El jefe de Wagner afirma haber perdido 20.000 hombres durante los 9 meses del asedio

Rusia conquista Bajmut, pero ¿a qué precio?

Sólo para tomar una pequeña ciudad como Bajmut, Rusia ha inmolado 20.000 hombres, más que en toda una década en Afganistán. ¿Puede el Kremlin sostener este nivel de desgaste indefinidamente?

Tras 9 meses de feroces combates, en una de las batallas de desgaste más mortíferas de la guerra, Rusia ha confirmado que finalmente las tropas mercenarias del grupo Wagner han completado la toma de Bajmut, una ciudad sin demasiado valor estratégico pero que había adquirido un alto valor simbólico tanto para rusos como para ucranianos.

Sin embargo, Yevgeny Prigozhin, el jefe de los asaltantes grupo Wagner ha revelado el elevadísimo número de bajas que ha costado culminar la toma de Bajmut: unos 20.000 soldados -en buena parte convictos reclutados de las cárceles rusas y usados como carne de cañón en interminables oleadas- han perdido la vida en el asalto. Y de ser ciertas las afirmaciones del Pentágono, Rusia habría sufrido hasta 100.000 bajas -entre muertos y heridos- sólo en el último medio año. ¿Puede el Kremlin seguir sufriendo indefinidamente este nivel de desgaste?

Tras casi diez meses de asedio, en una batalla considerada la más larga de la guerra, encarnizada, agotadora y de desgaste, con grandes pérdidas humanas de invasores y defensores y que ha reducido a escombros calcinados la práctica totalidad de esta pequeña localidad al noreste de la región de Donetsk, que antaño tuvo 70.000 habitantes, Moscú ha logrado culminar la conquista de Bajmut.

Durante los últimos meses, Bajmut se ha convertido en el punto más infernalmente caliente de la guerra de Ucrania, el escenario de combates de trincheras y de escaramuzas urbanas entre edificios y ruinas, de constantes bombardeos de artillería y combates calle por calle.

Piet (Francia)

Para Moscú, necesitada de éxitos militares después de los reveses del pasado otoño -con la contraofensiva ucrania reconquistando grandes áreas del Donbás o la ciudad de Jersón- la toma de Bajmut es una victoria tan buscada… como pírrica.

Primero porque aunque las tropas de Kiev han sido expulsadas de sus últimas posiciones en la parte occidental de la ciudad, los combates prosiguen en las afueras de bajmut, u Ucrania sigue presionando en los flancos norte y sur de la ciudad, complicando cualquier avance ruso más allá de la ciudad a corto plazo. Además, la ciudad está en una honodonada, y una ofensiva rusa hacia fuera de la ciudad deberá abrirse paso con el terreno en contra, cuesta arriba.

Además, multitud de analistas militares no han dejado de señalar que más allá del valor simbólico que para Moscú y Kiev ha tenido Bajmut estos meses, la ciudad no es intrínsecamente demasiado importante desde el punto de vista estratégico. Los costes de la conquista de esta localidad -en hombres y material- superan con creces cualquier ventaja operativa que los rusos puedan obtener al tomar esta plaza de importancia limitada.

«Una picadora de carne»

Max Murashko (Ucrania)

Pero el más gélido de los baños de agua fría sobre la toma de Bajmut lo ha vertido justamente el principal artífice de la misma, el oligarca y jefe de la compañía Wagner, Yevgeny Prigozhin, próximo a Putin pero ferozmente enfrentado a los altos mandos militares, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerasimov

En una larga entrevista publicadaTelegram, cargada de improperios, con un estratega político pro-Kremlin, Prigozhin, el señor de la guerra -apodado «el cocinero de Putin», aunque él mismo pidió jactanciosamente que se le llamara «el carnicero de Putin- criticó duramente a la cúpula militar rusa, a la que acusa de no lograr hasta ahora los objetivos de Moscú en la guerra en Ucrania.

Desafiando la censura oficial del Kremlin, que oculta el número de bajas ruso como si de un secreto de Estado se tratara, Prigozhin describió Bajmut como una “picadora de carne”, y afirmó que durante los diez meses de asalto a Bajmut, Rusia había perdido 20.000 hombres, la mayor parte de ellos mercenarios de Wagner sacados de las cárceles rusas con la promesa de ganar la libertad si iban a combatir a Ucrania.

No pocos expertos, como Michael Kofman, experto en el Ejército ruso, considera que siempre hay que coger las afirmaciones de Prigozhin con pinzas, y que las cifras de muertos son poco fiables e incoherentes incluso en la misma entrevista”.

