Televisión

Rock con canas

Rí­os de tinta se han vertido respecto a los múltiples formatos de reality que han surgido en la última década. Separar el grano de la paja es una de las tareas más gratificantes cuando descubrimos sorpresas tan agradables como la que nos ha deparado el nuevo programa de la televisión pública catalana: «Casal Rock». Cada lunes seguimos a un particular coro de 25 jubilados, liderados por el intérprete, autor y productor Marc Parrot (el que un dí­a fue «El Chaval de la Peca»), que ensayan los arreglos para 10 temas de rock, nacional e internacional, con los que pretenden dar un concierto, rompiendo las barreras generacionales y los prejuicios acerca de cual es la actividad que debe llevar una persona en el ocaso de su vida.

Desde Elvira, de 70 años, hasta Carmen, de 89 y bisabuela or partida doble, todos y cada uno de los componentes del particular coro pasaron por sucesivos cástings para llegar a conformar el grupo definitivo. Ninguno de ellos ha sido profesional, aunque sus vidas les han deparado múltiples experiencias. Tampoco son ni mucho menos fans roqueros, ninguno de ellos había asistido nunca a un concierto ni conocía la mayoría de las canciones que van a interpretar, pero eso no ha hecho que no sean capaces de atreverse hasta con una canción en inglés, el Highway to Hell de los veteranos AC/DC.Cada lunes contemplamos su evolución en el aprendizaje, los retos que supone el trabajo en equipo, el esfuerzo de Parrot por hacerles más “digerible” cada tema, sus impresiones subjetivas, e incluso sus momentos de estudio y práctica en su domicilio. Además del elaborado trabajo de arreglo musical que Marc Parrot hace desde su estudio, y les traslada posteriormente –graba cada una de las canciones hasta con cuatro voces, correspondientes a las tesituras de cada registro del coro-, también cuentan con asesoramiento interpretativo. La profesora extremeña de interpretación, Reichel Delgado, ayuda a los componentes que ejercerán de solistas en cada tema a asumir la actitud y los gestos propios del género musical con divertidos ejercicios –excepcional el de romper platos contra el suelo para que sacaran la rabia que llevaban dentro-.Una arriesgada apuesta basada en un formato completamente original, que une entretenimiento, divulgación y utilidad social. Porque detrás de todo el montaje de Casal Rock existe un mensaje que los componentes del coro se encargan de recordar continuamente: “Los viejos no tenemos porque dedicarnos a pasear, jugar a dominó y ver la vida pasar. Tenemos mucho que decir y queremos conocer los lenguajes actuales para que se nos escuche”. Por si fuera poco, el éxito de audiencia ha sido completo, y ya existe toda una colección de material, como videos, carteles del concierto, biografías de los componentes, etc; a través de la red, como si de un grupo de superestrellas se tratara. No es para menos, el rock sirve para muchas cosas, y su alianza con la televisión lo hace más poderoso. Que tomen nota los responsables de la enésima versión de Operación Triunfo, cada vez más impopular.

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