S & P rebaja la deuda española , y el IBEX se hunde

«Debido a las maniobras del Gobierno griego para disfrazar el déficit, los mercados consideran que las malas previsiones de crecimiento del paí­s impiden confiar en el plan de recorte del déficit. España debe tomar buena nota. El diferencial de la deuda con el bono alemán (ayer más de 100 puntos básicos) no se explica sólo por el contagio de Grecia, sino también por la tardanza del Gobierno en articular las medidas correctoras anunciadas. El Gobierno invocó un plan de austeridad del que se desconocen muchos detalles; prometió una reforma laboral que sigue sin llegar; y dio como firme una reforma financiera de la que no se tienen noticias.»

La resuesta de Merkel a esta crisis ha sido irresponsable. Aunque la provocó la irresponsable política griega, las dilaciones de la canciller la convirtieron en una crisis política y económica más amplia. No está dirigiendo la opinión pública sino que la está siguiendo. En este vacío de liderazgo se ha construido un nuevo y peligroso consenso entre los abogados constitucionalistas, los macroeconomistas y los altos cargos de su coalición en el sentido de que la única salida a este desastre es que Grecia abandone el euro. Los griegos, claro está, se niegan. La situación se ha convertido en un callejón sin salida. (EL PAÍS) ABC.- Los datos de la Encuesta de Población Activa muestran una cifra de paro histórica, que supera los 4.600.000 desempleados, desbordando esa tasa del 20 por ciento que el Gobierno descartó que se alcanzara. Este dato es la demolición del poco crédito que le quedaba al Ejecutivo socialista para liderar la recuperación económica de España, una cifra de la que sólo cabe extraer una consecuencia lógica, que es la necesidad de un adelanto electoral que permita a la democracia funcionar como catarsis de una nación azotada por las peores crisis posibles. El Gobierno ha tocado fondo y, lo que es peor, parece dispuesto a quedarse ahí, arrastrando consigo el futuro de España. EXPANSIÓN.- "Tranquilo, eso no pasará en Grecia. El Gobierno ha aprendido la lección de Dubai", comentaba un alto ejecutivo de la banca griega a un columnista estrella de un gran medio económico internacional en diciembre pasado. Pero Grecia no aprendió y cuatro meses después, el país heleno ya tiene el ráting de bono basura. Hace poco, ese mismo periodista visitó España y se entrevistó con altos ejecutivos de dos de las cuatro grandes entidades financieras de este país. ¿Adivinan lo que le respondieron cuando preguntó por la determinación del gobierno español de adoptar las reformas necesarias para evitar un rescate financiero internacional? Efectivamente, desde ambas entidades se despacharon con un "tranquilo, eso no pasará en España, el Gobierno ha aprendido de Grecia". Última hora. El Economista Standard & Poor´s rebaja el rating a España por la debilidad de su economía El Gobierno ha pedido confianza y tranquilidad a los ciudadanos y a los mercados después de que Standard & Poors haya rebajado la nota de la deuda española a largo plazo hasta AA desde AA+ con perspectiva negativa, lo que deja abierta la posibilidad de nuevos recortes de rating a medio plazo. La agencia de calificación crediticia justifica su decisión por la debilidad de la economía, lo que también golpea a la banca. De hecho, S&P ha rebajado la emisión de deuda de 3.000 millones del FROB. "Creemos que el abandono de la economía española de un modelo de crecimiento alimentado por el crédito hará que se produzca un período de ralentización de la actividad mayor de lo inicialmente previsto", ha explicado Marko Mrsnik, analista de crédito de S&P. "Nuestra previsión es que el crecimiento real del PIB será de un 0,7% de media anual entre 2010 y 2016, frente a las expectativas del 1% que teníamos inicialmente", ha añadido Una decisión esperada "No supone una sorpresa. Ya el año pasado nos habían rebajado y estábamos en perspectiva negativa", dijo Nuria Álvarez, analista de Renta 4. "No estamos en un estatus de "basura" como Grecia, pero es verdad que la rebaja está reflejando una realidad, y es que la economía española no está recuperándose como se esperaba y el que el