Selección de prensa internacional (2/7/21)

Tácticas trumpistas amenazan la democracia en Perú

Steven Levitsky y Alberto Vergara

The New York Times – (23/6/21)

“Solo quiero encontrar 11.780 votos”.

Fue la frase que el expresidente Donald Trump le dijo al funcionario electoral de más alto rango en Georgia mucho después de que se hiciera claro que había perdido la reelección. Todo lo que hizo Trump para darle la vuelta a las elecciones estadounidenses de 2020 fracasó. Por desgracia, sus tácticas (…) sirven de inspiración a los políticos antidemocráticos de todo el mundo. Y en ningún lugar es más evidente que en Perú.

El 6 de junio, Perú celebró las elecciones presidenciales de segunda vuelta más polarizadas en 30 años. Se enfrentaron en la contienda Keiko Fujimori, hija del antiguo dictador Alberto Fujimori, y Pedro Castillo, un maestro provincial y líder sindical de izquierda. Al partido de Fujimori, Fuerza Popular, desde hace tiempo se le ha relacionado con prácticas corruptas y autoritarias, y el partido de Castillo, Perú Libre, es abiertamente marxista. Ambos candidatos tienen credenciales democráticas dudosas.

Fujimori planteó su campaña como una lucha contra el comunismo basada en advertencias a los electores de que Castillo convertiría a Perú en otra Venezuela (una estrategia que convenció a muchos votantes de clase media en Lima y otras ciudades costeras). Por su parte, Castillo resonó con los electores pobres de las áreas rurales que se sienten ignorados por la élite política concentrada en Lima y profundamente decepcionados por el statu quo.

Con el 100 por ciento de los votos contados, los resultados muestran que Castillo ganó por un margen minúsculo de unos 44.000 votos del total aproximado de 19 millones. El problema es que Fujimori se ha negado a aceptar la derrota, argumentando, sin fundamento alguno, que las elecciones fueron un fraude. Las autoridades electorales de Perú no han encontrado ninguna prueba de fraude y no existen motivos para dudar de su independencia. Los observadores internacionales y expertos electorales también concluyeron que las elecciones fueron limpias. A pesar de ello, el bando de Fujimori ha impulsado un movimiento equiparable a un intento de golpe electoral, que tiene a la democracia de Perú al borde del abismo.

En vez de encontrar votos a su favor, como intentó hacer Trump, Fujimori ha tratado de hacer desaparecer los votos de su contrincante. Un equipo de abogados enviados a la caza de irregularidades en los bastiones rurales de Castillo identificaron 802 registros electorales, cada uno de entre 200 y 300 votos, que quieren anular con base en pequeñas irregularidades técnicas. En total, Fujimori pretende eliminar más de 200.000 votos de su rival en sus bastiones, sustentándose en criterios dudosos sin aplicación en el resto del país.

Las acusaciones rayan en lo ridículo. Si existiera fraude sistémico, se habría descubierto el día de las elecciones. Habría requerido organización y coordinación, y no hay pruebas de que haya sido así. (…)

Estas razones no han bastado para detener a Fujimori. Acusaciones infundadas de fraude han inundado las redes sociales y se repiten sin cesar en los canales de televisión, cuya abrumadora mayoría está a su favor (…)

Fujimori ha lanzado una campaña de desinformación estilo Trump con el propósito de deslegitimar las elecciones y crear una atmósfera de temor e incertidumbre.(…) Los rumores sobre un posible golpe no son mera especulación. El pasado 16 de junio, cientos de oficiales militares retirados les enviaron a las fuerzas armadas de Perú una carta en la que declaraban, sin pruebas, que las elecciones fueron fraudulentas y exigían que los militares se abstuvieran de reconocer a Castillo como presidente.

Darle la vuelta a las elecciones sería un error garrafal. (…) Podrían desatarse manifestaciones sociales generalizadas, lo que conduciría a una crisis de gobernabilidad similar a la que sufren las naciones vecinas, Chile y Colombia. En esas circunstancias, la única opción para que Fujimori (o cualquier otra persona) lograra gobernar sería represión.

(…) Es difícil considerar a Castillo como un hombre fuerte. No tiene ni la experiencia necesaria ni una base partidista firme, y su popularidad no llega en absoluto a los niveles de la de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia o la de otros populistas que se convirtieron en autócratas. Su partido solo ostenta 37 de los 130 escaños del nuevo Congreso, que en su mayoría corresponden a políticos de centroderecha. Castillo cuenta con pocos aliados en el poder judicial y las fuerzas armadas, y una poderosa élite empresarial y gran parte de los medios de comunicación se oponen a sus posturas. Frente a tanta oposición, casi es seguro que cualquier estrategia radical fracasaría.