Sin embargo, aún contando con el margen de exageración que contengan las afirmaciones del jefe mercenario, son consistentes con las declaraciones de las fuerzas ucranianas, que han relatado una y otra vez cómo Wagner empleaba la táctica de enviar oleada tras oleada de soldados a una muerte casi segura para ganar unos cientos de metros, echando mano de convictos reclutados en cárceles rusas. “Es una guerra de zombis. Nos están tirando carne de cañón”, dijo un militar ucraniano al Wall Street Journal, que cree que el Ministerio de Defensa ruso ha usado a Wagner para capturar Bajmut minimizando las bajas entre las fuerzas rusas convencionales.

Las afirmaciones de Prigozhin tambiñen coinciden con los datos facilitados por EEUU hace pocas semanas. Según el Pentágono, ha sufrido sólo desde diciembre -cuando se estabilizaron los frentes y Moscú se concentró en tratar de avanzar en el Donbás- unas 100.000 bajas: 20.000 muertos y 80.000 heridos.

Para comprender la dimensión de esta cifra, es necesario comparar este número y ritmo de bajas con el de la guerra de Afganistán (1979-1989), considerado el «Vietnam» de la URSS, y cuya derrota fue uno de los factores que contribuyeron al colapso soviético en 1991. A lo largo de esos diez años, la superpotencia soviética sufrió… 15.000 muertes. ¿Puede el Kremlin seguir sosteniendo este nivel de desgaste indefinidamente?

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El jefe de Wagner: más carne en el asador, ¡es la guerra!

En la misma entrevista, Prigozhin -un poderoso oligarca que aunque aliado a Putin tiene ambiciones políticas y pretende consolidarse como la figura central de la comunidad ultranacionalista rusa- se mostró pesimista, y partidario de una línea aún más dura y represiva, tanto en Ucrania como en Rusia, para ganar una guerra cuya victoria ve cada día más lejos.

Prigozhin dijo que es poco probable que Europa y EEUU se cansen de apoyar militarmente a Ucrania, y cree que es probable que la contraofensiva de Kiev “tenga éxito en alguna parte, restablezcan las fronteras antes de 2014 [cuando se Rusia anexionó Crimea] y podría ocurrir fácilmente”. “Así que tenemos que prepararnos para una guerra dura”, remarcó.

El señor de la guerra de Wagner -un grupo que no sólo difunde ideas ultranacionalistas, sino consignas abiertamente neonazis- se mostró preocupado por el polvorín social que una guerra larga puede crear en la Federación Rusa. Prigozhin aseguró que Rusia podría enfrentarse a una revolución similar a la de 1917, oponiendo la experiencia de los hijos de la gente común que, dice, son devueltos del frente en ataúdes de zinc, con la de los hijos de la élite rusa que exhiben en redes sociales una vida lujosa, con mención explícita a la hija del ministro de Defensa.

“Los hijos de la élite cierran sus picos en el mejor de los casos, y algunos se permiten una vida pública, gorda y despreocupada”. “Esta división podría acabar como en 1917, en una revolución. Primero se levantarán los soldados y, después, sus seres queridos. Ya hay decenas de miles de familiares de asesinados. Y probablemente habrá cientos de miles: no podemos evitarlo”. “Mi recomendación a la élite rusa es que envíen a sus putos hijos a la guerra, y cuando vayan a sus funerales, cuando empiecen a enterrarlos, entonces es cuando la gente dirá que las cosas son justas”, afirmó.

Según el jefe de Wagner, una de las razones por las que Putin justificó su invasión, “desmilitarizar” Ucrania, ha fracasado totalmente, porque el Ejército de Kiev se ha visto reforzado con las armas y el entrenamiento occidentales. “Si al principio de la operación especial tenían condicionalmente 500 tanques, ahora tienen 5.000. Si entonces tenían 20.000 combatientes, ahora tienen 400.000. ¿En qué sentido la hemos desmilitarizado [a Ucrania]? Resulta que hemos hecho lo contrario”.

En la entrevista, Prigozhin reconoce la dificultad de enfrentarse a un enemigo que está defendiendo su propio país. “Utilizan cualquier sistema: soviético, de la OTAN, y tienen el mismo éxito. Hacen todo en aras del logro del objetivo supremo, como nosotros durante la Gran Guerra Patria (como denominó la Unión Soviética el periodo de la Segunda Guerra Mundial)”.

Pero nadie debe llamarse a engaños. El jefe de Wagner no está entonando una autocrítica, o lanzando climas de opinión para parar la invasión y dar marcha atrás en la agresión rusa. Su alternativa es la de una línea aún más dura, más belicista, una política aún más represiva con la disidencia. A lo largo de la conversación, Prigozhin subrayó que Rusia necesita movilizar más hombres y orientar la economía exclusivamente a la guerra. “Tenemos que imponer la ley marcial”, dijo, y opinó que Rusia “tiene que seguir el ejemplo de Corea del Norte durante un cierto número de años: cerrar todas nuestras fronteras, dejar de andarse con chiquitas, traer de vuelta a todos nuestros chicos del extranjero y trabajar duro. Entonces veremos algún resultado”.

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