Gobierno no está tomando las medidas necesarias para reducir el déficit", agregó la analista. Desde Self Bank coincidieron en que la rebaja "no sorprende" ante el recorte de la nota de Grecia y de Portugal, por aseguran que la caída de la solvencia de España era un hecho que "ya estaba descontado" en los mercados internacionales. El director general de Inversis Gestión, Juan Luis García Alejo, cree que la rebaja del rating tendrá un importante impacto en los mercados, aunque no supondrá un "descarrilamiento de la economía". El director del Servicio de Estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo, califica la decisión de S&P de "mala noticia" y apunta que "es muy probable" que las otras dos agencias, Fitch y Moody’s, le sigan y rebajen la calificación de la deuda española."Aunque no tienen por qué, normalmente las agencias de rating tienden a coincidir en el diagnóstico. Me temo que es muy probable que el resto de agencias le sigan", afirma. Además, Izquierdo indica que la rebaja de la calificación "va a encarecer el coste de la financiación no sólo del Tesoro, sino también de la economía, y va a detraer la entrada del flujo de capitales". Los puntos débiles La agencia señala entre los principales factores que dañan las perspectivas económicas de España el elevado endeudamiento del sector privado, que alcanza el 178% del PIB, así como la rigidez del mercado laboral, que podría llevar el desempleo hasta el 21% este año. S&P también cita la escasa capacidad de las exportaciones españolas, así como las presiones sobre la calidad de los activos del sistema financiero y la retirada por parte del Gobierno de las medidas de estímulo como parte del plan de consolidación fiscal para cumplir con el objetivo de reducir el déficit fiscal por debajo del 3% en 2013. "Continuamos creyendo que el déficit fiscal en 2010 estará en línea con el objetivo del 9,8% del Gobierno, aunque a medio plazo anticipamos mayor debilidad en los ingresos y mayores presiones desde el lado del gasto de lo estimado por el Ejecutivo", señala la agencia, que augura que el déficit superará el 5% en 2013, "significativamente por encima del ojetivo oficial del 3%", mientras que el endeudamiento bruto alcanzará el 85% del PIB en 2013 y continuará al alza hasta mediados de la década. "Nuestra conclusión es que las difíciles condiciones económicas a medio plazo añadirán más presión sobre las cuentas públicas de España, por lo que serán necesarias medidas adicionales para respaldar la estrategia de consolidación fiscal del Gobierno y las reformas estructurales planeadas", señala S&P. Por otro lado, la calificadora de riesgos no espera que los bancos españoles neceisten más de los 27.000 millones de euros aún no utilizados disponibles a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) hasta 2013, aunque bajo las perspectivas de crecimiento más débiles existe una posibilidad de que la necesidades del sistema bancario excedan esa cantidad. La agencia de rating recuerda que la perspectiva negativa refleja la posibilidad de más recortes en la nota de la deuda española si la posición fiscal de España evoluciona peor de lo previsto, mientras que se podría otorgar una perspectiva "estable" en el caso de que el Gobierno cumpla o supere sus objetivos fiscales para 2010 y 2011 y las perspectivas de crecimiento de España demuestran ser más fuertes de lo estimado por la agencia (…) Creen que Grecia nunca devolverá el dinero a Alemania Grecia no reembolsará jamás la ayuda financiera que le preste Alemania, según Hans-Werner Sinn, presidente del instituto de investigación económica IFO. Grecia "no estará en condiciones de llevar adelante la política de rigor que se necesita" y al final llegará "a pedir una anulación de la deuda con Alemania", advirtió el economista, que hizo un llamamiento a Berlín para que no se deje hostigar por países del extranjero "que forman parte también de la categoría de los que están a la pesca". "Que los italianos y los españoles hagan presión para que paguemos sin condiciones ahora es comprensible, pues es un precedente que será importante para ellos", destacó Sinn. EL ECONOMISTA. 