Las elecciones israelí­es y la lí­nea Obama

Rumbo de colisión

A sólo diez dí­as de las elecciones israelí­es, las encuestas dibujan un panorama adverso para los planes de la diplomacia de Obama en Oriente Medio. De confirmarse lo que indican los sondeos, el ganador serí­a el candidato de Likud Benjamí­n Netanyahu, bien conocido por la comunidad internacional por sus posiciones extremadamente duras hacia los palestinos.

Netanyahu ya gobernó Israel durante los últimos años de la segunda legislatura de Clinton, y durante su mandato los avances del roceso de paz de su antecesor Isaac Rabin –conseguidos bajo los auspicios de la línea de hegemonía consensuada- fueron sistemáticamente minados y desmontados, como preludio a la voladura definitiva del proceso con la llegada de Sharón. Mientras que las voces autorizadas de la Casa Blanca, como Mitchell o un reciclado Tony Blair, han señalado la necesidad de abrir el diálogo con Hamás –considerada una organización terrorista- Netanyahu ha prometido que si sale elegido, su objetivo principal será el derrocamiento de los islamistas en Gaza. "Livni y la gente de Kadima se han reído de sus pronósticos sobre los lanzamientos de cohetes (…) La política ciega que se siguió en los últimos años nos ha llevado a esta situación (…) Un gobierno bajo mi mando derrocará el dominio de Hamas en en Gaza y pondrá fin al lanzamiento de cohetes", dijo el líder del Likud en un mítin en la ciudad de Ashkelon, alcanzada por numerosos proyectiles de Hamás durante los últimos meses. Hace unas semanas, su rival directa en los comicios israelíes –la actual ministra de exteriores y una de las máximas responsables del brutal ataque a Gaza- se postuló como la única capaz de mantener el entendimiento con la administración Obama y de relanzar el proceso de paz. El presidente del Estado de Israel, Simón Peres, también se mostró preocupado por una eventual victoria del Likud, y advirtió de las consecuencias de una política frontal para derrocar a Hamas en la Franja de Gaza. "Si derribamos a Hamas tendremos la responsabilidad sobre Gaza, sobre la reconstrucción, el desarrollo y el bienestar" de la región. Peres –después de la defensa apasionada del ataque a Gaza en la cumbre de Davos- hizo un llamamiento a que el futuro gobierno prosiguiera el proceso de Paz. Mientras tanto, la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, prometió hoy que su país mantendrá un empeño "profundo" de mediación en Oriente Medio y anunció que su enviado especial, George Mitchell, volverá a la región este mes. "Estamos sólo al principio de un esfuerzo profundo y consistente" para encontrar una solución diplomática al conflicto, dijo Clinton a la prensa. Una victoria electoral de los sectores más intransigentes y agresivos del sionismo israelí pondría en peligro los avances dados en las últimas semanas por la diplomacia de Obama. Paralelamente al acercamiento a Irán –el valedor internacional de los islamistas de Hamás-, se han ido produciendo un cambio de postura respecto al gobierno de Gaza. Quien mejor lo expresaba era Tony Blair, que abogaba por incorporar a los islamistas a las negociaciones.Netanyahu no es obviamente ningún cabo suelto. De sobra son conocidas sus tupidas conexiones con los sectores más aventureros, belicistas e incendiarios de la oligarquía norteamericana, que se resisten a que los ejes de la línea Bush sean desmantelados de Oriente Medio.Es evidente que Obama y Netanyahu avanzan en rumbo de colisión. Cabe preguntarse cual de los dos se apartará antes o quién lanzará un ataque que arroje a la cuneta a su adversario. El equipo de la Casa Blanca dispone –en teoría- de todo el poder de los aparatos de Estado norteamericanos para reconducir la situación. Pero los oscuros núcleos de poder –en Tel Aviv y en Washington- que respaldan al Likud han demostrado tener una gran capacidad para hacer saltar procesos, gobiernos y países… por los aires.

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