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Rusia se resiste a apoyar a Chipre

Rusia vive con desazón el derrumbe a cámara lenta de Chipre, pero todavía no ha dado su brazo a torcer para lanzar un nuevo salvavidas. El ministro chipriota de Finanzas, Michalis Sarris, busca desde ayer en Moscú una renegociación del crédito de 2.500 millones de euros acordado con Rusia en 2011, así como ampliar de algún modo dicha ayuda al país mediterráneo.

Los primeros contactos han sido infructuosos, pero las discusiones proseguirán hoy mientras Rusia aguarda atentamente los próximos movimientos de la Unión Europea. Los problemas financieros de Chipre tocan muy de cerca al Kremlin, pues miles de adinerados rusos y empresas públicas y privadas mantienen depósitos en la isla por valor de unos 24.000 millones de euros.

El multimillonario Mijail Projorov, candidato a la Presidencia de Rusia en las elecciones del año pasado, ejemplificó esta preocupación haciendo ayer en el diario Vedemosti una apasionada defensa de la necesidad de un rescate ruso al «socio chipriota», en lo que además según él sería una demostración de «fuerza en el escenario internacional». El problema del Kremlin es qué precio tendrá esa ayuda.

Por eso los chipriotas barajan la posibilidad de que Rusia dé el paso a cambio de obtener participaciones en bancos o activos energéticos de Chipre. Rusia también está interesada en conocer qué ciudadanos han usado el paraíso fiscal de Chipre para lavar dinero o evadir impuestos.

El propio ministro chipriota, al salir de la reunión, dijo que están negociando más allá de la mera ampliación o reestructuración del préstamo. El problema es que ninguno de esos reclamos parece lo suficientemente claro para los rusos. El gas de la isla, valorado en unos 80.000 millones, tienta a Moscú, pero la disputa con Turquía sobre el derecho a explotarlo y la lentitud del proceso lastra el futuro comercial de esa riqueza. Los rumores sobre adquisiciones de bancos se han encontrado con desmentidos durante las últimas 24 horas. Y aunque es una oportunidad de oro para desenmascarar a los rusos defraudadores, Putin se puede encontrar con que salen a la luz los nombres de buenos amigos y aliados.

Una ayuda de Rusia a Chipre no es vista con buenos ojos por la clase media rusa. Pocos entenderían que con la magra riqueza de los rusos se salve a los ricos de dentro y fuera del país. Así que Putin se encuentra en una incómoda situación: los rusos están diciendo en las redes sociales que lo mejor es que Chipre acepte la solución de la UE, la misma que el presidente ha criticado a los cuatro vientos.

En este contexto, el primer ministro Ruso, Dimitri Medvedev, volvió encarnar al policía bueno. Al tiempo que regañó a la UE por no consultar a Rusia, insistió en que ese rescate «no debe dañar las relaciones de Rusia con la UE». Hoy el presidente de la Comisión Europea viaja a Moscú y Chipre estará encima de la mesa.

En Nicosia, mientras tanto, Anastasiadis sigue barajando alternativas para conseguir los 5.800 millones requeridos por la Troika para desbloquear el rescate. Una de las opciones sobre la mesa es utilizar parte de los 5.000 millones ahorrados en varios fondos de seguros sociales semiestatales del país para contribuir a esa ayuda. Se estaría barajando además la idea de ofrecer un intercambio voluntario de parte de los depósitos privados del país por bonos vinculados a los futuros beneficios de las explotaciones de gas. La Troika está al tanto de esas negociaciones llevadas a cabo por miembros de todos los partidos políticos, informa Héctor Estepa.

Por otra parte, el arzobispo de Chipre, Chrisostomos II, ha ofrecido «toda la riqueza» de la Iglesia ortodoxa al presidente Anastasiadis para intentar salvar a la isla. No es una ayuda baladí: la institución tiene inversiones millonarias en varios países y es una de los mayores accionistas del tercer banco del país, Hellenic Bank, en graves problemas. Además, es muy cercana a Rusia.

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