SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Sí­ a la reestructuración de la deuda

El estado de ánimo en los cuarteles generales de los dos grandes partidos políticos de nuestro país se encuentra profundamente decaído. Muy mal deben estar sus encuestas internas para que sus voceros y columnistas mediáticos se lancen en tromba a criticar sin piedad a la fuerza política emergente. Nos amenazan con las siete plagas y medias, nos tratan como niños, y siguen faltando a la verdad. Aún no se han dado cuenta de que los jóvenes, los parados, los desahuciados, los trabajadores sin cualificación de este país ya no tienen nada que perder.

Hace tiempo que sobre todos ellos cayeron las siete plagas y media. Y los únicos culpables fueron aquellos gobiernos que generaron una burbuja inmobiliaria -¿se acuerdan del “España va bien”?; y aquellos otros ejecutivos que la inflaron y no tuvieron agallas de pincharla -¿para qué pincharla si España estaba jugando en “la Champions League”? No había casi nada detrás de ese crecimiento económico, todo era una gran mentira, una inmensa burbuja inmobiliaria, la mayor de la historia, según los datos de Thomas Pykketti.

La mayoría de sus economistas, educados bajo la escuela neoclásica -bien sean monetaristas, economistas de la oferta, nuevos clásicos, o neokeynesianos-, no predijeron la actual crisis sistémica, siguen sin entender todavía el papel de la deuda en la economía, no comprenden aún la naturaleza endógena del dinero, no saben discernir lo que es una relación causa-efecto de una correlación espuria. Resulta jocoso el nuevo estudio sobre el mercado laboral del servicio de estudios del BBVA. Después de dar soporte teórico a la reforma laboral de la inefable Fátima Báñez, justificando, vía correlación espuria, la necesidad de rebaja salarial para generar empleo, se dan cuenta ahora que solo ha traído miseria. Solución, una nueva ocurrencia, la “mochila austriaca”.

PP y PSOE vuelen a coincidir

Los dos grandes partidos políticos, en clara genuflexión ante Herr Angela Merkel, aprobaron por la puerta de atrás la modificación del artículo 135 de la Constitución, e impusieron como dogma la estabilidad presupuestaria. Se pusieron de acuerdo. Ahora, de nuevo, vuelven a converger desde un punto de vista económico en un tema de vital importancia para nuestro país. Nos referimos a un posible impago y renegociación de la deuda.

Desde estas líneas venimos sosteniendo que la actual crisis sistémica de la economía española se encuadra dentro de lo que técnicamente se denomina una recesión de balances. Éste fue mi análisis desde mucho antes del comienzo de la crisis, y es y será mi diagnóstico sobre la economía patria. Lo que empezó siendo un problema de deuda privada ha acabado contaminando definitivamente a la deuda pública. Lo más terrible es que la mitad del incremento de la deuda pública se ha destinado a financiar a terceros.

Dejemos ya de mentir a los españoles. El volumen de deuda de nuestro país -privada, pública y externa- es inasumible, no se va a poder pagar. La situación actual de bajas primas de riesgo es transitoria, obedece a un ciclo de fuerte propensión al riesgo en los mercados financieros, auspiciado por una política monetaria a la medida de las gerencias bancarias, y basada en una interpretación neoconservadora de la Gran Depresión, la de Milton Friedman y la de Anna Jacobson Scwhartz. Para entenderlo, vean la evolución de la riqueza y la renta en países como Estados Unidos, España, o Reino Unido en el período 2010-2013. Simplemente inmoral.

Bajo este análisis, lo peor no ha pasado. Tal y como sostienen Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, economistas profundamente ortodoxos, en “Financial and Sovereign Debt Crises: Some Lessons Learned and Those Forgotten”, “… Las causas que han originado la actual crisis económica no solo no se han corregido sino que han empeorado. Los niveles extremos de deuda implican quiebras al estilo de los años 30. … La carga de la deuda en los países desarrollados se ha convertido en un evento extremo utilizando cualquier medida histórica y requerirán una ola de condonaciones de deuda, negociadas o no”.

Esta tesis la suscriben también, aunque referida a la deuda privada, el informe bianual del FMI del 10 de abril de 2012 que ya proponía la necesidad de reducir la deuda de las familias mediante quitas, estudiando diversas experiencias históricas – HOLC de la Gran Depresión o la islandesa-; y más recientemente, el Banco de Inglaterra,en “Household Debt and Spending”,mostraba como el canal de la deuda de las familias explica la recesión y débil recuperación de la economía británica.

Y por favor, no me argumenten que ahora los tipos de interés están bajo mínimos. Viendo los vencimientos futuros cualquier breve episodio de repunte en la prima de riesgo, y no les hablo de un evento extremo sino de una simple reversión a la media, nos lleva a una carga financiera superior a los 60.000 millones de euros anuales, totalmente inasumibles.

Impago y renegociación de la deuda

A medida que la política de austeridad se ha ido extendido, la idea de impago iba avanzando. Van de la mano. Detrás de la austeridad solo se pretendía rescatar a los acreedores de nuestro sistema bancario y a la gerencia bancaria patria contaminando la deuda soberana. Además se impuso, vía salarial y pérdida de derechos laborales, un sacrificio adicional a los trabajadores, los auténticos perdedores, con el único objetivo de mantener un euro fuerte. La única reforma estructural pasa por una reestructuración de la deuda.

Debo reconocer que es un tema tremendamente complejo. Habrá que elegir el momento apropiado. Habrá que cuantificar la deuda ilegítima. Habrá que analizar si interesa un impago a iniciativa del acreedor o, por el contrario, a iniciativa del deudor. A su vez habrá que tener en cuenta aspectos legales, pero ya les adelanto que la inmensa mayoría de la deuda soberana patria está emitida bajo legislación española, salvo una parte de la autonómica que lo está bajo legislación alemana. En este contexto resultará más fácil un impago promovido por el deudor. Además, como me sugería un seguidor de este blog, no hay que olvidarse que “habrá que contar con los más canallas para hacer frente a los más canallas” en el correspondiente proceso de negociación. Pero por favor, dejen ya de engañarnos. La reestructuración pasará, sí o sí, tarde o temprano.

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