Rompiendo las costuras de la justicia

Dura, esclarecedora y sobre todo necesaria ha sido la charla visión feminista de las mujeres juristas.

En la librería “Traficantes de sueños”, cuatro mujeres profesionales del derecho: Inés Herreros, fiscal especializada en violencia de género; la abogada Elena Vázquez, presidenta del Foro de Abogad@s de izquierdas; y las abogadas Berta García Cristóbal y Anabel Salgado, ambas pertenecientes a ActivaT abogad@s, han arrojado luz sobre la sentencia de la Manada y han reflexionado acerca de la justicia patriarcal impartida por jueces que reproducen el machismo sistemático. Dura, esclarecedora y sobre todo necesaria ha sido la charla aportada por las voces más indicadas en este tema y también menos escuchadas en el mundo del derecho, las de las mujeres juristas con una visión feminista.

Al comienzo, un audio nos hacía reflexionar sobre la sentencia del famoso caso de “la Manada” y se dirigía directamente a los jueces con estas palabras: “Señor juez, señora jueza, cámbiense las gafas y cambien las cintas del porno porque nos va la vida en ello”. Apelaba así directamente a la importancia de la ideología y concienciación de los encargados de impartir justicia, idea que más adelante desarrolló Elena Vázquez. No es suficiente con cambiar las leyes injustas si los que deciden si las aplican o no perpetúan el machismo en el que han sido educados en la sociedad patriarcal. Esto se traduce después en sentencias como la de la Manada. La justicia no puede estar en manos de señores con toga tan alejados de la calle desde sus asientos que no ven nada y dictan sentencias ajenos a los problemas sociales que se está produciendo en ellas. No basta solo con que posean grandes conocimientos de Derecho y del sistema jurídico, son necesarias además la empatía y sensibilidad hacia las problemáticas actuales, el deseo de impartir justicia y de lograr, por tanto, una comunidad más sana. “Unos tribunales que no entienden la evolución de la sociedad no están en condiciones de impartir justicia”.

Ahora que se ha puesto sobre la mesa la existencia de una violencia específica contra las mujeres, al contrario que hace años, cuando se decía que lo que pasaba dentro de casa se solucionaba en casa, los tribunales deben saber dar respuesta a ello. Inés Herreros lo resumía con una magnífica frase: “La vida de las mujeres rompe las costuras de la justicia”. Queda reflejado en el caso que nos ocupa, donde no vieron intimidación en que cinco tíos llevaran a una chica hasta un portal y después la rodearan, y por tanto determinaron que era “solo” abuso sexual. Quizá, solo quizá, con empatía, el juez que votó a favor de la absolución de los acusados habría comprendido por qué la víctima se dejó hacer, deseando que aquello terminara rápido y no fuera a peor. Algo que, a nosotras, las que pasamos miedo al volver solas a casa por la noche no nos cuesta comprender. Sin embargo, para una persona que vive completamente ajena a la realidad de las mujeres, a la violencia dirigida específicamente a nosotras y que ha sido criada en una cultura donde se consume pornografía que nos degrada; el que una chica se mantenga durante el acto sexual inmóvil, con los ojos cerrados y cara de sufrimiento mientras le realizan prácticas dolorosas es algo normal. Berta García nos leyó ejemplos del auto de la sentencia, rebosante de comentarios fuera de lugar y con prejuicios como “los acusados parecen demasiado cómodos como para estar cometiendo un delito”. Sin ponerse las gafas moradas, o simplemente sin “quitar la roña machista de nuestros ojos” como dijo la fiscal Inés Herreros, la percepción de la realidad se ve distorsionada.

El sistema jurídico necesita aire fresco, necesita magistrados que actúen en consecuencia a los problemas actuales y a los avances que realiza el pueblo en torno a la comprensión de estos. El problema que conlleva la falta de conciencia feminista en algunos de nuestros jueces es innegable. Elena Vázquez nos mostró ejemplos, algunos vividos desde su experiencia como abogada. Desde la famosa frase de una jueza a una víctima de una violación: “¿Cerraste bien las piernas?” a un juez que absolvió a un hombre que había abusado de su hija, de cuatro años, alegando que la niña no parecía triste al contarlo en juicio y por tanto podría haber sido un complot organizado por la madre, en términos de separación.

Como se remarcó en la conferencia, endurecer más las penas de cárcel es inútil si no nos proponemos como sociedad erradicar el problema desde la niñez, a través de una educación basada en la igualdad de todos. Mientras tanto, “Cuánto más se grite, más se proteste en las calles, más derechos se conseguirán. Los cambios los consigue el pueblo”.

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