28-4-2010 Crisis griega. El País Editorial No es sólo Grecia La profunda crisis de solvencia de Grecia provocó ayer un nuevo martes negro en las Bolsas europeas. Mención especial merecen la de Lisboa, que se hundió el 5,36%, y el índice español (Ibex 35), que se desplomó un 4,19%, la segunda mayor caída del año. Este pánico encadenado tiene una causa próxima, que es la rebaja de la calificación de la calidad financiera de Portugal y de la deuda griega (equivalente ya al nivel de los bonos basura), aplicada por Standard & Poor’s. Pero la causa de fondo es el convencimiento profundo de los inversores de que el crash de Grecia se está afrontando mal por las autoridades nacionales y europeas, y que tanto Portugal como España no están sacando las lecciones debidas del desastre. Si no se quiere que la quiebra griega se convierta en una crisis de solvencia en Portugal, España e Irlanda primero, y de la zona euro, después, Europa tiene que decidir cómo salvar a Grecia. En una situación de emergencia para el euro, las reticencias de Alemania deben supeditarse a un plan rápido de rescate. La presidencia española de la UE anunció ayer una cumbre extraordinaria para el 10 de mayo, 24 horas después de las elecciones regionales alemanas. Puede que para entonces Merkel ya haya resuelto los problemas jurídicos y políticos que entraña la ayuda a Grecia, pero cabe la posibilidad de que quede poco por salvar. Cada día que pasa sin solución real, el rescate griego se encarece. Hoy, después del terremoto bursátil y del récord del diferencial de la deuda griega con el bono alemán (700 puntos básicos), los mercados interpretan que habrá que renegociar la deuda del país y que los acreedores tendrán que aceptar una quita importante. Rescate rápido significa que no se debe esperar a nuevas cumbres; la solución para Grecia debe anunciarse ya. Además, las políticas económicas de los países carecen de credibilidad ante los inversores. Debido a las maniobras del Gobierno griego (en connivencia con Goldman Sachs) para disfrazar el déficit, los mercados están convencidos de que sólo se conoce una parte del endeudamiento griego y consideran que las malas previsiones de crecimiento del país impiden confiar en el plan de recorte del déficit. España debe tomar buena nota. El diferencial de la deuda con el bono alemán (ayer más de 100 puntos básicos) no se explica sólo por el contagio de Grecia, sino también por la tardanza del Gobierno en articular las medidas correctoras anunciadas. El Gobierno invocó un plan de austeridad del que se desconocen muchos detalles; prometió una reforma laboral que sigue sin llegar; y dio como firme una reforma financiera de la que no se tienen noticias. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de este año, que por error aparecieron ayer en la web del INE, indican que hay 4.612.700 parados, con una tasa de paro superior al 20%. Una tasa tan elevada es un riesgo muy grave para la estabilidad financiera de un país. Opinión La irresponsabilidad de una canciller Wolgfang Munchau "No permitirán que suceda", me dijo un colega alemán hace poco más de un año después de que me oyera resoplar por el posible fracaso del euro. Eso era entonces. Este lunes, la diferencia entre el rendimiento de los bonos griegos y el de los bonos alemanes aumentó hasta el 12,5%. Matemáticamente, implica aproximadamente un 35% de probabilidades de una pérdida del 35%. Una valoración así sólo puede significar que los mercados de capitales están apostando por la suspensión de pagos. Los rendimientos lusos aún no han alcanzado esos niveles pero también están aumentando. Hay inversores que están apostando mucho dinero por la suspensión de pagos del hemisferio sur europeo y por el fracaso del euro. Mientras el sur de la eurozona recibe un ataque especulativo, Angela Merkel, la canciller alemana, apela al proceso reglamentario. A cada una de sus declaraciones, le sigue una caída de los mercados. Un corresponsal me preguntaba si sus asesores son estúpidos. Puede que sí; puede que no. El punto importante es que es una cuestión de supremacía en la política nacional. No quiere tomar ninguna decisión antes de las elecciones regionales del 9 de mayo. Los sondeos parece que