Paradójicamente, cuando el gobierno del PP está en minoría en el parlamento, los congresos celebrados entre las fuerzas políticas que recibieron buena parte de los votos de la mayoría de progreso en las últimas elecciones se han celebrado bajo el signo de la división.
La Asamblea de Vistalegre II de Podemos ha ratificado, con el 60% de los votos emitidos, a Pablo Iglesias y su línea, frente al 37% logrado por Íñigo Errejón, relevado de la Secretaría Política y como portavoz parlamentario.
En el PSOE se recrudece el enfrentamiento entre la Gestora y Susana Díaz y Pedro Sánchez, tras su decisión de presentarse a las primarias para volver a dirigir el PSOE, Y Ciudadanos abandona su componente “socialdemócrata” para declararse liberal, con el apoyo del 70% frente al 30% de los críticos. Quieren que lo valoremos solo como enfrentamientos personales o rivalidades. Pero está en juego algo mucho más importante, que nos afecta a todos. Si aprovechamos, o por el contrario se colocan nuevos obstáculos en su avance, las condiciones que hoy siguen permitiendo un acuerdo entre las fuerzas de progreso que se enfrente a las políticas que representa el gobierno de Rajoy.
La situación política en España sigue bajo el signo del avance de una mayoría progresista que ha colocado en minoría al gobierno del PP.
Desde antes que se convocaran las elecciones generales de diciembre de 2015 hay un “hilo conductor” en torno al cual ha girado toda la política española: el avance de una mayoría social que permitía un cambio de políticas y de gobierno, y las presiones exteriores y de la clase dominante española para que continuara un gobierno de Rajoy que garantizara la continuidad de las políticas de recortes.
La principal “línea roja” de los grandes centros de poder ha sido que de ninguna manera debía abrirse camino un gobierno de cambio y progreso reclamado por una amplia mayoría social.
Es desde aquí de debemos valorar la situación y los debates entre las diferentes fuerzas de progreso.
Nadie puede negar que la división y el fraccionamiento interno en el PSOE viene determinado por el “No es No” de Pedro Sánchez a dar su apoyo a un gobierno de gran coalición o gobierno del PP.
Demasiadas oportunidades perdidas
“¡Unidad! ¡Unidad! ¡Unidad!”. Esta fue la exigencia expresada en Vistalegre II por las base de Podemos. Ante una disputa, más allá de cualquier límite razonable al abordar las diferencias, entre las candidaturas encabezadas por Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. Que debilitaba, o directamente impedía, la posibilidad de impulsar una alternativa frente a las políticas que representa el gobierno de Rajoy.
Algo parecido ha ocurrido a nivel nacional. Las elecciones abrieron por dos veces, el 20-D y el 26-J, la oportunidad de formar un gobierno alternativo al PP.
Existía la posibilidad real para la formación de un “gobierno de progreso, basado en un acuerdo PSOE, Unidos-Podemos y Ciudadanos”, abierto a otras fuerzas como Compromis, que recogiera los anhelos de casi 14 millones de votos de un viento popular y patriótico expresado en las urnas en las dos últimas elecciones, casi el doble que el PP. Traducido también en una mayoría parlamentaria de 188 diputados frente a los 137 de Rajoy. Y en torno a esta posibilidad ha girado, y sigue girando, toda la política de la izquierda.
Una doble oportunidad perdida por las posiciones que antepusieron otros intereses a la exigencia, ampliamente expresada en las urnas, de unidad para permitir un gobierno de progreso que representara a la mayoría social.
Los cinco millones de votos a Unidos-Podemos fueron parte importante de esta mayoría que exigía un cambio de progreso. Y que ha avanzado creando mejores condiciones para defender los intereses de la mayoría.
Por eso se equivoca gravemente Pablo Iglesias cuando, en el documento político que presenta su candidatura, afirma que “frente a lo que pensaron algunos compañeros, los históricos resultados de diciembre no crearon una suerte de situación de empate entre las fuerzas del cambio y las fuerzas de la restauración”.
Concluyendo que no era posible ningún gobierno de cambio porque el PSOE (entonces dirigido por Pedro Sánchez) y Ciudadanos eran la “Triple Alianza, PP, PSOE y Ciudadanos”, las fuerzas políticas “de la restauración”. Y por lo tanto “todas las fórmulas de gobierno” que se barajaron “eran de las élites económicas”.
Los hechos demuestran que el PP ha retrocedido, y que las fuerzas que representan a la mayoría de progreso han avanzado, en la calle y en el parlamento. Eso es lo que ha permitido aprobar en el Congreso resoluciones que exigieran la derogación de la LOMCE, o la reivindicación de una subida de las pensiones acorde al incremento del IPC que evite la pérdida de poder adquisitivo para los pensionistas.
Frente a la idea de que PP, PSOE y Ciudadanos forman la “triple alianza” de la restauración, la realidad es que PSOE y Ciudadanos han coincidido con Unidos-Podemos en más del 70% de las votaciones en el Congreso, y esa es la tónica habitual en los gobiernos del cambio en muchos ayuntamientos y comunidades.
Una fuerza política que aspira a representar la exigencia de un cambio real de la mayoría debe luchar por unir todo lo unible en ese camino.
