El desguace de la flota pesquera

Salvar al pesquero Almendro

Que España es rehén de las cuotas de producción de la UE lo hemos sufrido en sectores como la ganaderí­a láctea, que a cinco años de la liberalización de las producción, es incapaz de alcanzar más del 60% de la cuota impuesta. Se ha convertido en una ironí­a hablar de imposición en esta situación.

La esca no se queda atrás. El secretario general del Mar, Juan Carlos Martín Fragueiro, afirma que en Europa "han quedado impresionados" con el esfuerzo de España para reajustar el sector y que la mayoría de los objetivos marcados para 2013 "ya han sido conseguidos".A la pesca se le asignan factores de crisis estructural que tienen que ver con el agotamiento y saturación de caladeros, la falta de personal cualificado a bordo y el “impuesto revolucionario” que los monopolios del petróleo (a través de los precios del combustible) o los intermediarios en las ventas (que imponen unos precios del pescado muy bajos) se cobran. Pero en medio de un desguace para, teóricamente, optimizar la flota, se encuentra uno con perlas sobre el nefasto futuro que han urdido para los sectores productivos del país los centros de decisión europeos, con la colaboración de los de aquí. Es el caso del “Antonio Almendro”, un pesquero de Motril. Se da la paradoja de que en tan sólo diez años, recibió una subvención del 55% de su coste de construcción total (en torno a 100 millones de pesetas) y otra sustanciosa ayuda para su desguace. Esta segunda supone que el armador del barco, para el cese de actividad, recibe una compensación que se calcula según factores como la edad del barco (en este caso corta) pero, sobre todo, el tonelaje (una media de 6.000 euros por tonelada). O sea, a mayor capacidad productiva, más subvención para su desguace. La operación “salvar al Almendro”, desplegada por el Ayuntamiento de Motril buscaba, en febrero de este mismo año, salvar del desguace al pesquero. Pero dicha operación no era para preservar el empleo productivo, sino para “fines ornamentales”. Su destino era ser ¡un museo escuela! para los niños. La única oposición, los ecologistas que denunciaron que la nueva pieza de museo se pretendía instalar en una charca de alto valor ecológico.

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