A pesar de las especulaciones de algunos medios occidentales, las relaciones entre Rusia y China son cada vez más fuertes, gracias a su objetivo común de llevar a cabo unas políticas independientes, considera el jefe del Departamento de Ciencias Políticas de la Academia Diplomática de Moscú, Oleg Ivanov.
Washington ve el ascenso de China «como un desafío y una amenaza potencial» para su propio dominio en el Pacífico. «A pesar del descontento de EE.UU., China persigue la independencia de la política estadounidense», manifiesta el politólogo en un artículo de opinión publicado en el diario ‘Global Times‘.
Por otro lado, -sostiene el experto-, la relación entre Rusia y China es diferente, ya que ninguno de los dos países intenta imponer su voluntad o valores al otro. «No existen serias contradicciones en las relaciones bilaterales. En general, la dinámica positiva es constante», explica Ivanov.
Además, al igual que China, Rusia se encuentra bajo una fuerte presión por parte de EE.UU. debido a su deseo de tener una política independiente, agrega.
Ambos países comparten la idea de construir un nuevo orden mundial en el que los países no occidentales «tengan más libertad política, económica y social, y más responsabilidad», así como los dos «están interesados en la resistencia a los esfuerzos de los países occidentales y sus instituciones para imponer sus reglas del juego político y económico».
«Rusia y China se han pronunciado en contra de la presión y los intentos de Occidente de limitar su soberanía. Ambos países buscan una resolución común de los problemas globales. Su enfoque es que el Estado de Derecho debe ser el hilo conductor de la política mundial», recalca el analista.
A su juicio, estas preocupaciones e intereses comunes suponen la necesidad de tener instituciones comunes. Así, en términos de seguridad, Rusia y China colaboran con éxito dentro de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Sin embargo, -afirma Ivanov-, «no hay necesidad y ni la intención de transformar la OCS en una ‘OTAN euroasiática’«, como lo sugieren algunos expertos.
En opinión del politólogo, EE.UU. está convencido de que su liderazgo es fundamental para para fortalecer las reglas de financiamiento globales y eso «está pasado de moda», ya que «un mundo multipolar en evolución requiere nuevos enfoques».
«Cuanto más pilares tenga una construcción, más estable será», y lo mismo se puede decir sobre el sistema económico mundial. «Este es el campo donde Rusia y China están trabajando juntos para crear una alternativa al sistema financiero y económico occidental», escribe Ivanov, explicando que, en este sentido, es crucial el proyecto de los BRICS, que pretende construir «un sistema financiero y económico independiente paralelo».
En el marco del grupo BRICS, «Rusia y China pueden alcanzar los objetivos que no pueden lograr por sí solos». Al mismo tiempo, este organismo puede servir como una estructura de estabilización si cualquiera de sus miembros «trata de jugar un papel dominante», señala el analista.
El proyecto BRICS responde a los intereses de todo el mundo, y aunque su desarrollo sea un proceso largo y complicado, habrá que «intentar, intentar e intentarlo de nuevo», concluye Ivanov.