Francia y Estados Unidos discreparon hoy sobre la integración de Turquía a la Unión Europea (UE), en una rueda de prensa conjunta del presidente estadounidense Barack Obama, favorable a ese proyecto, y su par francés Nicolas Sarkozy, en el contexto de la conmemoración del 65 aniversario del desembarco aliado en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Respecto al objetivo, estamos de acuerdo, y es que Turquía pueda desempeñar cabalmente su papel de puente entre Oriente y Occidente, dijo Sarkozy en la conferencia de prensa en Caen, noroeste de Francia, antes de las celebraciones por el aniversario del desembarco aliado
Pero hay una diferencia sobre las modalidades. La osición tradicional de Estados Unidos es la integración (de Turquía a la Unión Europea) y la mía no es la integración, dijo el mandatario francés. Obama admitió que Estados Unidos no es miembro de la UE y que no puede por lo tanto dictar las modalidades que se aplican a la adhesión a esa comunidad de naciones europeas, pero esa adhesión sería importante, al señalar que Turquía ya es un aliado sumamente importante en el seno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).En abril, Obama ya había abogado por la adhesión de Turquía a la UE y Sarkozy le replicó que el tema es asunto exclusivo de los 27 miembros de esa comunidad. Luego, el mandatario estadounidense rindió homenaje a los soldados de su país que murieron en el desembarco aliado en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial, el 6 de junio de 1944.Los EEUU usan su influencia en Europa para presionar a favor de la futura admisión de Turquía en la UE y se esfuerzan en tratar a Turquía como a un estado europeo, siempre que la política interna turca no dé un giro importante en la dirección islamista. Las consultas regulares con Ankara sobre el futuro de la cuenca del mar Caspio y sobre Asia Central generaran en Turquía la sensación de pertenecer a una asociación estratégica con los EEUU.EE UU necesita de Turquía una colaboración más estrecha tanto en la retirada de Irak como en el refuerzo de Afganistán. Las tropas norteamericana, que habrán de replegarse en 11 meses del país árabe, tendrán que atravesar suelo turco, a la sazón país de la OTAN. Sin embargo es algo que les fue vetado en 2003. Aunque Ankara mantiene 800 soldados en Afganistán, el gobierno turco prohíbe que participen en acciones bélicas contra la insurgencia talibán. Todo eso es lo que trata de cambiar Obama con su visita a Turquía.Ankara está tratando de moverse con independencia de los intereses de EEUU. Su posición geoestratégica entre Asia central e Irán, por un lado, y Europa, por el otro, no agrada a Washington que trata a toda costa de mantener un embargo económico contra el país persa. Sin embargo, Turquía quiere jugar la carta de «puente energético» en su camino de adhesión a la UE, llevando a cabo importantes inversiones que la conviertan en una potencia regional. EE UU necesita una Turquía fuertemente anclada a la OTAN y a Europa. No una Turquía explorando su influencia en Asia central, estableciendo acuerdos multilaterales con Rusia y China sin el control de Washington. La incorporación de Turquía a la UE cuenta con el apoyo de EE UU desde que comenzaron las negociaciones.»Sería una manera de anclar a Turquía firmemente en Europa», ha dicho Obama. Sin embargo, varios países europeos se oponen a la idea, como Alemania y Francia, algo que ha quedado patente cuando el presidente francés, Nicolás Sarkozy, ha vuelto a exponer su opinión desfavorable.Desde diciembre de 1999, fecha en la que se le concedió el estatuto de candidato, esperaba Turquía un gesto contundente de la Unión que alentara sus aspiraciones europeístas. Ese gesto llegó en diciembre de 2002, cuando el Consejo Europeo acordó que si el país cumplía los parámetros políticos exigidos antes de diciembre de 2004, la UE accedería a iniciar «sin demora» las negociaciones de adhesión.Desde entonces, Turquía fijó el rumbo hacia los «criterios de Copenhague» -las exigencias de la UE- y se esmeró en los progresos hacia la consolidación de su democracia y de su Estado de derecho. La entrada de Turquía a la Unión Europea costaría al resto de socios comunitarios entre 16.500 millones y 27.900 millones de euros al año, entre el 0,1% y el 0,17% del PIB de la UE a 25, según un informe de impacto realizado por la Comisión Europea. Por lo que se refiere a su papel en las instituciones, la llegada de Turquía «afectaría significativamente» al reparto de escaños en la Eurocámara de los actuales Estados miembros, en particular para los países medianos y grandes, ya que no se puede superar el límite de 750 escaños. En el Consejo, Ankara tendría una voz destacada en la toma de decisiones, ya que su enorme población de 80 millones de habitantes «se reflejaría en el sistema de voto» de doble mayoría de Estados y de población por delante incluso de Alemania.La cuestión de fondo de la firme oposición del eje franco-alemana es el temor a la pérdida de cuota de poder. Con el nuevo Tratado de Lisboa, la población pasará a ser un elemento determinante para medir la importancia de cada país en la UE. La gran conquista del eje franco-alemán en el nuevo tratado, sobre todo para Alemania que es nada menos que el reconocimiento a su mayor peso tras la reunificación, se desvanecería a la luz de la bomba demográfica que representa Turquía. Alemania y Francia ante la ampliación tendrían que aportar ingentes cantidades de recursos a los fondos de cohesión, aparte de lo que ya están gastando en los planes de rescate. Eso les llevaría a un nivel de endeudamiento, en el que peligraría hasta el mismo Euro.De momento Merkel ha afirmado que hasta que el tratado de Lisboa no este aprobado no se puede hablar de ampliación y que el único país con visos cercanos a la entrada es Croacia, una economía abducida por la Alemana. Y menos hablar del ingreso de Turquía, muy recomendado por Obama, pero con el rechazo de Francia y Alemania.