Hillary Clinton se reúne con su homólogo ruso:

«Se busca hábitat para oso»

Este martes, el mismo dí­a en que Hillary Clinton juraba su cargo, mantuvo una reunión con su homólogo ruso, Sergei Lavrov. Que la cabeza de la nueva «diplomacia inteligente» haya hecho coincidir estos dos acontecimientos es todo un signo de cómo la nueva administración precisa de la cooperación rusa y la relevancia que pasa a tener el objetivo de recomponer «una agenda positiva en sus relaciones con Rusia».

El ministerio ruso de exteriores recisó el contenido de la reunión telefónica: “En particular, discutieron sobre el refuerzo de la cooperación, incluyendo asuntos sobre el diálogo estratégico, la cooperación económica y los problemas de actualidad internacionales, como llevar la estabilidad a Afganistán”. El despertar del letargo del oso ruso ha agudizado las dificultades norteamericanas. Con la reciente y sorpresiva actuación militar en Georgia, Rusia envió el contundente mensaje a EEUU y la UE de que sus felices años de expansión sobre el espacio ex soviético han llegado a su fin. Y la dureza del Kremlin en la última crisis del gas, con Ucrania como epicentro, ha mostrado una de las debilidades estratégicas de la Europa norteamericana. Los planes de forzar a Rusia a que su única opción para no quedar aislada es la de la integración en la Europa de la UE y de la OTAN con un status especial y renunciar a su pasado imperialista, han quedado para mejor ocasión. La administración Obama deberá encontrar un hábitat adecuado para el resurgir del oso. ¿Dónde se concentran los puntos de fricción en las relaciones EEUU-Rusia? Los principales son: la expansión de la OTAN hacia el Este, la instalación del escudo antimisiles en Europa y las pretensiones norteamericanas de afianzar su dominio sobre Asia Central. Las exigencias por parte rusa son:En primer lugar, impedir la expansión de la OTAN hacia el Este. Exigiendo a la administración de Obama que cambie los planes de Bush de incluir a Ucrania y Georgia así como el compromiso de que no se instalarán fuerzas de la OTAN en los países bálticos. En segundo lugar, Moscú se opone radicalmente a que el proyecto de escudo antimisiles –promovido por Bush- incluya la instalación de misiles interceptores en Polonia y de un radar en la República Checa. En respuesta anunció la instalación de misiles tácticos Iskander en Kaliningrado, territorio ruso dentro de Polonia. Y en tercer lugar, pretenden limitar las aspiraciones norteamericanas de dominio sobre Asia Central. En pocas palabras, Rusia pretende que EEUU respete la esfera de influencia de la antigua URSS y asiente ante la región y ante los europeos que ese espacio está bajo dominio ruso. Pero Obama no está en condiciones de dar a Rusia lo que pide. Las pretensiones rusas de recuperar el control sobre el antiguo espacio soviético chocan por el sur con la estrategia norteamericana que considera vital el dominio de Asia central. Tampoco le será fácil, por el oeste, detener la dinámica de integración de Ucrania o Georgia al ámbito europeo-norteamericano. ¿Qué puede ofrecer Obama a Rusia?Obama ha anunciado ya que ofrecerá un ambicioso plan de reducción del 80% de los respectivos arsenales nucleares y prepara un tratado para conseguir que ambos países pasen de 5.000 a 1.000 cabezas nucleares cada uno; las negociaciones con el Kremlin dependerán de una oficina de no proliferación nuclear que se establecerá en la Casa Blanca. Este año expira el tratado sobre reducción de armas estratégicas (START) que negociaron EEUU y la entonces URSS en 1991 y en virtud del cual cada una de las dos superpotencias redujo sus arsenales de 10.000 a 5.000 ojivas. Moscú relaciona la reducción de armas nucleares con el escudo antimisiles. Y este puede ser un punto de negociación entre ambos países ya que según informan varios medios, Obama estaría dispuesto a revisar el plan del escudo antimisiles para facilitar las negociaciones. Aún así, no será fácil que Rusia acepte dejar de detentar el status de gran potencia nuclear que comparte en exclusiva con EEUU. Pero lo que Obama debe conseguir a cambio es aún más complicado. De entre los desafíos a los que se enfrenta su administración, el más urgente es encontrar una salida al atolladero de Irak que le permita concentrar sus esfuerzos en Afganistán. Este país, ocupa una posición clave en Asia Central, región a la que se ha desplazado en gran medida la lucha por la hegemonía sobre el continente y con él sobre el mundo. Allí entran en choque los intereses de los principales jugadores activos: EEUU más Europa, Rusia, China y La India, y existen además actores tan relevantes como el jugador regional Irán y el pivote Pakistán. El control de esta región resulta clave para contener a los potenciales rivales de la hegemonía norteamericana. De ello dependen en gran medida detener la emergencia de China, mantener bajo control el resurgir de Rusia, vigilar a La India, impedir el avance de la influencia de Irán o la desestabilización de Pakistán y asestar un duro golpe a Al Qaeda, la burguesía naciente panárabe. Los talibanes no han esperado mucho para poner a prueba a Obama. Sus militantes bombardearon un puente en Pakistán, cortando las líneas de suministro a las fuerzas de la OTAN en la vecina Afganistán. Ataque que demuestra que el suministro a través de Pakistán es extremadamente vulnerable y obliga a EEUU a considerar rutas alternativas a través de Rusia u otras partes de la antigua URSS y ahí necesita el acuerdo con Moscú. Difícilmente los países en la esfera de influencia rusa, como Kazajistán y Turkmenistán, estén de acuerdo en permitir que los Estados Unidos utilicen estas rutas sin permiso ruso. Tampoco Europa puede ayudar en este lance y Pakistán está demostrando no ser un socio fiable. Y la cuestión es ¿Cómo podrá Obama conciliar el doble objetivo de fortalecer la presencia norteamericana en Afganistán y reducir al tiempo la expansión rusa?

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