Rusia recupera intereses en Irak

Rusia y sus intereses en Oriente Medio

Moscu acordó el año pasado condonar casi toda la deuda iraquí­, de 12.900 millones de dólares, y firmó un acuerdo para permitir las inversiones de firmas rusas en el paí­s, pero el mismo no ayudó a que LUKOIL recuperara el pacto de Qurna.

Rusia e Irak acordaron trabajar ara restaurar los contratos petroleros que firmaron antes de la invasión a Irak liderada por Estados Unidos en el 2003, dijo el viernes el ministro de Energí­a ruso tras un encuentro de los primeros ministros de ambos paí­ses.Un consorcio ruso en el que participa el grupo petrolero LUKOIL firmó un acuerdo de 3.700 millones de dólares para desarrollar el yacimiento iraquí­ West Qurna en 1996, cuando Saddam Hussein estaba en el poder.»La meta es restaurar los contratos concluidos entre compañí­as rusas e iraquí­es antes de la guerra», dijo Sergei Shmatko, ministro de Energí­a ruso, quien agregó que el grupo que trabaja en el tema se reunirá próximamente.»Creo que este es un avance muy grande», añadió a periodistas tras la reunión del primer ministro ruso, Vladimir Putin, y su par iraquí­, Nuri al-Maliki, en Moscú, en la que Putin aceptó una invitación para que visite Irak.Rusia se opuso a la invasión del 2003. Desde entonces, LUKOIL ha presionado al actual Gobierno para que honre los contratos firmados en la era de Saddam.JP Morgan dijo en marzo del año pasado que, según estimaciones rusas, la producción de ese yacimiento aumentarí­a a 700.000 barriles por dí­a (bpd) y que sus reservas podrí­an alcanzar entre 4.500 millones y 7.300 millones de barriles.Moscu acordó el año pasado condonar casi toda la deuda iraquí­, de 12.900 millones de dólares, y firmó un acuerdo para permitir las inversiones de firmas rusas en el paí­s, pero el mismo no ayudó a que LUKOIL recuperara el pacto de Qurna.Rusia era uno de los pocos paí­ses que mantení­a una relación privilegiada con el régimen de Husein, lo que no fue bien visto por las nuevas autoridades iraquí­es apoyadas por Estados Unidos. Esto llevó a la congelación de los lucrativos contratos suscritos por las petroleras rusas, ví­ctimas de la negativa de Rusia a respaldar la guerra en Iraq en el Consejo de Seguridad de la ONU. Putin destacó las «tendencias de cambios positivos» que se observan en Iraq y agregó que la elaboración del calendario de retirada de las tropas extranjeras de ese paí­s permite a su Gobierno incrementar sus esfuerzos por conseguir la reconciliación nacional. «Nuestros paí­ses tienen un buen historial de relaciones. Rusia está interesada en que Iraq se reconstruya y sea un paí­s próspero, fuerte e independiente, un Estado soberano e indivisible», manifestó el jefe del Gobierno y ex presidente ruso. Putin explicó al respecto que Iraq ha expresado su interés en reanudar asimismo la cooperación militar con Rusia, se mostró seguro de la posibilidad de «restablecer esa colaboración en pleno volumen» y precisó que las partes ya mantuvieron los primeros contactos.Ya desde 2005 cuando cada vez era más claro el empantanamiento de EE UU en Irak los rusos entendieron perfectamente la situación y decidieron volcarse en Oriente Próximo para recuperar la influencia perdida añadiendo, además, el componente del petróleo puesto que el gobierno de Putin habí­a visto en la iniciativa de los EEUU el intento definitivo de controlar la OPEP y sentí­a cómo tras las invasiones de Afganistán e Iraq los EEUU se habí­an acercado peligrosamente a su flanco sur y cercaba a uno de sus tradicionales aliados en la zona: Irán.Las reacciones de Rusia fueron directamente a la lí­nea de flotación de los EEUU: por una parte, Putin anunció, bien es cierto que en términos muy vagos, que Rusia podrí­a cambiar su comercio petrolí­fero en euros; por otra, decidió restaurar su posición e influencia en Oriente Próximo aprovechando la pérdida progresiva de influencia de EEUU en la zona.Últimamente, sobre todo después de la prueba de fuerza de Rusia en el conflicto de Georgia, otra vez se pone de manifiesto la cuestión de los equilibrios de poder en Oriente Medio.La zona no parece ya propiedad estadounidense, como se vení­a delineando después de las dos intervenciones armadas en Afganistán e Iraq. Rusia vuelve a jugar el papel de potencia influyente y, aunque como consecuencia del interés de Moscú, están emergiendo nuevas potencias con capacidad para ejercer fuertes presiones regionales.El reforzamiento del papel de Turquí­a, así­ como el fin del aislamiento de Siria y el nuevo papel de mediación diplomática de Qatar, ponen en acción los nuevos pactos de convergencia. En el fondo siempre queda la cuestión nuclear iraní­, con Jerusalén que parece siempre más desvinculada de la polí­tica de Washington.EE UU necesita a Rusia y su Influencia con Iran y Asia Central, para reorganizar sus esfuerzos en su nueva estrategia Afpak. A cambio Rusia esta imponiendo ciertas condiciones. La recuperación de sus intereses en Irak, puede ser una de ellas.

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