refuerzan esta actitud. Según un sondeo publicado el pasado domingo, la ayuda a Grecia es increíblemente impopular puesto que el 86% de la población se opone a ella. Merkel no ha salido en la televisión para explicar por qué el desembolso de la ayuda puede interesar a Alemania. No está dirigiendo la opinión pública sino que la está siguiendo. En este vacío de liderazgo se ha construido un nuevo y peligroso consenso entre los abogados constitucionalistas, los macroeconomistas y los altos cargos de su coalición en el sentido de que la única salida a este desastre es que Grecia abandone el euro. Los griegos, claro está, se niegan. La situación se ha convertido en un callejón sin salida. La respuesta de Merkel a esta crisis ha sido irresponsable. Aunque la provocó la irresponsable política griega, las dilaciones de la canciller la convirtieron en una crisis política y económica más amplia. Las promesas de dos Consejos Europeos seguidos han caído en saco roto. Los mercados creen que los dirigentes de la UE en general, y Merkel en particular, son unos mentirosos. Todavía queda más de una semana para las elecciones regionales del 9 de mayo, lo que significa otra semana de ataques especulativos en la que los inversores pueden estar seguros de que Alemania seguirá dejando las cosas para más adelante. Una semana es mucho tiempo en política, afirma un famoso dicho político inglés, pero es una eternidad cuando los mercados financieros se están hundiendo. Ahora existe una posibilidad razonable de que, para el 9 de mayo, una gran parte de la zona euro haya desaparecido. La UE necesita adoptar decisiones urgentes para resolver esta crisis. Si elige un plan de rescate condicionado, es primordial acabar con la mayor parte de la incertidumbre. Ni las condiciones ni el rescate en sí deberían ponerse en duda. Y debería quedar claro pronto si la reestructuración de la deuda formará parte del plan. La crisis ya se está extendiendo al siguiente país vulnerable: Portugal. Pero si quieren, los mercados también pueden encontrar motivos para dejarse llevar por el pánico con España, con Irlanda e, incluso, con Italia. El acontecimiento político que predomina en estos momentos en la política europea es el resurgimiento del nacionalismo alemán y del euroescepticismo. Esto todavía no ha cuajado en otras partes de la Unión. Cuando lo haga, si es que lo hace, me pregunto si los políticos y los economistas de esos lugares empezarán a dudar de la conveniencia de una unión monetaria con Alemania en esas condiciones. Reportaje Alarma general por la crisis de Grecia C. Pérez/ A. Missé Algo parecido a las sensaciones inmediatamente anteriores al 15 de septiembre de 2008 -la quiebra de Lehman Brothers- recorre el espinazo de la eurozona, embestida por la crisis griega, que en realidad es ya una crisis europea en toda regla. La crisis fiscal del euro ganó ayer profundidad con las rebajas de las notas de solvencia de Standard & Poor’s para Grecia y Portugal -con la deuda griega al nivel de bono basura, algo tan nefasto como suena-, las ventas masivas de bonos griegos por el miedo de los inversores al impago, la escalada del riesgo país en Grecia y Portugal y, para más inri, las protestas en la calle de los trabajadores griegos y portugueses, que se enfrentan a un horizonte plagado de incertidumbres. Las resistencias de Alemania a poner en marcha de inmediato la ayuda a Grecia (45.000 millones de euros) y la lentitud institucional de la zona euro y en menor medida del FMI ponen de manifiesto el divorcio entre unos mercados en máxima tensión y una respuesta política lenta y por el momento del todo insuficiente para calmarlos. Los inversores tocaron a rebato en una suerte de pánico propiciado por un cóctel de malas noticias. Esa lentitud en la respuesta política y sobre todo las rebajas en la calificación crediticia de S&P provocaron un incendio en los mercados de deuda, que se propagó a los de divisas -el euro cayó hasta los 1,31 dólares, el valor mínimo en un año- y a las Bolsas europeas. Los parqués de Atenas, Lisboa, Madrid y Dublín se dejaron entre el 4% y el 6%. Y la semana no ha hecho más que empezar. Grecia sufrió otra oleada de pésimas