Facebook

¿Redes sociales o redes de control social?

En poco menos de cinco años Facebook llegó a tener 250 millones de usuarios y en el último año los ha duplicado. Las redes sociales fructiferan, así­ como las dudas sobre su papel como canales para las relaciones sociales. Un mundo con nuevas ví­as de comunicación requiere nuevas formas de control.

Con el desarrollo científico-técnico del nuevo siglo Internet se ha mostrado como la herramienta que más está revolucionando las formas de ensar y relacionarse socialmente. Las fronteras parecen desdibujarse en un medio en el que pueden conectarse decenas de personas simultáneamente aún separadas por miles de kilómetros, de una punta a otra del planeta. La información viaja de forma instantánea y lo que antes parecía un coto reservado de privacidad es ahora un bazar de costumbres, gustos y ofertas. En otras ocasiones hemos podido abordar en estas páginas el papel que ha pasado a jugar la red en cuanto a sistema de control y medio para ejercer la hegemonía por parte de las principales potencias, en especial, de quien dispone del control de los sistemas, satélites y servidores, EEUU. Pero en el caso de las redes sociales surge un elemento nuevo, una capacidad de dibujar perfiles y telarañas de relaciones todavía por explotar. La intimidad cobra un sentido diferente, la privacidad se convierte en temor y el mundo se empequeñece a golpe de ratón. Evidentemente ésta no es la realidad que se percibe, ni tampoco el único aspecto de ella. Facebook permite una cantidad de posibilidades hasta ahora inimaginables. Uno puede encontrar a un viejo amigo de la infancia, a los compañeros de instituto, a ese tipo que conoció en un viaje a México… pueden conocerse las noticias en el mismo instante en el que ocurren y de mano de los protagonistas o de gente que las vive al lado de su casa, y pueden agruparse los individuos formando colectividades en los más variopintos temas, desde políticos hasta surrealistas, llegando a tener capacidad de convocatoria y movilización, como ya hemos podido ver en varias ocasiones. Pero lo que importa en este caso es quién tiene el poder, quién gestiona la herramienta y para qué. Sería pecar de inocencia o de estupidez política, depende del caso, pensar que lo que ya es utilizado como una poderosa arma creadora de climas de opinión y una herramienta en la que departamentos de estado invierten millones no utilice activamente el fenómeno de las redes sociales. Recientemente se ha estrenado “The Social Network”, la película de David Fincher, protagonizada por Jesse Eisenberg, que cuenta la historia de la fundación del gigante Facebook. Sirva pues como excusa para abordar un fenómeno que está cambiando las relaciones sociales y fijar nuestra atención sobre el segundo sitio web más visitado del planeta y valorado en más de quince mil millones de dólares. Como podríamos aplicar a cualquier otro aspecto de Internet, o en otros muchos campos, los cauces siempre dependen de al servicio de quien se ponen, no de su naturaleza “esencial” al margen de quién los controla. Quede dicho de antemano que el avance científico-técnico y la transformación de todo el sistema de relaciones que supone Internet, de forma cada vez más acelerada, es una conquista del progreso que de otra manera podría o debería proporcionar enormes beneficios a la humanidad, aunque en muchos aspectos ya lo haga. El ultra-individualismo En la película de Fincher, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, es presentado como un joven con problemas sociales que idea un sistema revolucionario para hacer amigos a través de la red. El “filo” de la crítica o su “lado oscuro” pertenece al terreno de las “dificultades para relacionarse”, como si un universitario que prefiriese la distancia de la pantalla y el poder de modificar las apariencias hubiera proporcionado al mundo el sistema más avanzado de comunicación global individuo por individuo. En todo caso la justificación dramática sería lo único que puede salvar un guión que no pasa ni de puntillas por la realidad, dando explicaciones superficiales y tontas. No corresponde aquí hacer una crítica cinematográfica, pero sí darle la vuelta para señalar el corazón ideológico de esta red mundial. En primer lugar todo sistema en el que se basa Facebook