Fotografí­a

Robert Frank, en las entrañas de la bestia.

Los ojos de medio mundo han mirado esta semana a la capital estadounidense, con motivo de la investidura de Obama. Los ojos que miren más atentamente habrán encontrado en la National Art Gallery la obra de uno de los personajes que mejor retrató la historia reciente del paí­s. The Americans, más importante colección del gran documentalista Robert Frank, se nos antoja visionaria en su 50 Aniversario.

Robert Frank nació en Suiza en 1924. En 1955 consiguió una beca ara viajar a los Estados Unidos, con el fin de retratar un modelo social que por entonces se extendía por el mundo, y que causaba tanta inquietud en el joven fotógrafo. Disparó 27.000 fotografías a lo largo de casi dos años, recorriendo en coche más de 16.000 kilómetros. Con aquel material Frank editó en 1959 un libro con 83 imágenes, The americans.Frank puso el objetivo de su cámara al servicio de temas a los que nadie miraba de frente entonces y que se convertirían en esenciales en las décadas posteriores de la vida de Estados Unidos. Su obra documenta sin estrépito, pero con fuerte humanidad, el racismo, la cultura del consumo o el culto al automóvil, en escenas cotidianas elevadas al rango de estampas generacionales.El nuevo “estilo de vida americano”, al que la potencia se aferro al comienzo de la política de bloques, fue retratado con la cercanía del que lo observa a pie de calle. Con escenas que denunciaban la fragilidad del monstruo, en paisajes como la desértica América profunda, o las calles de Harlem. Imágenes “para un turista decepcionado”, el tranvía donde los blancos se asoman por las ventanas frontales y los negros por las de atrás, o esos trabajadores fuera de foco en una cadena de montaje en Detroit, ciudad que hoy simboliza, mejor que ninguna otra, el declive económico de un imperio.La vigencia de la obra fotográfica de Frank y algunos de sus compañeros de generación, queda sellada a merced de los acontecimientos actuales. La América decadente de la generación “beat”, se antoja ahora en cierta manera profética. Y no parece casual que su imagen haya resurgido coincidiendo en el espacio y el tiempo con la proclamación de la “nueva esperanza” de la Casa Blanca.

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