noticias. La deuda a dos años llegó a pagar intereses del 18% y los tipos del bono a 10 años rozaron el 10% tras la rebaja de la nota de S&P hasta BB+, tres escalones de golpe, por debajo del nivel de inversión y al nivel de bono basura. Eso, en pocas palabras, significa que la agencia ve probable una suspensión de pagos en Grecia. Y complica las cosas: los grandes fondos -de inversión y de pensiones, que mueven miles de millones- suelen tener prohibido invertir en países con el nivel de bono basura, y grandes y pequeños inversores huyen de un país con las cuentas públicas y sobre todo la credibilidad muy tocadas por los problemas de los últimos meses. Además, esa rebaja puede castigar aún más la situación del sistema financiero: en las inyecciones de liquidez, imprescindibles para una banca que está sufriendo una rápida fuga de depósitos, el Banco Central Europeo no acepta como garantía la deuda al nivel de bono basura. El ministro de Economía griego, Yorgos Papaconstantinu, reclamó ayer acceder de inmediato a las ayudas, ante la presión asfixiante de las últimas cifras. Pero las noticias empiezan a ser igualmente preocupantes en Portugal, con lo que la crisis de la deuda pública europea entra en una segunda fase, con un riesgo de contagio mucho mayor. S&P bajó también dos escalones la nota de solvencia portuguesa, hasta A-, lo que provocó un fortísimo repunte de los tipos de interés de sus bonos. Los inversores se refugiaron en la deuda alemana -la más segura, a la que se recurre en este tipo de episodios de tensión- y eso provocó problemas adicionales en Irlanda y, en menor medida, en Italia y España. La crisis entra en un momento crucial, tras un primer amago de contagio a finales del pasado enero, que se detuvo con las promesas de ayuda europeas y las medidas de ajuste anunciadas en Grecia, y también en España y Portugal. Esta vez no parece tan sencillo. La última vez que las agencias de rating revisaron a la baja la nota de Portugal, inmediatamente después hicieron lo mismo con algunos de los países bajo presión (entre ellos, España). Los analistas advierten de que el incendio puede ser potencialmente devastador si la ayuda no llega a tiempo o los Gobiernos más afectados no hacen algo por ganar credibilidad: "La política insiste en ir por su cuenta y en estar de espaldas a los mercados, y de esa manera se entra en una zona de enorme incertidumbre en la que puede pasar cualquier cosa", aseguró Daniel Gros, del Centro de Estudios de Política Europea. "Los mercados van a barrer a los países que no tomen medidas ya: en esta nueva fase de la crisis no basta con las promesas", destacó. Esa falta de fe es cada vez más general. El director del Centro de Investigación Financiera del IE Business School y PwC, Luis de Guindos, explicó que los inversores se ceban con Grecia porque no creen que su ajuste sea realista: "Está en un círculo vicioso: cuanto más coste de la deuda, más financiación necesitará, lo que obligará a hacer más ajustes". Lo mismo puede suceder en otros casos. Juan Ignacio Crespo, de Thomson Reuters, añadió que con el recrudecimiento de las tensiones "los mercados entran en una fase totalmente especulativa en la que en cualquier momento la crisis fiscal puede quedar fuera de control. Eso exige medidas extraordinarias por parte de los bancos centrales como las que se tomaron en los momentos más graves de la crisis financiera". Portugal no es Grecia. España no es Grecia. Ni Irlanda, ni Italia, como repiten sus Gobiernos como un mantra. Y, en efecto, ninguno de esos países tiene una combinación de déficit y deuda tan peliaguda, ni ha mentido con sus estadísticas, ni ha sufrido un ataque similar. Sin embargo, la crisis es cada vez más profunda y siembre dudas sobre la recuperación. "Antes de Lehman Brothers, parecía que los problemas de un pequeño segmento hipotecario en EE UU, las subprime, se iban a quedar en una simple crisis financiera. Ahora hay síntomas de que puede suceder algo parecido: la respuesta política es equivocada, la desconfianza crece, al final los problemas fiscales pueden acabar con la recuperación si no se actúa con rapidez", cierra Santiago Carbó, asesor de la Reserva Federal. EL