Rusia está preocupada por la llegada de personal militar de Estados Unidos a territorio ucraniano, indicó hoy el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia.
«Según informes, cerca de 300 tropas han sido desplegadas en un centro de mantenimiento de paz en la región de Lvov, en el oeste de Ucrania», dijo a los reporteros el vocero del ministerio, Alexander Lukashevich.
Luego de señalar que estos instructores militares de Estados Unidos capacitarán a soldados ucranianos del 5 de marzo al 21 de octubre en el manejo de armamento militar occidental, Lukashevich dijo que la presencia militar de Estados Unidos en ese país se ha convertido en un hecho.
El vocero también resaltó el peligro de los planes de Estados Unidos para comenzar el suministro masivo de armas a Ucrania a pesar de la exitosa implementación del acuerdo de cese al fuego alcanzado el 12 de febrero en Minsk, capital de Bielorrusia, entre el gobierno ucraniano y los insurgentes de Donbass, en el este de Ucrania.
Además, el Congreso de Estados Unidos elaboró una iniciativa para asignar 1.000 millones de dólares para entrenar al ejército ucraniano y dotarlo de armas, indicó Lukashevich.
«Al parecer, Washington decidió dar mantenimiento total (a las fuerzas armadas de Ucrania)», dijo Lukashevich citado por la agencia noticiosa Interfax.
Por otra parte, el vocero criticó a Estados Unidos por su presencia militar en el mar Negro, luego de que el Comando Marítimo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) indicó en un anuncio en línea que seis buques de guerra de la OTAN llegaron al mar Negro para realizar ejercicios conjuntos.
«Esto contradice un poco las declaraciones públicas de la administración de Estados Unidos respecto de apoyar la solución política del conflicto en Ucrania», añadió Lukashevich.
El vocero advirtió que tales acciones podrían conducir a «las más graves consecuencias» para la solución pacífica de la crisis.
Lukashevich también exhortó a la misión de supervisión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europea a verificar la implementación de los acuerdos de Minsk y en especial a supervisar que las partes en conflicto retiren sus armas «de forma imparcial, bien organizada y sistémica».