Existen condiciones para poder enfrentarse, desde la mayoría de progreso, a un gobierno del PP cuyas acciones de gobierno giran en torno a mantener la reforma laboral, a subidas mínimas de salarios y pensiones por debajo del IPC, De Guindos asegurando a Bruselas nuevos ajustes si hicieran falta para cuadrar el déficit y Cospedal comprometiendo más gastos militares para la OTAN y Trump.
Lo que está en juego
Las posiciones ahora mismo dominantes en la dirección del PSOE y en la dirección Podemos tienen un punto en común: dificultar o negar la posibilidad de un gobierno de “progreso y cambio” y fiar toda su estrategia política a los resultados electorales en 2020 para, si les son favorables, intentar formar su propio gobierno.
Justo lo contrario de lo que demanda la mayoría social, y también las bases y votantes de Podemos y el PSOE.
La realidad es que, en la política diaria y parlamentaria las tres fuerzas -PSOE, Unidos-Podemos y Ciudadanos que concentraron la mayoría de los votos por el cambio- coinciden en numerosas ocasiones frente a las posiciones del PP y el gobierno, incluso votan lo mismo en el Congreso.
Lo que está poniendo de manifiesto la necesidad de una política de unidad que trabaje por unir todo lo unible, hasta la última brizna, de las ingentes y plurales fuerzas de cambio que hay en la sociedad española y que van más allá de lo que un sólo partido puede aglutinar.
Esto es lo que además siguen expresando las encuestas: la mayoría social que vota por el progreso y el cambio seguiría concentrando su voto en diferentes fuerzas políticas de distintas sensibilidades.
Y lo que marca el camino, trabajar por forjar cada día y en cada acción la unidad más amplia que genere la fuerza política necesaria para abrir paso a un gobierno de progreso que acabe con los recortes y las reformas como la laboral, abra paso a la redistribución de la riqueza para acabar con las desigualdades y de un salto en el modelo económico y la recuperación del país.
Y del que no puede excluirse la defensa de la soberanía, especialmente ante las nuevas exigencias de la era Trump.
kenobi dice:
Hay cosas del artículo que me parecen flojas,y es que si Pablo Iglesias optó por no apoyar a Ciudadanos y al PSOE no fue por iniciativa suya,sino lo que las bases decidieron:»¿más de lo mismo con PSOE y Ciudadanos?nooooo» en participación democrática,porque hay que reconocer que Podemos ante todo es un partido muy democrático,hasta en el programa,elaborado por los afiliados.El problema es que las bases de Podemos no tienen visión anti-hegemonista,como la puede tener este periódico,pero no es culpa suya,es nuestra,de no dársela
san bruce lee vt-700 dice:
¿Isidoro 2.0?
Maonesa dice:
Iglesias es Isidoro 2.0
El tiempo me ha dado la razón.
san bruce lee vietcong t-800 dice:
Mu fuena esa Maki.Y todo ello sin contar con que Iglesias celebró la libertad de Otegui:«La libertad de Otegi es una buena noticia para los demócratas»,decía este pájaro,que ya «de jóven» boicoteó un acto de Rosa Diez cantando el «eusko gudariak».Es una pena para las bases de Podemos-buena gente- organizados en círculos,donde se les da cultura,etc
MakiNavaja dice:
Ya está bien, por fin alguien que dice algo sincero sobre lo que está pasando y a quién le sirve. Con todo el respeto a los miles de militantes de podemos que quieren un cambio en España. Cuando nos daremos cuenta que la cúpula de Podemos, con la línea de Pablo Iglesias a la cabeza, es la de que todo cambie para que todo siga igual… Abandonaron la lucha por hacer una revisión de la deuda externa, llevan al coronel de la OTAN que aprovó los ataques a Libia, no pide nacionalizar las eléctricas con los abusos que sufrimos los consumidores y en ningún momento se ha criticado los fondos buitre y la venta al capital extranjero de AENA o Abengoa? Con éstos sus intereses van a seguir bien resguardados.
Alberto Sánchez dice:
Bien traído
san bruce lee vietcong t-800 dice:
«fiar toda su estrategia política a los resultados electorales en 2020 para, si les son favorables, intentar formar su propio gobierno»,jojojo,¿gobierno PSOE-Podemos?Pues lo llevan claro
san bruce lee vietcong t-800 dice:
Muy,muy bueno el artículo.Tenemos una «izquierda» pro-Trump
san bruce lee vietcong t-800 dice:
Yo,lo que rescato del artículo es esto:»Las posiciones ahora mismo dominantes en la dirección del PSOE y en la dirección Podemos tienen un punto en común: negar la posibilidad de un gobierno de “progreso y cambio” y fiar toda su estrategia política a los resultados electorales en 2020 para, si les son favorables, intentar formar su propio gobierno.»……¿se han vendido?¿fuerzas «oscuras»-léase CIA,etc- dentro de sus partidos?¿Pablo Iglesias se ha comido un tripi-aquel que iba a nacionalizar la banca-?….¿por qué no quieren un gobierno de progreso?¿Y Rivera ya ha dejado la socialdemocracia,será verdad eso de que le llaman «falangito?…..¡¡pais!!