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Sánchez se mira en un Portugal muy diferente a España

Pedro Sánchez viajó a Lisboa ayer para entrevistarse con Antonio Costa, el primer ministro socialista portugués que encabeza un Gobierno con el respaldo parlamentario del Bloco de Esquerda y el Partido Comunista. El lí­der socialista aprovechó la cita para insistir en dos mensajes.

Pedro Sánchez viajó a Lisboa ayer para entrevistarse con Antonio Costa, el primer ministro socialista portugués que encabeza un Gobierno con el respaldo parlamentario del Bloco de Esquerda y el Partido Comunista. El líder socialista aprovechó la cita para insistir en dos mensajes.

El primero es que el PSOE va a votar en contra de la investidura de Mariano Rajoy, para lo cual, según sus palabras, cuenta con un amplísimo respaldo del Comité Federal. Y el segundo es que va a intentar construir «una gran coalición de fuerzas progresistas que quieren el cambio en España».

Sánchez puso como ejemplo lo sucedido hace dos meses en Portugal cuando los partidos de izquierdas de la Cámara se pusieron de acuerdo para impedir que gobernara Passos Coelho, que lideraba la lista más votada, y respaldaron a Antonio Costa como primer ministro, sin entrar en el Gobierno.

Eso es lo que va a intentar Pedro Sánchez si Rajoy fracasa, según sus palabras. Preguntado si algún partido independentista como ERC entraría en esa coalición, el dirigente socialista afirmó: «Nos encontraremos en las políticas y no en las siglas».

Lo que plantea Sánchez es sencillamente inviable porque no parece imposible un acuerdo con Podemos, que ni quiere que gobierne el PSOE ni quiere formar parte de una coalición ni va a renunciar al derecho a decidir que le imponen sus socios. Los barones ya le dejaron muy claro a Sánchez que cualquier acuerdo con Pablo Iglesias pasaba por una rectificación de Podemos. Pero es que además, para que las cifras le cuadren, necesita a partidos como ERC o la nueva marca de Artur Mas, que sólo le apoyarían a cambio de concesiones que permitieran avanzar en la hoja de ruta del soberanismo.

La falacia de lo que plantea Sánchez reside en que no se puede comparar lo que ha sucedido en Portugal con la situación de España. En el vecino país, no existen partidos nacionalistas y la izquierda que apoya al Gobierno no cuestiona la unidad de país ni el modelo territorial. La fractura que existe en el Parlamento es la izquierda frente a la derecha.

Aquí existe un desafío del independentismo catalán y unos partidos antisistema que defienden el derecho de autodetermianción y quieren dinamitar las bases del Estado. Por ello, la comparación que realiza Sánchez es equivocada.

Otra diferencia es que los socialistas portugueses sacaron cuatro veces más escaños que el Bloco de Esquerdas, que se limita a apoyar desde fuera. Aquí las fuerzas entre el PSOE y Podemos están mucho más equilibradas y el segundo aspira a desplazar al primero. La cohabitación entre ambos sería muy inestable.

Desgraciadamente, Sánchez parece descartar el pacto de Estado con el PP y Ciudadanos, que sería la mejor opción para dar estabilidad política, realizar las grandes reformas pendientes y ganarse la confianza de los mercados. Pero el líder del PSOE no está por la labor y, si no cambia de posición, estamos abocados a unas nuevas elecciones generales en mayo.

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