La economí­a rusa se encamina al colapso

Rusia: nueva arma de destrucción masiva

Al gran epicentro de la inestabilidad de la economí­a mundial no paran de salirle réplicas. A los crecientes problemas de la economí­a europea, se suma ahora el graví­simo riesgo de colapso de la que hasta ahora es una de las potencias emergentes, la revigorizada Rusia. La agencia RIA Novosti -que en los hechos actúa como portavoz del Kremlin- anuncia que la City londinense está advirtiendo del riesgo de que Rusia declarara una suspensión de pagos de su deuda externa, lo cual serí­a cataclí­smico para las oligarquí­as europeas, principales acreedoras de su gigantesca deuda pública y privada.

La banca inglesa nunca ha tenido demasiados remilgos acerca del destino de sus inversiones –a exceción, claro está de la solvencia de sus clientes y de las garantías de pago-, por eso estos años han financiado fuertemente el crecimiento ruso. Y por delante de Londres, París y sobretodo Berlín han invertido en el oso ruso y en sus cada vez más potentes compañías. No les ha importado financiar el ascenso de un peligroso rival, de lubricar de nuevo la poderosa máquina de guerra rusa. Negocios son negocios, y hasta ahora Rusia –su Estado y sus compañías- había pagado puntualmente los intereses de los préstamos contraídos, merced a un barril de petróleo a 140$. Pero ahora desde el verano de 2008, el vertiginoso descenso del Brent ha dejado tirado la cotización a 50$ el barril, y todo el castillo de los nuevos zares se ha conmovido hasta los cimientos.Así que los británicos han hecho números. El titular de Finanzas de Rusia, Alexei Kudrin declaró hace dos semanas, ante representantes de la banca inglesa, las reservas internacionales de Rusia en 427.000 millones de dólares. Pero The Economist Intelligence Unit reveló que para el 31 de enero la deuda externa de Rusia equivalía a 465.000 millones de dólares. Saquen la calculadora, y verán una cifra negativa, pero si le añaden –como los impertinentes británicos- los pagos corrientes a créditos, las reservas rusas quedarán reducidas a 400.000 millones de dólares, y el número rojo, más grande.Segundo indicio: “de cara a la visita de Kudrin a Londres, la compañía internacional de riesgo Ficht redujo la calificación de riesgo de Rusia desde BBB+ hasta BBB, esto es en dos posiciones por encima del estatuto "Junk" o basura”, dice RIA Novosti. Otras agencias de calificación de riesgos, como Moody´s o Standard & Poor´s también bajaron los humos a la economía rusa bajándole la denominación de “estable” a “negativa”. Huelga decir que desde la hecatombe de Lehman Brothers, estas agencias gozan de un devaluado prestigio respecto a las buenas calificaciones, pero una credibilidad intacta en cuanto a las malas. Tercera trompeta: en el críptico galimatías financiero, se denomina “CDS” (Credit Default Swaps), a los “derivados de crédito destinados a cubrir el impago de la deuda soberana de un Estado”, y los “spread” son los indicadores de riesgo de los créditos que ha asumido una entidad o un país. Mejor un ejemplo, verán que bien lo entienden: el spread de CDS de Bearn Stearns, solventísimo e histórico banco de Wall Street era a principios de septiembre de 2009 de 740 puntos. Dos semanas más tarde el mastodonte se derrumbaba pesadamente y era devorado a precio de saldo por JP Morgan. Según el Daily Telegraph el spread CDS de Rusia está mucho más alto que el de los bancos islandeses que acaban de quebrar, por encima de los 1120 puntos. Que el Estado Ruso o sus principales compañías dejaran de pagar los intereses de su astronómica deuda a los bancos alemanes, franceses -y cómo no ingleses- sería un seísmo de consecuencias imprevisibles para la debilitada economía europea. Pero tan preocupante como la propia noticia de la extrema gravedad de la economía rusa es… la vehemente franqueza con que trata la noticia la portavoz oficiosa del Kremlin y de la oligarquía rusa. ¿Qué busca RIA Novosti con esta sincera confesión de la debilidad rusa?. Puede que un sector de la oligarquía rusa esté llamando al Primer Ministro Putín a la prudencia y a rebajar el tono de sus bravatas con occidente, visto el tamaño del talón de Aquiles del oso ruso. Pero puede que sea todo lo contrario. Puede que el Kremlin haya descubierto otra arma de destrucción masiva para intimidar a los tibios europeos, que añadir al arsenal de cortes de gas, misiles iskander y demás. Un nuevo instrumento de presión, al estilo de los cinturones de dinamita: -Si yo vuelo, moriremos todos-. Dada la tradición soviética –desde Breznev- de las huidas hacia delante y el gusto que tienen en el Kremlin por los métodos de extorsión y chantaje, esta segunda opción es la menos descartable de las dos.

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