Revertir lo irreversible

Desde que en 1997, Zaplana iniciará la privatización de los servicio sanitarios de los valencianos la sanidad social se ha visto sometida a un desmembramiento descarado y descarnado

Desde que en 1997, Zaplana iniciará la privatización de los servicio sanitarios de los valencianos con el argumento: “Yo no tengo dinero para crear servicios sanitarios que den atención a la población”, y que: “Existen fórmulas públicas y gratuitas para generar recursos sanitarios con el mismo nivel de eficacia, contrastados y exigidos, y más baratos para la administración pública…” la sanidad social se ha visto sometida a un desmembramiento descarado y descarnado, que ha suprimido la democracia en sanidad sometiéndola a las decisiones de una empresa pública hasta el fin del convenio a 25 años, y ha beneficiado en todos los sentidos a los consorcios privados que se han cebado a sus expensas… a nuestras expensas. Ribera Salud, formada por ADESLAS, Dragados, LUBASA, Bancaixa, la CAM (alguien puede explicar que saben estas empresas de sanidad? Constructoras que se han ido a pique,? bancos?, cajas que, a su vez, han sido ellas mismas rescatadas?), fue la multinacional tocada con la fortuna para decidir el tiempo y la forma en que la salud sería administrada a los españoles.

Pues esta brillante iniciativa tuvo, los cinco primeros años de funcionamiento, pérdidas de alrededor de 5 millones. A pesar de ello el gobierno del PP valenciano decidió rescatar a Ribera Salud con 69 millones de euros, y premiarla con mejores condiciones del convenio como más dinero por paciente/año y la cesión de los Centros de Atención Primaria. A pesar del evidente fracaso económico del modelo Alzira para la administración pública, el modelo se reprodujo en Denia, Elche, Torrevieja y Manises, y el PP de Madrid decidió implantar el modelo en Móstoles, Valdemoro, Torrejon y Villalba, hasta que, en 2014, la Marea Blanca paralizara los intentos de Ignacio González de privatizar otros centros.

Ojalá ese hubiera sido el fin de la historia, pero las concesiones a estas multinacionales están lejos de expirar y lo que más preocupa, es que a pesar de los cambios en los gobiernos, quienes han tomado el relevo están lejos de poder explicar que van a hacer para sacar al elefante blanco de la cristalería. El PP y sus secuaces se aseguraron bien de dejar protegidos los convenios para que la administración (que somos todos) tuviera que pagar escandalosas cifras en caso de querer revertirlos, y por si eso fuera poco, no previeron ninguna fórmula (gratuita y contrastada, que tenía que haber muchas, por supuesto) para re-definir el estado en el que quedarían los miles de trabajadores con contratos laborales que actualmente dan su mejor esfuerzo cada día en sus centros. Si serán o no asumidos por la Seguridad Social con todo lo que ello representa, no ha sido aclarado y, hasta el día de hoy, no forma parte de la agenda de los partidos en el poder, que otro tome la patata caliente…

Por otro lado, y a pesar de la manifiesta condena a la privatización del gobierno valenciano actual, seguimos asistiendo, quienes contribuimos con nuestro trabajo diario a la atención de los enfermos en la sanidad pública, al minucioso saqueo conocido poéticamente como “externalización de los servicios”, “reajustes”, “reorganización del personal”, que representan la privatización de los servicios de Imagenologia, laboratorio, mantenimiento, reubicación de personal a sitios donde no hay sin contratar nuevos trabajadores para los puestos que han sido abandonados, falta de cobertura en vacaciones y obligación de asumir más tareas en lugar de contratar personal eventual, y un largo etcétera, con el consiguiente deterioro de la calidad asistencial como se observa en la falta de camas de hospitalización, la saturación de los servicios en temporadas específicas (verano, gripe, etc…), el brutal retraso en las listas de espera quirúrgica. Reconocemos que recibieron un problema enorme y complejo, y que se han hecho muchos avances, pero en lo que se refiere a la salud de los españoles, las acciones correctivas y las mejoras son urgentes, porque cada día de retraso añade un día de sufrimiento a los enfermos, y agranda las cifras de complicaciones y muertes. Los medios de comunicación han dejado de poner en el debate la solución a este problema, y pareciera como que tuviéramos que resignarnos a sufrir el mal necesario de la privatización en sanidad, como condena a haber permitido que el PP nos impusiera este mal chiste. Pareciera que los ciudadanos hubiéramos perdido el poder de decisión asumiendo que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y nos merecemos que nos fustiguen y nos marquen con el hierro candente del escarnio… ¿hasta cuando seguiremos tolerando esta situación?

Adriana Paredes Ríos

Doctora en Ginecología y Obstetricia.

Tiene 44 años y es mejicana residente en Valencia. Activista de la Marea Blanca y de Anawin (por la salud materno infantil en Guinea Bissau).

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