El humo de Zapatero y la niebla de Rajoy

Rumbo hacia ninguna parte

Les cuento lo último sobre sondeos electorales. Zapatero, en mi barrio, gana de calle entre los chatarreros. Con las aceras de media ciudad levantadas para cambiar conducciones de agua nuevas, por otras más nuevas todaví­a, el sector está entusiasmado con las medidas del Plan E del gobierno. No sólo se están hinchando a recoger chatarra, sino que parte de ella la están vendiendo como nueva. Es una anécdota, lo sé. Pero muy reveladora del alcance de las medidas del gobierno. Algo parecido ocurrió ayer en el debate sobre el estado de la nación.

Coinciden rácticamente todos los medios de comunicación en que Zapatero sorprendió ayer a Rajoy al presentar una batería de propuestas y medidas (algunas de ellas tomadas del propio PP) y lanzar un alegato en favor del cambio del modelo de crecimiento para dejar atrás definitivamente al ladrillo como motor de nuestra economía. Pero si Zapatero está por cambiar el modelo de crecimiento que él mismo ha seguido e impulsado hasta ahora, pues como reconoció en su discurso el modelo español depende “todavía demasiado de la construcción residencial”, lo cual a su vez provoca un “drenaje excesivo de recursos a costa de elevar nuestra deuda exterior”, ¿cuál es el nuevo modelo que propone? ¿En qué consiste ese nuevo modelo productivo, qué cambios sustanciales anuncian sus medidas? Me temo que si las medidas del Plan E han sido un puro espejismo –y además caro, despilfarrador e improductivo– en esta ocasión estamos ante más de lo mismo. Es decir, humo, nada. En su discurso, Zapatero anunció algo así como una especie de difuso plan para una nueva economía sostenible y 20.000 millones de euros en forma de créditos del ICO a los que podrán acogerse las empresas dispuestas a sumarse al “nuevo modelo”. Pura filfa, a poco que uno se tome la molestia de echar algunas cuentas. Desde el año 2000 hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008, la inversión en formación bruta de capital fija que la economía española dedicó al sector de la construcción ascendió a más de 1 billón de euros, lo que da una media de más de 133.000 millones de euros cada uno de esos 8 años. Es sobre la base de esa enorme inversión de capital, que la construcción pudo jugar en todo ese tiempo el papel de motor de la economía española, haciendo que el resto de sectores giraran en torno a él. ¿Alguien cree de verdad que con una línea de crédito y financiación de 20.000 millones en los próximos años, apenas un 0,00002% de lo invertido en la construcción, se puede levantar un modelo alternativo de crecimiento para la economía española? El asunto movería a risa sino fuera por la que está cayendo. Cambiar el modelo de desarrollo económico de un país significa hacer un gigantesco esfuerzo de inversión (lo que requiere a su vez de una adecuada política de ahorro nacional para no volver a caer en la trampa del endeudamiento exterior), dedicar ingentes recursos a levantar nuevas industrias, a abrir nuevos mercados, a formar mano de obra capacitada, a crear tecnología innovadora, a dotarse de nuevas estructuras comerciales, a adecuar la infraestructura del país a las nuevas necesidades,… No es algo que se haga de la noche a la mañana, que se pueda improvisar, que se resuelva abriendo líneas de financiación aparentemente ambiciosas, pero que medidas con relación a la magnitud de un proyecto así resultan ridículas, pues apenas llegan a representar el 10% de lo que, sólo en un año, en 2007, se dedicó a la formación bruta de capital fijo en la construcción. Cambiar el modelo de crecimiento exige poner en tensión todas fuerzas del país, incluidas las financieras. ¿De qué cambio esta hablando Zapatero cuando resulta que la inversión anunciada para impulsarlo no llega a ser ni una décima parte de lo que ha entregado a bancos y cajas sólo para que afronten deudas y recuperen pérdidas? ¿Dónde están, por ejemplo, las medidas sobre las Cajas de Ahorro, entidades sobre las que el gobierno y el Banco de España tienen numerosas prerrogativas, al ser entidades sociales sin ánimo de lucro? ¿Van a seguir, como hasta ahora financiando el ladrillo y a los grandes monopolios o se las va a poner a trabajar en función de las necesidades y de la orientación general de la economía del país? Y no olvidemos que representan más del 50% del sistema financiero español. Numerosos comentaristas han valorado que Zapatero ganó el debate del estado de la nación gracias a su mayor “capacidad comunicadora”. Es una manera moderna de referirse a lo que los clásicos siempre llamaron el arte del engaño, a los especialistas en vender humo. Rajoy, por su parte, rehuyo entrar al trapo, conformándose con criticar lo ya pasado, lo que ya todo el mundo sabe, pero sin entrar a valorar las nuevas propuestas ni las medidas anunciadas. Si en uno todo es humo, en el otro todo es niebla. Y entre ambos conduciendo al país, en medio de la crisis más grave de su historia, con rumbo hacia ninguna parte.

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