presenta a los individuos como actores con capacidad propia de definir su acción, un grado de “libertad individual” que traspasa las fronteras, como en aquellos sueños en los que uno levantaba el vuelo para encontrarse de forma inmediata con una persona extrañada. Esta nueva “libertad” actúa como un sustituto de los viejos agentes colectivos organizados, y su argumentación sociológica – uno de cuyos máximos exponentes es el sociólogo francés Alain Caillé – pretende resolver la vieja contradicción entre la colectividad y la individualidad. De esta manera se les otorga, a las redes sociales, una capacidad de transformación de la que realmente no disponen, y una capacidad de acción al individuo inexistente. Individuos atomizados De esta manera las relaciones se atomizan cada vez más, y no porque en sí mismo la forma de intercambio en la red lo permita, sino porque es la tendencia en una sociedad en la que la organización, regulada bajo el amparo de la ley y el orden, está cada vez más monopolizada y concentrada en menos manos – en política, medios de comunicación, empresas, ocio… -. Y por otra parte porque los Estados del Bienestar europeos y el “American way of life” norteamericano han basado su desarrollo en potenciar libertades individuales superficiales y coartar las libertades colectivas. Uno puede elegir muchas cosas pero cada vez decidimos menos sobre las cuestiones relevantes que nos afectan a toda la población. Puedes hablar con un coreano, un ruso y un brasileño al mismo tiempo, y en cuestión de minutos, cuando antes viajar de una punta a la otra, personalmente o por carta, costaba meses; sin embargo donde antes, por iniciativa de un alcalde, a caballo se extendía la masacre de Madrid perpetrada por los franceses convulsionando al país en tres días, ahora existen cuatro monopolios de la información y una red sembrada de “ruido” y noticias a millones, en la que es difícil distinguir la carne del pescado. Como decíamos en la página anterior, esta misma tecnología puede y debe servir – de hecho lo hace – para un amplio sistema de relaciones que unen al mundo, los pueblos, y las naciones de una punta a la otra del mundo. Lo que antes era un secreto en Nepal, pese a las dificultades, puede llegar a saberse en San Francisco en cuestión de horas; incluso ante la huelga general hemos podido ver movimientos y convocatorias sumando esfuerzos en la movilización a través de la red. Todo depende de al servicio de quién esté. Control, cara a cara. En Facebook los usuarios pueden participar de varias redes o “grupos”, adherirse o apoyar diferentes webs, publicar sus currículums académicos, sus lugares de trabajo, estudio, vivienda, gustos… pueden hacer listas de consumo, archivos de fotografías, videos… e invitar a otros amigos – añadiendo en segundos toda la lista de contactos del correo – a participar en Facebook. Según han denunciado periodistas como Walter Goobar o Tom Hodgkinson, de The Guardian, dieciséis agencias norteamericanas tienen acceso a Facebook, a las cuentas activas de quinientos millones de usuarios y a todas las que en algún momento estuvieron activas. El primer problema es que legalmente cuando uno se inscribe en la red está aceptando que todo lo que “cuelgue” en la web pasa a ser propiedad de la compañía, que podrá hacer el uso que considere de esa información. Todo y que Zuckerberg ha “asegurado” que la información no sale de Facebook. Hasta el punto que si alguien se da de baja o fallece y su perfil es borrado, varias copias permanecerán por tiempo desconocido en propiedad de la empresa. Si pensamos en que en el último año Facebook ha crecido a una media de dos millones de usuarios por semana podemos hacernos una idea de la magnitud del problema. Para completar esto debemos añadir el pensamiento de uno de los principales ideólogos de Facebook, de la Universidad de Stanford, René Girard. Actualmente la directiva de Facebook está formada por Peter Thiel, Mark Zuckerberg y Jim Beyer. Thiel, miembro de varias firmas de capital riesgo, es considerado uno de los más exitosos alumnos aventajados de Stanford y admirador de las tesis de Girard. Según Girard el ser humano actúa por mimesis de deseo, es decir, por imitación en la que debe mediar un modelo. Así mismo sostiene que las sociedades humanas primitivas evolucionaron