Su argumento es que al eliminar el tope salarial mínimo para determinados colectivos cómo los jóvenes entre 16 y 25 años, el número de parados «que en ese sector de la población llega al 56%» disminuiría, porque incentivaría a los empresarios a contratarlos. Su discurso encierra un triple engaño.
El engaño, en primer lugar, de que romper el salario mínimo no crea por sí mismo nuevos empleos. Lo que hace es crear las condiciones para que se produzca una sustitución masiva de trabajadores con salarios dignos y derechos adquiridos por una nueva generación de trabajadores sometidos a condiciones de semi-esclavitud: con sueldos de hambre, contrarios precarios y sin derechos de ningún tipo. Los trabajadores españoles tenemos una amplia experiencia sobre esto. «Romper el salario mínimo no crea por sí mismo nuevos empleos» Ya ocurrió con la introducción de los contratos temporales en los años 80 por el gobierno de Felipe González. Entonces también se “vendió” que serviría para disminuir el paro. Unos años después, el paro se había disparado al 24%. Pero eso sí, se había sometido al 30% de la población activa, especialmente a la juventud trabajadora, a la precariedad y los contratos basura.La reforma laboral aprobada por el gobierno de Rajoy también se hizo en nombre de luchar contra el paro. Sus resultados, en apenas un año de aplicación, es que mientras el desempleo ha aumentado en un millón de personas, los trabajadores que consiguen hoy un puesto de trabajo cobran un 30% menos de media que los empleados ya integrados en la empresa, según un reciente estudio de las dos mayores empresas de contratación temporal del país.El segundo engaño de la fórmula “tener un trabajo, aunque sea con menos salario” reside en que en una situación de falta de demanda, cuando miles de empresas cierran porque pierden clientes como consecuencia de la caída del consumo, lo que hay que hacer es justo lo contrario: subir los ingresos empezando por los de quienes tienen salarios más bajos, elevando el salario mínimo a 1.000 euros mensuales. Lo que un enfermo de anemia necesita no es un dieta de hambre severa, sino un mayor consumo de proteínas y vitaminas. La receta de eliminar el salario mínimo no beneficia a la economía española, sino sólo a los monopolios y multinacionales que operan en otros países. Ellos no dependen de la demanda interna, como le ocurre a millones de pequeñas y medianas empresas y autónomos. Para éstas, rebajar salarios y seguir hundiendo el consumo nacional es la ruina. Mientras monopolios y multinacionales, por el contrario, apenas pierden ventas aunque bajen los salarios, ya que dominan de forma monopolista el mercado interior. Y además, tener menores costes salariales en España les permite obtener beneficios extraordinarios en sus ventas en el mercado mundial. No sólo es mentira que sólo bajando los salarios se puede acabar con el paro. Bastaría sólo con que se hubiera utilizado el dinero del rescate bancario, los más de 200.000 millones de euros que se han entregado a los bancos, a crear riqueza y empleo, a dar créditos a pymes y autónomos, a reindustrializar el país, para que el paro estuviera hoy en menos de la mitad. «La receta de eliminar el salario mínimo no beneficia a la economía española» En tercer lugar, y más importante, la propuesta de eliminar el salario mínimo no es ninguna idea “original” del gobernador del Banco de España. Representa un paso más, una nueva vuelta de tuerca –eso sí, extremadamente agresiva– del proyecto hegemonista de rebajar los salarios e ingresos del 90% de la población en un 40 o un 50%. Algo que venimos denunciando en nuestras publicaciones desde marzo de 2010 y que, desde entonces, los gobiernos de Zapatero y Rajoy –y sus respectivos gobernadores del Banco de España– vienen ejecutando de forma tan servil como implacable. Hay que recordar ahora cómo en febrero de 2010 el premio Nóbel de Economía Paul Krugman, escribía en su columna del New York Times que “España debe rebajar sus salarios un 25%”. En una situación en que EEUU vive atrapado entre su irreparable declive, la montaña de endeudamiento que exigen los crecientes costes de mantener el inmenso aparato político-militar que permite que su hegemonía sobreviva a duras penas y la competencia feroz de las potencias emergentes arrebatándole cada vez más pedazos de la tarta de la riqueza mundial, Krugman, convertido en vocero del Imperio, hacía públicas sus necesidades de saqueo sobre los países más intervenidos y controlados: necesitamos un 25% de vuestros salarios e ingresos. Apenas unas semanas después se producía la llamada –a altas horas de la madrugada– de Obama a Zapatero para darle la orden tajante de empezar a aplicar el proyecto.Pero ni siquiera esto era suficiente. Tiempo después el mismo Krugman volvía a la carga, redoblando la apuesta: “si los españoles quieren seguir perteneciendo al mismo club que Alemania, deberán rebajarse sus salarios otro 20%”. Merkel había reclamado su parte y entre Washington y Berlín se habían puesto de acuerdo para poner precio a la factura. Nada de lo que viene ocurriendo en España desde entonces puede entenderse sin partir de este proyecto de intervención y saqueo. Tampoco las palabras del gobernador del Banco de España exigiendo eliminar el salario mínimo para los jóvenes.Y nadie debe tomarse a humo de pajas la amenaza, ni pensar que no se atreverán a llegar a tanto. Basta con echar un vistazo a lo ocurrido en Grecia. Tras el segundo plan de rescate, la Troika ha impuesto un nuevo salario mínimo para los jóvenes menores de 25 años, que ahora se ven obligados a trabajar por un salario mensual de 511 euros brutos, poco más de 100 euros semanales. Aunque nuestros camaradas de la Organización Comunista de Grecia –miembro de Syriza– ya nos advirtieron de que lo que está pasando en el sector privado de Grecia es que los trabajadores son actualmente chantajeados para obligarles a aceptar «salarios» de 300 euros, y por supuesto sin ningún tipo de seguridad social. Ese es el camino que ya ha recorrido Grecia. El que esta empezando a andar Portugal. Y el que el gobernador del Banco de España, con su propuesta, está tanteando para que nosotros también empecemos a rodar: la pendiente del infierno de sueldos ultra-mínimos y saqueo, explotación y esclavitud híper-máxima.