Retrato de Euskadi en sepia

PNV, Bildu y Podemos votan en contra de que la selección española de fútbol pueda jugar en el campo bilbaíno de San Mamés. Precisamente, la Roja es lo contrario de cualquier manifestación de patrioterismo reaccionario… y desde luego una refutación completa de las tesis secesionistas.

La Roja, nombre con el que se conoce popular (e internacionalmente) a la selección española de fútbol seguirá sin jugar en el césped del nuevo estadio de San Mamés. PNV, EH Bildu y Podemos unieron sus votos en las Juntas generales de Bizkaia, el Parlamento provincial, para rechazar una propuesta que instaba a la Diputación foral a reclamar a la Federación Española de Fútbol que asignara algún partido de la selección española en el nuevo campo del Athletic de Bilbao. Por contra, PP, PSE-EE y el Grupo Mixto votaron a favor de dicha proposición. El animado debate a que dio pie dicha propuesta es, a su modo, un retrato de las actitudes y posiciones que siguen dominando la vida política y el imaginario del País Vasco.

El PNV, como es su divisa tradicional, jugó a la ambigüedad y a llevar el agua a su molino. Su representante en las Juntas, Jon Andoni Atutxa, sostuvo que al PNV le gustaría ver jugar en San Mamés a la selección española… siempre que fuera para jugar contra la selección vasca de fútbol. Atutxa aprovechó la ocasión para reclamar un cambio en la normativa legal y que Euzkadi pueda tener su propia selección nacional, a fin de participar en las competiciones internacionales como si fuera un país independiente. El PNV, que no le ha hecho ningún asco a firmar con el PP un acuerdo para aprobar los presupuestos generales del estado a cambio de una sustancial tajada económica, en cambio no acepta ninguna concesión en lo «simbólico», para seguir alimentando entre sus bases las esencias del nacionalismo y la ficción de que son una realidad diferente y enfrentada a España. Nada nuevo, pues, por ese lado.

Por su parte la coalición EH Bildu, en línea con sus portulados tradicionales, denunció que había «un fuerte contenido político», de sesgo «españolista», tras la proposición. Su portavoz, Endika Montes, dijo que se intenta que la selección española juegue en Euskadi mientras «se veta a la selección vasca». Para Bildu «el único veto político que hay es a la selección vasca». Nada nuevo, pues, tampoco por ahí.«¿Por qué no quieren los nacionalistas que la Roja juegue en San Mamés? ¿Por no escuchar el himno? ¿Porque les recuerda a Franco? En absoluto»

Más sorprendente en cambio fue que Mikel Isasi, de Podemos, no solo se sumara al rechazo, sino que fuera incluso el más radical. Para Isasi se trataba de un asunto «político» que está relacionado con lo que el PP «considera que es ser un buen español, y con el concepto de castigar y enviar a la cárcel a quien creen que no lo es». El portavoz de Podemos aseguró que en una situación «normalizada» de relaciones con el Estado, la selección española sería «bienvenida», aunque puntualizó que mucha gente silbaría el himno, porque «casualmente es el mismo que utilizaba el gobierno fascista de Franco».

Ciertamente resulta difícil de entender la actitud de Podemos en este caso, en el que no tenía ninguna necesidad de encontrarse con tan incómodos compañeros de cama. Máxime cuando la argumentación utilizada parece sacada íntegramente del baúl incombustible del nacionalismo. Invocar como condición previa la «normalización» de la situación entre Euzkadi y España es caer en una típica trampa del nacionalismo. Para ellos «normalizar» es simplemente imponer sus tesis de segregación. Y cualquier cosa que no sea eso, para ellos es «anormal». ¿Por qué no quieren los nacionalistas que la Roja juegue en San Mamés? ¿Por no escuchar el himno? ¿Porque les recuerda a Franco? En absoluto. No quieren simplemente porque la Roja sí es un caso auténtico de «normalización»: es decir, un ámbito en el que se da una convivencia de igual a igual y una integración sin discriminaciones. Un equipo que ha sabido sumar lo mejor de cada lugar para crear un nivel de excelencia admirado por todo el mundo, con unos valores que no tienen nada que ver, además, con otros que dominan en el planeta fútbol. Y que, como resultado de ello, se ha convertido en una referencia deportiva universal.

Sacar a colación la bandera, el himno, a Franco y la «normalización», en relación a la selección española de fútbol, es un verdadero absurdo, un completo disparate. Precisamente, la Roja es lo contrario de cualquier manifestación de patrioterismo reaccionario… y desde luego una refutación completa de las tesis secesionistas. Una maravillosa fusión en la que se ha logrado reunir la increíble revolución técnica impulsada por el Barça de Cruyff con aportaciones de las otras grandes escuelas futbolísticas españolas: la andaluza, la canaria, la asturiana, la vasca… Lo que ha permitido al fútbol español ser una verdadero ejemplo mundial, que ha dominado durante toda una década el panorama del deporte más influyente y con más audiencia del planeta. A pesar de no contar con estrellas megagalácticas (o quizás, gracias a ello). «La propuesta era una buena oportunidad para poner en evidencia cómo los valores que encarna la Roja son antitéticos de los de la derecha más reaccionaria»

Argüir además que la propuesta es una añagaza del PP para fomentar el «españolismo» más rancio, es también un absurdo y un grave error. Precisamente la propuesta era una buena oportunidad para poner en evidencia cómo los valores y los principios que encarna la Roja son bastante antitéticos con los que pregona la derecha más reaccionaria, quien al tiempo que saca pecho con las «victorias patrias», no le tiembla el pulso a las hora de azuzar los conflictos y las guerras entre unas comunidades u y otras.

Podemos ha perdido una gran ocasión de ser una voz propia y realmente diferente en un lugar que, al menos en lo político e ideológico, parece anclado en el pasado. Otra cosa es la vida real de la gente. De hecho, en Euskadi, a la Roja se le ve «secreta y masivamente», con mucha pasión.

También merece una mención, por último, la argumentación favorable de los socialistas vascos, para los que se trataba de un caso de puro pragmatismo. El PSE defendió la presencia de la Roja por aspectos puramente económicos y deportivos. Es una manera de «rentabilizar la inversión que se llevó a cabo cuando se construyó San Mames», dijo el portavoz socialista, quién añadió que «resulta cansino entrar en otras disquisiciones». Tal vez algunos socialistas aún se preguntan porqué su partido va de capa caída en Euskadi.

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