Rosario Sánchez Mora, la Rosario Dinamitera del poema de Miguel Hernández, fue una extraordinaria mujer que encarna por sí misma, una de las más vibrantes, hermosas y soberbias páginas vivas de la reciente historia de España. Rosario Dinamitera es un ejemplo de la pasión, vitalidad, y entrega con la que la retrató Miguel Hernández.
Cuando tantos hundimientos, abandonos y renuncias hemos visto en las últimas décadas ,Rosario Dinamitera seguía levantando con orgullo los principios que le llevaron a afiliarse al Partido Comunista, a alistarse en el Quinto Regimiento y a perder su mano derecha dinamitando el avance de las tropas del general Mola en el frente del Guadarrama.
Cuando tanto olvido, amnesia o incluso tergiversación se han echado sobre unos años tan decisivos de nuestro pasado más reciente, Rosario Dinamitera sigue defendiendo con una desacostumbrada y valiente alegría el papel de los miles de milicianos y militantes comunistas anónimos que dieron su vida por detener el fascismo y de los cientos de personajes sencillos, salidos de las entrañas del pueblo, que tomaron es sus manos la suprema responsabilidad de organizar, unir y dirigir la lucha de nuestro pueblo por conquistar otro destino.
Rosario Dinamitera es una de esas extraordinarias mujeres que la historia de nuestro país es tan pródiga en ofrecer. Mujeres del pueblo, sencillas pero insobornables en su determinación de luchar por lo que es justo, en las que la humildad de sus orígenes engrandece todavía más su arrojo de situarse, sin dudas ni vacilaciones, al frente de todos y de todo cuando las circunstancias históricas empujan a ello.
Rosario Dinamitera pertenece a esta estirpe de mujeres, y así lo supo reconocer de inmediato Miguel Hernández al coincidir con ella en el Quinto Regimiento.
Una cultura popular y revolucionaria
Militante comunista desde su más temprana juventud, Rosario Sánchez More, Rosario Dinamitera, es una de las primeras en responder al llamamiento del Partido Comunista, el mismo 19 de Julio de 1936, para formar una milicia antifascista que se convierta en el núcleo y la columna vertebral de un ejército popular capaz de derrotar al fascismo: el Quinto Regimiento.
La concepción de ejército verdaderamente popular que el Partido Comunista de José Díaz y Pasionaria da al Quinto Regimiento hacen que en éste se alisten los sectores más conscientes y combativos del pueblo, tomando además como una de sus tareas principales -junto con el adiestramiento militar de mandos y soldados para la defensa de la República- la educación y la instrucción social, política y cultural tanto de sus propios combatientes como de las masas populares de los lugares donde actúan los milicianos.
Formado inicialmente por no más de 500 milicianos, cuando se disuelve en el Ejército de la República, apenas seis meses después, cuenta ya con 139.000 soldados y un núcleo tan destacado de mandos, que la mayor parte de ellos pasarán a dirigir el mando supremo de los distintos cuerpos del ejercito republicano. Su impagable valor fue que, más allá de la vital formación de una numerosa tropa de disciplinada e instruida militarmente, supieron establecer y mantener la ligazón político-moral entre el frente y la retaguardia, y se hicieron querer no sólo por los combatientes que figuraban en sus filas, sino de todo el pueblo trabajador.
La imbricación entre el Partido Comunista, el Quinto Regimiento y el mundo intelectual y cultural progresista, no sólo de la España republicana sino del mundo entero, va a ser total desde el principio.
Rosario Dinamitera participa plenamente y en primer plano en esta tarea. Primero como miliciana en el frente norte de Madrid, donde el Quinto Regimiento logra detener a las tropas del general Mola que jactanciosamente había anunciado que en dos semanas entraría en Madrid. Allí, la dinamita que manejaba contra los tanques facciosos, como dice Miguel Hernández, se prendó de su mano derecha y la convirtió en estrella.Pero las tropas de Mola se quedaron inmovilizadas para el resto de la guerra y Madrid se libró del frente norte para poder concentrarse en la heroica gesta de su defensa contra los furiosos ataques de los ejércitos de Franco.
Después, como telefonista del mando central del quinto regimiento a las órdenes de El Campesino, de Modesto, de Galán, Rosario Dinamitera entabla una sólida relación de amistad y camaradería con Miguel Hernández, conoce a Rafael Alberti y Teresa León, a Josep Renau, a Emilio Prados, Altoaguirre, Pablo Neruda, Luis Cernuda…Participa plenamente de la intensísima vida cultural del Madrid asediado por el fascismo y de la España republicana, del Congreso Internacional de Intelectuales Antifascistas, de la España popular y revolucionaria a la que viajan para expresar su apoyo y solidaridad desde Octavio Paz y Cesar Vallejo hasta Ernest Hemingway y André Malraux.
Pablo Setién dice:
Otra de las figuras femeninas más injustamente olvidada por nuestra Historia es la de Aida de la Fuente Penaos (1915-1934), también llamada La Rosa Roja de Asturias. Militante comunista cayó en combate con 19 años mientras disparaba una ametralladora tratando de contener el avance de las tropas de Yagüe y Franco mandadas por el Gobierno de la República para sofocar la Revolución de Octubre del 34. Sería de agradecer una reseña biográfica de nuestra particular Rosa de Asturias. P. Setién.
Pablo Setién dice:
A mayor abundamiento de mi post anterior me permito transcribir una poesía de un payador comunista argentino de quien hablé en mi serie “Que trata sobre poetas de la insurgencia”, publicado en De Verdad Digital y Foros 21.
La libertaria. A la memoria de Aída Lafuente, muerta en la cuenca minera de Asturias.
Estaba toda manchada de sangre, / estaba toda matando a los guardias, / estaba toda manchada de barro, / estaba toda manchada de cielo, / estaba toda manchada de España.
Ven, catalán jornalero a su entierro, / ven, campesino andaluz a su entierro, / ven a su entierro, yuntero extremeño, / ven a su entierro, pescador gallego, / ven, leñador vizcaíno a su entierro, / ven, labrador castellano a su entierro, / no dejéis solo al minero asturiano.
Ven, porque estaba manchada de España, / ven, porque era la novia de Octubre, / ven, porque era la rosa de Octubre, / ven, porque era la novia de España.
No dejéis sola su tumba del campo / donde se mezcla el carbón y la sangre, / florezca siempre la flor de su sangre / sobre su cuerpo vestido de rojo, / no dejéis sola su tumba del aire.
Cuando desfilan los guardias de asalto, / cuando el obispo revista las tropas, / cuando el verdugo tortura al minero, / ella, agitando su túnica roja / quiere salir de la tumba del viento, / quiere salir y llamarnos hermanos / y renovaros valor y esperanza / y recordaros la fecha de Octubre / cuando caían las frutas de acero / y estaba toda mezclada de España / y estaba toda la novia de Octubre / y estaba toda la rosa de Octubre / y estaba toda la madre de España.
(Raúl González Tuñón. Madrid, 1935)