Sentencia por la agresión racista de Barcelona

Si no se barre se acumula el polvo

Las palabras «puta inmigrante, los inmigrantes deberí­ais estar muertos» y la patada en la cara que Sergi Xavier dio a la chica ecuatoriana en el vagón de los «ferrocatas» (Los Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya) en octubre del 2007, le ha costado ocho meses de cárcel (que no tendrá que cumplir), 6360 euros de indemnización y una orden de alejamiento al agresor. Sin embargo, ninguna de estas penalizaciones responden a su patente xenofobia ni a las lesiones producidas.

Ante el hecho de que la sentencia recoge sólo el delito “contra la integridad moral”, falta de maltratos y daños morales, SOS Racismo ya ha anunciado que recurrirá la sentencia orque no contempla la agravante de racismo. Según la organización, una muestra más de “la falta de concienciación social, política y judicial que existe hacia el racismo en nuestra sociedad" y de la impunidad con la que normalmente se desarrollan sucesos de este tipo que en la mayoría de casos ni se denuncian. Aunque la sentencia admite la “clara voluntad e intención directa dirigida a humillar o vilipendiar la dignidad de la víctima por ser inmigrante y mujer”, no penaliza más que la primera parte. Que se enmascare o diluya el componente xenófobo en tiempos de crisis es una demostración implícita de impunidad. Tal como argumenta SOS Racismo “si tenemos en cuenta que estamos ante una agresión con gran impacto mediático y que cuenta con testigos, nosotros nos preguntamos: ¿qué ocurrirá con todos los casos anónimos que no tienen ni el apoyo social ni el institucional? ¿Qué pasa cuando ni tan siquiera hay testigos ni imágenes?” Aunque se trate de la punta del iceberg de otros muchos casos que quedan silenciados no se trata, sin embargo, de poner el grito en el cielo de lo racista y xenófoba que es la sociedad española, cosa que no le cabe a nadie en la cabeza. Pero sí se trata de situar el problema en que si no se barre se acumula el polvo. Y más en tiempos de crisis. Existen grupos organizados, como el que recientemente vapuleó a un equipo de fútbol en Barcelona compuesto por inmigrantes, cuya actuación puede quedar enmascarada como un problema genérico de violencia, maltratos o agresiones y, por consiguiente, queden siempre ocultas sus vinculaciones a respetables grupos de poder económicos (en algunos casos ligados al deporte). Independientemente de que este chico, Sergi Xavier Martín, pertenezca o no a algún grupo neonazi, es un mal precedente no cortar por lo sano.

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