Reforma laboral

Reducir los salarios: objetivo conseguido

Desde el año 2008 hasta hoy, usted lector trabajador ha perdido un 25% de su salario real. Y lo ha perdido por dos ví­as. Porque cobra menos en su nómina. Y por el incremento de los precios de los productos, impuestos y tasas que reducen el poder adquisitivo de su salario. No es una rebaja que haya caí­do del cielo, era un objetivo programado. En diciembre de 2009 el economista norteamericno Paúl Krugman, uno de los gurús económicos de Obama, decí­a en su columna del New York Times que «los españoles deberán rebajar un 25% sus salarios si quieren salir de la crisis y acabar con el paro». Siete años después la rebaja salarial es un objetivo conseguido.

Todos hemos oído o leído en los medios que ahora el Instituto Nacional de Estadística reconoce que desde 2008 a 2014 los trabajadores hemos perdido un 10% del poder adquisitivo de nuestros salarios. Y lo hace publicando por primera vez un nuevo índice, el Índice de Precios del Trabajo (IPT).

Según el nuevo índice, los salarios no subieron una media del 1,5%, dato oficial mantenido hasta ahora, sino que bajaron de media más del 0,7%.

En el mismo periodo de tiempo los precios (IPC) subieron el 8,5%.

Con la suma de ambos, los trabajadores perdieron casi un 10% de poder adquisitivo. Es decir, no sólo no subieron esos años, sino que sufrieron una rebaja media del salario real quince veces mayor de lo que decían en sus estadísticas oficiales.

Pero ¿es ahora cuando hace bien las cuentas el Estado?

No parece que así sea. La única verdad es que el Estado reconoce ahora que los salarios se han hundido mucho más de lo que nos han venido contando.

El nuevo índice sigue siendo una media. Y una misma subida de precios no tiene la misma incidencia en la capacidad adquisitiva de un salario de 3.000 euros que para uno de 1.000. Un aumento de 300 euros en las facturas de los servicios básicos (como luz, agua, gas y transporte) supone un recorte del 30% del poder adquisitivo para un mileurista, y del 10% para el cobra 3.000.

No es objetivo de este artículo establecer con precisión la incidencia real en los salarios del aumento de precios, impuestos, copagos y tasas que recortan el salario real. Pero no sería descabellado partir de que cuanto menos para 10 millones de trabajadores, el 60% de los asalariados (aquellos que cobran el salario medio más frecuente -16.490 euros brutos / 995 euros netos al mes-) será como mínimo el doble de lo que reconoce el INE, es decir en torno al 15%.

¿Cómo han conseguido el otro 10% de rebaja salarial hasta el 25%? Interviniendo directamente sobre el mercado de trabajo. Y la reforma laboral ha sido su instrumento principal.

Objetivo programado

La reforma laboral ha sido un objetivo estructural exigido insistentemente por el gran capital extranjero y las grandes empresas del Ibex-35. Primero con Zapatero y luego con Rajoy.

Una reforma que ha facilitado, entre otros, tres instrumentos fundamentales de rebaja salarial.

-Sustituir empleo fijo indefinido por nuevos contratados con hasta un 36,6% menos de salario. Permitiendo las dobles escalas salariales, sobre todo en las grandes empresas y multinacionales.

En febrero de 2013 Nissan firmó la fabricación de un nuevo modelo en su fábrica de Barcelona, después de conseguir que los trabajadores aceptaran una rebaja salarial del 20% para los nuevos trabajadores. Y así un sin fin de empresas utilizando los mecanismos de la reforma laboral: Seat, Renault en Valladolid, Iveco en Madrid, Acerlor Mittal en Gijón, Sony…

-Anteponer los convenios de empresa por encima de los sectoriales para imponer salarios por debajo de convenio del ramo y aplicando la flexibilidad en la jornada laboral, horarios, festivos, vacaciones, nocturnidad, horas extra…, eliminar todo tipo de complemtos salariales. Cada semana se dejan de pagar 4 millones de horas extra.

-Facilitar la contratación precaria, temporal y por horas, lo que hace que prácticamente el 96% de los nuevos contratos que se firman sean temporales y la mayoría sean a tiempo parcial. Lo que significa que 3,5 millones de trabajadores tengan salarios de apenas 350 euros mensuales.

Objetivo programado, objetivo conseguido.

Tienen razón los sindicatos cuando están proponiendo un aumento de los salarios para empezar a “recuperar poder adquisitivo” y que “los beneficios” de las empresas se trasladen a los salarios y éstos aumenten su presencia en el “reparto de la riqueza”.

Pedir una subida de los salarios de entre el 1,8% y el 4% para 2017 y un salario mínimo de 800 euros es una subida moderada. Pero es un punto de partida y un primer paso para trabajar por un acuerdo de progreso con implicación de todas las fuerzas políticas, sindicales y sociales que permita una elevación general de los salarios aplicando medidas de redistribución salarial.

El hundimiento de los salarios y las estadísticas trampa

La evolución de los salarios durante la crisis ha sido mucho peor de lo que aseguraba el gobierno utilizando la evolución del salario medio de la Encuesta Anual de Coste Laboral. Han utilizado las estadísticas para ocultar lo que pasaba y seguir adelante con la reforma laboral.

Presentaban el aumento del salario medio como prueba irrefutable de que, a pesar de la crisis, los salarios se mantenían, incluso subían aunque fuera menos que antes. Pero lo que presentaban como “subida salarial” era un mero efecto estadístico.

El despido de cientos de miles de trabajadores con contratos temporales y bajos salarios, hacía subir matemáticamente el salario medio. Menos trabajadores con salarios más altos dan una media mayor que más trabajadores con una parte de salarios bajos.

Ahora al cambiar el índice (IPT) ha aparecido una parte de la realidad: se estaba produciendo un hundimiento del salario real de los trabajadores.

Así en 2009 las estadísticas oficiales decían que los salarios crecían un 4,1%, la realidad era que estaban en caída libre y solo habían aumentado un 1,5%.

En 2012 (en pleno rescate financiero) dijeron que los salarios habían aumentado un 0,3% y en realidad el salario nominal caía ya un 1,6% y más de un 10,2% el salario real por la pérdida de poder adquisitivo.

Es difícil creer que un efecto estadístico tan evidente, que ocultaba tal desplome de los salarios, se mantuviera con ingenuidad tanto tiempo.

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