sobre la base de resolver conflictos proyectando su violencia sobre una “víctima propiciatoria”, independientemente de su culpabilidad en el conflicto, expulsándola de la sociedad y borrándola de su memoria a través de mitos. En definitiva: somos borregos y para avanzar deben haber siempre víctimas colaterales. El tercer miembro de la junta de Facebook es Jim Breyer. Socio de Accel Partners, que invirtió 12,7 millones de dólares en Facebook en abril de 2005 y está en la junta de gigantes como Walmart y Marvel. Fue presidente del National Venture Capital Association. Además Facebook se fundó como compañía gracias a la inversión de Greylock Venture Capital, una entidad inversionista de capital riesgo cercana a la CIA, y fundada en el 99 con el objetivo de "identificar y asociarse con compañías que estén desarrollando nuevas tecnologías para ayudar a proveer soluciones a la Agencia Central de Inteligencia". Según The Guardian, Howard Cox, accionista de Greylock que trabaja directamente en el departamento de inversiones de la CIA, es el responsable de la última inversión más importante realizada en Facebook por valor de 27,5 millones de dólares. Dime con quien andas… Según el ya famoso artículo de Hodgkinson en The Guardian, Facebook sirve, también, para reclutar agentes en la CIA y para establecer perfiles socio-políticos. En el primer caso no podemos desarrollarlo, además de ser un camino que nos conduciría a la investigación de cloaca y documentación. El segundo ya es diferente. Como la mayoría conoce en Facebook lo que prima es cuántos “amigos” tienes y cuánta gente te añade o le solicitas como amigo. En esta opción existe la posibilidad de ver cuántos amigos comunes tienes con cada persona, e incluso que amigos tiene para mirar si conoces alguno o si te interesaría conocer alguno. Si a esto le añadimos el cruce de líneas de amistad, con la información más o menos completa de cada usuario, tenemos las bases materiales para poder almacenar la mayor base de datos sociológica del planeta que ya incluye a 1/12 de los habitantes. Aunque debamos suponer que no todos los usuarios se corresponden con individuos físicos, muchas páginas son creadas por un mismo individuo o grupo de individuos. Quien tenga la capacidad de realizar complejas telarañas de perfiles sería capaz de construir prácticamente una sociedad virtual en la que seguir la vida de cualquiera, conocer sus costumbres, con quién estudió, o trabaja, o sale, qué le gusta, a dónde va… la opción de “muro” de Facebook suele ser muy activa, pues mucha gente aprovecha la oportunidad para informar a su red de cuestiones que considera importantes, o sencillamente de cotidianidades, como un mensaje de móvil de “¿todo bien?”… solo que multiplicado por mil. Esto permite hacer todo tipo de estudios a medida que la red se extiende, con muestreos para conocer o crear opinión de la forma más directa que seamos capaces de imaginar, personal e intransferiblemente, con el añadido de que todo eso queda almacenado, guardado y conservado por Facebook, teniendo además la propiedad sobre esa información. Pese a que la presencia de Breyer y Thiel son suficientes para confirmar la determinación de la oligarquía norteamericana por hacer uso de lo más avanzado en la red para mantener su dolida hegemonía, multitud de inversores de capital riesgo han acudido a la compañía como moscas a la miel. Y no solo por el beneficio que esperan obtener, sino por lo que significa como capacidad de control e información. Darla la vuelta a la tortilla Todo esto no debe hacernos llegar a ninguna conclusión orwelliana que nos haga perder la perspectiva y el límite de la realidad y la virtualidad. La hegemonía sigue defendiéndose hoy en día con el mayor ejército del planeta. Pero como a lo largo de la historia demócratas, progresistas y revolucionarios han hecho uso del progreso y del desarrollo para mejorar las condiciones de vida y defender las libertades, así ocurre con Internet… y con Facebook. A parte de que cada vez son más las redes sociales que se ponen en marcha y siendo conscientes del papel que cumplen alguna de ellas, hace tiempo que también pueden encontrarse direcciones en Facebook como ésta: Grupos-y-Paginas-Unidas-por-la-Huelga-General-2010

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