouvelle Vague les otorgaban a los directores. í‰l sólo es un profesional, un trabajador que hace pelí­culas gracias a la colaboración de nutridos equipos en los que se apoya, y a los que concede todo el protagonismo. Pese a su avanzada edad, el director estreno el pasado año su última pelí­cula, «Antes de que el diablo sepa que has muerto», aclamada por la crí­tica, y la jubilación no es ni de lejos uno de sus proyectos futuros.

Corría el año 1957, Lumet era un joven realizador que trabajaba en la televisión, cuando recibió un encargo esecial. Peter Fonda había decidido ejercer de productor en la adaptación de la obra teatral 12 hombres sin piedad, que él mismo protagonizaría, y Sydney Lumet era l elegido para dirigirla. La excelente película pasaría a los anales de la historia del cine como una de las mejores operas primas, e inauguraría una carrera especializada precisamente en este cine de justicia. En ella, Fonda, en el papel de un integrante de un jurado, logra abrirles los ojos a los demás componentes del mismo y cambiar la sentencia de muerte, ya casi segura, por la absolución del acusado. Un ejemplo paradigmático de su cine. A partir de ese momento dio comienzo una larga carrera caracterizada por una productividad insólita para el vanidoso mundo de Hollywood. Pese a que algunos le acusarán de ser un cineasta irregular, su carrera esta plagada de películas memorables. Empezando por su segunda producción, Piel de Serpiente (1959), en la que confirmaba su enorme talento para la dirección, con Marlon Brando en el papel protagonista. A medida que aumenta su edad, Lumet teje historias cada vez más complejas entre policía, política, corrupción y justicia o también reducidas a la familia. La búsqueda de la justicia en un mundo salvaje es una de las constantes de su cine, aunque rechaza abiertamente la presuntuosidad de los llamados “moralistas”: “Contemporáneos aburridos y bastante desagradables, que además están equivocados y son falsos, ya que a todos nosotros nos toca vivir situaciones en la vida en las que hacemos cosas inmorales”. Katharine Hepburn, Paul Newman, Al Pacino, Richard Burton, Sean Connery y Sharon Stone. Son algunas de las estrellas que se han puesto a sus órdenes a lo largo de su dilatada carrera. Destacan otros films como su tercera película, Larga jornada hacia la noche (1962), un intenso drama con un ambiente familiar explosivo, con una madre adicta a las drogas, un padre sumido en el alcoholismo tras darse cuenta de que ha dejado de ser un actor famoso, y un hermano mayor emocionalmente inestable. En los 70 brillaron los dos dramas protagonizados por el, por aquel entonces actor emergente, Al Pacino: Serpico (1973), y Tarde de Perros (1975), en la que se abordaba el tema de la homosexualidad desde un punto de vista insólito hasta el momento. Aunque sin duda, de esta época la más recordada sea quizá la brillante adaptación que realizó de la novela Asesinato en el Orient Express (1974). Una vida de intenso trabajo dedicado al séptimo arte, que no ha decaído ni un ápice con el paso de las décadas, y que aspira a continuar mientras el destino le mantenga entre nosotros.

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