(…) En vez de sacrificar a la democracia en el altar del antizquierdismo, las élites de Perú deberían aprovechar los mecanismos democráticos para moderar o bloquear las propuestas más extremas de Castillo. Dada la debilidad de Castillo, no debería ser difícil.

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Cien años de gloria creados, una causa eterna para construir

Editorial del Diario del Pueblo, órgano del PCCh – (1/7/21)

El siglo pasado ha sido testigo de muchas dificultades y logros. En este momento importante en el que el nuevo viaje de construir un país socialista moderno de una manera integral comienza sin problemas, marcamos el comienzo del centenario del Partido Comunista de China (PCCh). Parados en esta coyuntura histórica crítica, mirando hacia atrás al sinuoso camino del pasado, mirando hacia el camino por delante de las luchas, estamos llenos de entusiasmo, pasión y orgullo.

El siglo pasado, de 1921 a 2021, fue testigo de logros brillantes. Desde la fundación pionera del Partido, la fundación revolucionaria de la República Popular China, la reforma y apertura trascendentales, hasta los cambios y logros históricos del Partido y del país desde el XVIII Congreso Nacional del PCCh, el PCCh se ha mantenido fiel a nuestra aspiración y misión original, unido y llevado a la gente a crear logros en el desarrollo que sorprendieron al mundo y escribieron una gran leyenda en la historia del desarrollo humano. La China socialista se ha mantenido erguida en el este del mundo, y la nación china ha dado un gran salto: se ha levantado, se ha enriquecido y se ha vuelto fuerte.

(…) De un pequeño bote rojo a un barco gigante, el CPC ha pasado por años duros y gloriosos, ha experimentado eras cambiantes y se encamina hacia un futuro brillante y magnífico. El PCCh se ha convertido en el partido gobernante marxista más grande del mundo con más de 95 millones de miembros. Ha gobernado el país socialista más grande del mundo durante más de 70 años y ha recibido el apoyo más amplio de más de 1.400 millones de chinos.

(…) Hemos logrado un milagro de rápido desarrollo económico y social partiendo de un punto de partida de absoluta pobreza. En solo unas pocas décadas, hemos completado un proceso de industrialización que a los países desarrollados les llevó cientos de años completar, convirtiéndonos en la segunda economía más grande del mundo con una fuerza nacional general significativamente mayor, fuerza científica y tecnológica, fuerza de defensa nacional, influencia cultural e influencia internacional. El pueblo chino vive ahora una vida moderadamente próspera en todos los aspectos. Ha pasado el tiempo en que la gente carecía de comida y ropa. China se ha librado por completo de la pobreza absoluta y se ha convertido en el país con la población de ingresos medios más grande del mundo. China ha creado un milagro de estabilidad social a largo plazo, ha mantenido la armonía y la estabilidad social, y permitió que su gente viviera y trabajara en paz y alegría. China ha sido reconocida por la comunidad internacional como uno de los países más seguros. Hoy, se han producido cambios sin precedentes en el Partido, el país, el pueblo, el ejército y la nación china. Ninguna fuerza puede sacudir el estado de nuestra gran patria, y ninguna fuerza puede impedir que el pueblo y la nación chinos avancen.

(…) Después de cien años de vicisitudes, los comunistas chinos todavía mantienen firmemente en mente la aspiración y la misión originales del Partido, y luchan hacia adelante en un nuevo gran viaje. (…)

(…) En los momentos más críticos de los tiempos modernos, los comunistas chinos recurrieron al marxismo-leninismo. Adaptando las teorías a las condiciones reales de China, los comunistas chinos vigorizaron la gran civilización creada por la nación durante miles de años con el poder de las verdades del marxismo. La civilización china volvió a brillar con una tremenda fuerza espiritual. Cien años después, el marxismo ha cambiado profundamente a China, mientras que China también ha enriquecido enormemente al marxismo. El PCCh defiende la unidad de la emancipación de la mente y la búsqueda de la verdad, así como la unidad de la consolidación de la tradición y la innovación, y ha abierto constantemente nuevos horizontes para el marxismo. El PCCh ha establecido el Pensamiento de Mao Zedong, la Teoría de Deng Xiaoping, la Teoría de las Tres Representaciones, Perspectiva científica sobre el desarrollo y Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era, todos los cuales brindan una guía teórica científica para el desarrollo de la causa del Partido y del pueblo.

(…) Construir una sociedad integralmente acomodada y lograr su primer objetivo del centenario es un hito en la historia de la lucha del PCCh, la historia del desarrollo de la Nueva China y la historia de la civilización china. (…) No debemos ser arrogantes y complacientes. Debemos seguir siendo modestos y prudentes, protegernos de la arrogancia y la temeridad, seguir trabajando duro y seguir adelante, y esforzarnos por lograr la meta del segundo centenario y el gran rejuvenecimiento de la nación china, y seguir haciendo nuevas y mayores contribuciones a la noble causa de la paz y el desarrollo de la humanidad.

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