PAÍS. 28-4-2010 Editorial. ABC España, la tormenta perfecta LA revelación hecha ayer por ABC de los datos de la Encuesta de Población Activa muestran una cifra de paro histórica, que supera los 4.600.000 desempleados, desbordando esa tasa del 20 por ciento que el Gobierno descartó que se alcanzara. Este dato es la demolición del poco crédito que le quedaba al Ejecutivo socialista para liderar la recuperación económica de España, una cifra de la que sólo cabe extraer una consecuencia lógica, que es la necesidad de un adelanto electoral que permita a la democracia funcionar como catarsis de una nación azotada por las peores crisis posibles. El Gobierno ha tocado fondo y, lo que es peor, parece dispuesto a quedarse ahí, arrastrando consigo el futuro de España. Porque, sin dramatizar, España está en el umbral de una decadencia que trasciende la crisis económica -ayer escenificada con toda crudeza en la Bolsa, con una caída del 4,19 por ciento en el Ibex- y con consecuencias más graves que las que muestran las estadísticas oficiales. Esta crisis económica está siendo especialmente cruel con España porque ha hecho aflorar las carencias de un Gobierno elegido en tiempo de bonanza y acostumbrado a administrar la riqueza que heredó de ocho años de buen gobierno. En cuanto ha sido puesto a prueba por la crisis, el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero se ha manifestado como un equipo débil y desorientado. Además, su crisis política es evidente, porque el Gobierno no tiene confianza en sí mismo. Le falta liderazgo y está en manos ajenas. El balance de la presidencia europea es el fiel retrato del vacío de ideas y de proyectos del equipo socialista. Seis años después de llegar al poder, sus apuestas se cuentan por fracasos, como la vuelta «al corazón de Europa», el final dialogado de ETA, la paz autonómica o la diplomacia buenista. Por si fuera poco, se añade una crisis de los principios imprescindibles para toda nación que precise autoestima y fortaleza frente a la adversidad. La concordia nacional está en riesgo por un revisionismo histórico temerario. El sistema educativo -el escolar y el de los valores- es víctima de esa planificada mediocridad con la que la izquierda intenta atraerse a la juventud. Y la Justicia, clave del entramado de libertades y derechos, está maltratada por la falta de respeto endémica de la izquierda hacia la independencia judicial. Sin educación y sin justicia no es posible avanzar con confianza. El cuadro de situación pudiera parecer catastrofista, pero hace pocos meses se llamaba catastrofista al que predecía un 20 por ciento de paro. El presidente del Gobierno, por dignidad y patriotismo, debe convocar elecciones. ABC. 28-4-2010 Opinión. Expansión El mercado no negocia: exige a España reformas urgentes Miguel Roig "Tranquilo, eso no pasará en Grecia. El Gobierno ha aprendido la lección de Dubai", comentaba un alto ejecutivo de la banca griega a un columnista estrella de un gran medio económico internacional en diciembre pasado. Pero Grecia no aprendió la lección del emirato, y apenas cuatro meses después, el país heleno ya tiene el ráting de bono basura de Standard & Poor’s y se encuentra pidiendo por favor 45.000 millones de euros al Fondo Monetario Internacional y a la Unión Europea. Hace poco, ese mismo periodista visitó España y se entrevistó con altos ejecutivos de dos de las cuatro grandes entidades financieras de este país. ¿Adivinan lo que le respondieron cuando preguntó por la determinación del gobierno español de adoptar las reformas necesarias para evitar un rescate financiero internacional? Efectivamente, desde ambas entidades se despacharon con un "tranquilo, eso no pasará en España, el Gobierno ha aprendido de Grecia". Y a esas mismas lecciones se refería ayer Lucas Papademos, vicepresidente del Banco Central Europeo, cuando metía en el mismo saco de déficits desbocados a España, Grecia y Portugal. El ejecutivo saliente del BCE pidió a los países con problemas que aprendieran del ejemplo griego y actuaran en consecuencia. Y eso mismo es lo que ayer pidieron los mercados. Pero no con palabras, sino con órdenes de venta y posiciones bajistas sobre