Recientemente la descripción del mapa genético de los cánceres más letales, el de páncreas y el glioblastoma múltiple cerebral, rompió definitivamente la concepción de que en los cánceres se podía encontrar uno o dos defectos genéticos, o mutaciones, sobre los cuales se podía desarrollar una línea terapéutica.
Los fármacos “diana” que buscan golear en una determinada molécula o receptor para bloquear la vía metabólica que hace posible el desarrollo de ese tipo de tumor. Un ejemplo lo tenemos en el cáncer de mama y los fármacos que buscan bloquear los receptores del factor de crecimiento epidérmico (HER) que se encuentran sobre expresados en una parte de estos tumores. La realidad es que en un cáncer concreto están involucradas varias vías metabólicas diferentes porque los trastornos genéticos son múltiples y no fáciles de descifrar. La conclusión es que la solución estará en una medicina individualizada para golpear en cada caso concreto las múltiples “dianas”. Sin embargo, se hacía necesario estudiar la implicación de los factores ambientales para poder comprender (no ya describir) los cambios que llevan a una persona a desarrollar cáncer. Recientemente se ha abatido otra de las concepciones que había venido funcionando en el campo de la oncología, y es que los fallos genéticos están relacionados con un tipo específico de tumor. Un equipo español ha participado, por primera vez, en un estudio cuya conclusión es que los rasgos genéticos cancerosos estudiados están relacionados con cinco tipos diferentes de cánceres. O sea, la misma mutación aumenta el riesgo de cáncer de piel (de tipo basocelular), pulmón, próstata, vejiga y también de cuello del útero, cinco cánceres en los que el factor ambiental tóxico juega un papel de primera línea. Los de pulmón y vejiga se relacionan directamente con el consumo de tabaco, el de cuello uterino con el virus del papiloma humano, y el de piel con las radiaciones solares. ¿Podrían los cambios genéticos hacer más vulnerable a la persona antes los factores tóxicos? Parece una buena forma de enfocar el tema, frente al reduccionismo de que la mera descripción de los trastornos genéticos es suficiente para comprender el cáncer. Este estudio se ha realizado sobre 80.000 personas de 11 países. En España, han participado investigadores del Hospital Lozano Blesa de Zaragoza y del Instituto Valenciano de Oncología. Otro de los aspectos del estudio es la relación de las anomalías genéticas con los mecanismo de reparación y estabilidad del material genético de la célula (la llamada telomerasa), que es otro campo de actuación muy importante en marcha en nuestro país.