Sanidad

¿recortes en la UCI?

El Auditorio Miguel Delibes de Valladolid acoge una reunión de 1.500 médicos intensivistas y profesionales del enfermo crí­tico se reúnen para poner en común las últimas investigaciones de esta especialidad, una especialidad que se mueve en el filo de la vida y la muerte. Es la edición número 44 del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crí­tica y Unidades Coronarias (SEMICYUC).

Hay 2.300 médicos intensivistas en Esaña que trabajan en las 250 Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs). Una unidad donde se tienen que medir estrictamente los tiempos de actuación, los tiempos de respuesta y los efectos adversos de intervenciones o tratamientos que suelen ser agresivos. Tal como afirma Lluis Cabré, participante en un estudio sobre Seguridad y Riesgo en el Enfermo Crítico”, “la mitad de los efectos adversos son evitables, pero la otra mitad no, por mucho que hagamos”. Los efectos más graves tienen relación con las infecciones hospitalarias, tanto porque los catéteres facilitan la entrada de microorganismos al organismo del enfermo como porque la asistencia respiratoria predispone a adquirir una neumonía.Otros incidentes se deben, por ejemplo, a que se retrase la administración de un fármaco porque el personal ha tenido que atender una urgencia en otro paciente. Lo que está claro es que los resultados de las UCIs dependen de cuánta gente y su grado de cualificación. Si esto es importante para cualquier servicio de un hospital, en la UCI es vital. Esta es una demanda histórica de los intensivistas, pero ahora la reivindicación coge más relevancia ante los tiempos de restricción de gastos que estamos padeciendo. El recorte en personal se puede traducir en un mayor aumento de los efectos adversos. Para evitar la tardanza en los tratamientos, en países como EEUU o Inglaterra ya hay equipos de emergencias en las plantas del hospital para evitar el tiempo de traslado del enfermo hasta la UCI.

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