todo lo que oliera a España. El Ibex 35 se dejó un 4,19% y perdió los 10.500 puntos, en lo que fue la segunda mayor caída del año. Los seguros para protegerse de un impago de la deuda española superaron los 200 puntos y marcaron un máximo histórico. Y el diferencial de la deuda alemana a diez años con la española alcanzó los 113 puntos básicos (1,13 puntos porcentuales), lo que supone un récord desde marzo de 2009, a su vez máximos desde el nacimiento del euro en 1999. Repitan conmigo: España no es Grecia… de momento Efectivamente, España no es Grecia. Ni tan siquiera Portugal es Grecia, especialmente en lo que se refiere a niveles de deuda pública respecto al Producto Interior Bruto. Pero los mercados tienen miedo y cuando ese miedo se mezcla con su idiosincrática tozudez, la situación se puede complicar bastante para un Gobierno que tiene el sambenito de no emprender reformas necesarias y urgentes. Como explica en su blog Manuel Conthe, el ex presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y presidente del Consejo Editorial de Expansión y Actualidad Económica, "cualquier persona bien informada es consciente del riesgo de que España sea víctima de una oleada de desconfianza en los mercados financieros internacionales que se auto-alimente y nos termine sumiendo en una crisis financiera y económica mucho más grave de la que ya estamos viviendo". No basta con culpar a las agencias de ráting de todos los males, como hizo ayer la vicepresidente María Teresa Fernández de la Vega, o a los conspiradores, como afirmó a principios de año el ministro de Fomento José Blanco. Tampoco funciona el optimismo perpetuo del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que tras haber errado en todas sus proyecciones sobre la evolución del paro, ayer aseguraba que la tasa de desempleo ya había tocado techo. Ni tan siquiera vale un Plan de Austeridad que exime a la Administración Central de ningún recorte de gasto serio y se basa en unas previsiones de crecimiento que nadie cree (del 1,8% en 2011 y 3% en 2012 frente al FMI, que no prevé incrementos del PIB del 2% hasta 2016). No sirven tampoco las presentaciones a grandes inversores en Londres, París, Nueva York o Hong Kong; o grandes titulares en el Financial Times prometiendo recortes impopulares. El mensaje del mercado es diáfano: ¡Reformas ya! Todo lo anterior suele ser estéril si el mercado no obtiene lo que está pidiendo a gritos. Y guste o no, muchas de las peticiones son harto impopulares: recorte creíble y significativo del gasto público, que pasa por una drástica reducción del gasto social y del coste de los empleados públicos; mejora de la competitividad y productividad, que supone una reducción salarial del sector público, y privado y una reforma laboral que abarate el despido; reforma del sistema de pensiones, que conlleva un retraso de la edad de jubilación y/o reducción de la prestación por desempleo; cambio de modelo productivo, desde una economía basada en el turismo y el ladrillo a otra fundamentada en el I+D+i [algo que leído así suena muy bien, pero que en estos momentos deja fuera del mercado laboral a millones de trabajadores]… El mensaje de los mercados es diáfano: toca apretarse el cinturón. Y si esto no ocurre, no serán los bajistas los que salgan peor parados de ésta. Quien recibirá una dura cornada será España, que verá cómo se encarecen sus emisiones de deuda o, en el peor de los casos, se cierran las puertas de la financiación internacional. Entonces surgirá una duda: ¿Quién pagará el subsidio de paro, las pensiones, los servicios públicos o los intereses de esa deuda? Efectivamente, los contribuyentes españoles al son de subidas de impuestos. La gran diferencia que existe ahora entre España y Grecia es que el gobierno heleno ya no puede elegir cómo adoptar las reformas: si quiere los 45.000 millones de euros que necesita para financiarse debe plegarse a las exigencias del Fondo Monetario Internacional y de la Unión Europea (léase Alemania). El Gobierno de España todavía tiene cierto margen de maniobra, pero cuanto más tarden las reformas, más pequeño será. EXPANSIÓN 28-4-2010

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