En «Resgastados», dos periodistas portugueses, David Dinis y Hugo Filipe Coelho, revelan cómo fue la visita secreta de una comisión de expertos alemanes del Banco Central Europeo los que diseñaron, junto al primer ministro portugués José Sócrates, el primer plan de ajuste que abocaría en el curso de unas pocas semanas al «rescate».
En la tarde del 6 de abril de 2011, en una rueda de prensa tan urgente e improvisada que fue convocada con sólo dos horas de antelación, un desencajado José Sócrates anunciaba a los portugueses que había “decidido” solicitar la intervención de Bruselas, el BCE y el FMI. El relato de los frenéticos días y horas previos al anuncio, y la trama de presiones puestas en marcha para doblegar al primer ministro portugués y forzar la intervención no tiene desperdicio. «La defensa de la soberanía nacional es hoy el punto clave donde se decide el grado de saqueo al que estamos sometidos»
Según cuentan Dinis y Coelho, todo empezó dos meses antes, con la llegada a Lisboa en febrero de una delegación secreta del Banco Central Europeo, comandada por técnicos alemanes. Su objetivo: presionar y exigir al gobierno portugués la aprobación de un draconiano plan de ajuste, con la promesa de que ello evitaría el rescate.
El gobierno portugués debía responder, mediante ese plan, de aumentar el IVA, recortar las prestaciones por desempleo, hacer una dura reforma laboral y rebajar las pensiones, entre otras medidas de tipo similar. A cambio, la delegación secreta traía bajo el brazo el compromiso solemne de Angela Merkel de que el BCE intervendría en los mercados de deuda para aliviar la prima de riesgo portuguesa, que en aquellos momentos superaba ya ampliamente el 7%.
Sócrates cumplió su parte del pacto, y sólo un mes después, en marzo de 2011, se presentaba con su plan de ajuste bajo el brazo ante el Consejo Europeo, que daba su aprobación después de intensas negociaciones de última hora.
Pero esto no era suficiente para Berlín. Un gobierno débil como el de Sócrates, en minoría en el Parlamento y sospechoso de no ser demasiado entusiasta en la aplicación del plan no era un socio fiable desde la perspectiva germana. Había que removerlo. Y se removió.
A su regreso de Bruselas, Sócrates se encuentra con una reunión de los dirigentes de los principales bancos portugueses con el Gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, donde acuerdan comprar deuda pública lusa sólo en los siguientes 15 días. La razón: el mismo BCE que había acordado el plan de ajuste con Sócrates no se lo permite. Unos días después, el conservador Pedro Passos Coelho –en línea directa con Merkel–, líder del principal partido de la posición y actual primer ministro luso, tumba en el parlamento el plan de ajuste. El mensaje de Berlín es concluyente: el plan de ajuste es ya insuficiente, usted debe pedir el rescate ya.
Sócrates se niega y convoca elecciones anticipadas. No llegará a ellas como líder del Partido Socialista Portugués. A primera hora de la tarde del 6 de abril, su ministro de Economía, a espaldas suyas, concede una entrevista al mayor diario económico de Portugal, el Jornal de Negócios. El titular que sale de la entrevista es concluyente: “Portugal va a pedir ayuda externa”.
En sólo dos horas, Sócrates se ve obligado a convocar una rueda de prensa en la que anuncia el rescate. El cerco se ha completado, Portugal acaba de ser oficialmente intervenido. En realidad, leyendo atentamente el libro “Secuestrados”, estaba intervenido y controlado por la Troika desde bastante antes.
Lo ocurrido en el país hermano tiene valiosas enseñanzas para todos. ¿De verdad que esto sólo pasa en Portugal? ¿No está sucediendo en España algo parecido? ¿Cuántas delegaciones secretas de la Troika han visitado nuestro país desde que en mayo de 2010 Zapatero anunciara el plan de ajuste? No lo sabemos, pero una vez desvelada la experiencia portuguesa podemos imaginarlo.
Igual que podemos sacar una conclusión clara de todo esto. La defensa de la soberanía nacional es hoy el punto clave donde se decide el grado de saqueo al que estamos sometidos.