Júbilo en la corte de Mohamed VI en Rabat. Decepción, preocupación y sabor agridulce en los campamentos saharauis de Tinduf. Así ha caído la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el Sáhara Occidental, que reconoce como ‘una de las soluciones más factibles’ el Plan de Autonomía que Marruecos lleva poniendo encima de la mesa desde hace un lustro.
Una propuesta que implica la posesión colonial del Sáhara, que fue emitida bajo el patrocinio de Trump en 2020, y que han aceptado potencias como Francia o el gobierno de Sánchez, traicionando la legalidad internacional, los derechos del pueblo saharaui y la voluntad de la mayoría social española.
La resolución es un avance -pero de ninguna manera una victoria definitiva- para las pretensiones marroquíes. Y mantiene el mandato y la misión de la ONU para la celebración de un referéndum de autodeterminación acordado entre las dos partes, y por tanto en los términos que apruebe el Polisario.
Vayamos más allá de la propaganda del Majzén y analicemos las luces y las sombras de esta resolución de la ONU.
Nada más conocerse la resolución 2797/2025 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el Sáhara Occidental, miles de personas, portando banderas marroquíes e imágenes del monarca Mohamed VI, salían a festejar por las calles de Rabat, como si de un triunfo deportivo se tratara. La prensa afín al Majzén ha tildado de «victoria histórica» una resolución en la que está la mano de los EEUU de Trump, y que coloca la propuesta marroquí de autonomía “como base” de las negociaciones, considerándola “una de las soluciones más factibles”.
Una resolución -evidentemente favorable a las tesis de Rabat- que además ocurre en el 50 aniversario de la Marcha Verde, la operación ideada por Hasán II -de nuevo con el aval de los EEUU de Carter- para aprovechando la agonía del dictador, ocupar ilegalmente el entonces Sáhara Español, la provincia número 53 de España. Desde entonces el Sáhara Occidental y su pueblo han luchado por hacer realidad su inalienable derecho a la autodeterminación, enfrentándose con las armas o en el terreno diplomático a una monarquía alauí que ha burlado todas las resoluciones de la ONU para celebrar un referéndum-
Pero dejemos los fuegos de artificio de la propaganda y analicemos la resolución 2797/2025 en detalle.
Primero, la resolución 2797 no reconoce la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, sino que «toma nota» del plan de autonomía presentado por Marruecos, y lo sitúa como «base» de las negociaciones, o «como ‘una de las soluciones más factibles». Esto puede ser celebrado como un gol por el Majzén, pero de ninguna manera es una «victoria definitiva», ni entierra el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
Y de hecho, la resolución por la que apostaba Washington tuvo que ser modificada y diluida para evitar el veto -que llegó a sugerirse- por parte de Rusia, China y Pakistán. Por tanto, haciendo un ejercicio de equilibrismo, la 2797 no avala las pretensiones marroquíes sobre el territorio, no elimina el derecho a la autodeterminación.
Segundo, la resolución mantiene a la MINURSO -la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental- como una misión que tiene el mandato de celebrar un referéndum de autodeterminación, para que el pueblo saharaui decida libremente su futuro. No es una misión para imponer la autonomía marroquí, ni para gestionar un estatus intermedio, ni para administrar un proceso de integración al Reino de Marruecos. Las semanas anteriores se habló de extinguir esta misión, y tal cosa no ha ocurrido.
Por tanto, aunque tal referéndum se vea más lejano, sigue vigente la posición jurídica definida por la ONU desde 1963: el Sáhara Occidental es un territorio no autónomo pendiente de descolonización. Y además el Frente Polisario sigue siendo reconocido por Naciones Unidas como el representante del pueblo saharaui.
Hay razones para el enfado y la decepción por parte de los saharauis ante una resolución en la que está la mano de Trump y los intereses hegemonistas de fortalecer a Marruecos, su gendarme militar en el Magreb, que ven aplazada la cuestión de su autodeterminación y que las tesis de «marroquinidad” del Sáhara ocupan ahora el centro del debate diplomático.
Pero a pesar del revés, nada ha cambiado en lo esencial. El Sáhara Occidental sigue siendo un territorio pendiente de descolonización y el pueblo saharaui mantiene su derecho a decidir su futuro en las urnas.

