La experiencia aconseja tomar distancia ante anuncios tan enfáticos. El presidente francés ha utilizado la misma expresión que en otoño de 2008, cuando propugnó «refundar el capitalismo», y la secuencia de reuniones del G-20 pronto demostró que la comunidad internacional apenas lograba parchearlo. Las frustraciones generadas por las dos últimas cumbres, en julio y octubre, que debían ser «decisivas» para cercenar la crisis de la deuda a través de la reforma del Fondo de Estabilidad, abonan también la actitud de prudencia. La aparente solidez del discurso franco-alemán, flanqueado por el del presidente del BCE, Mario Draghi, encubre además claras fisuras entre París y Berlín, susceptibles de retrasar aún más las soluciones.