Los corruptos van a la universidad, no están en la cárcel

Rechazo social y severidad penal

Ante la indignación popular despertada por la obviamente esperpéntica participación anunciada del ex alcalde de Marbella Julián Muñoz, personaje que encarna por antonomasia la corrupción generalizada, la dirección del curso de verano de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) Periodismo y corrupción polí­tica, que se va a celebrar en Aranjuez entre el 6 y el 10 de julio, ha decidido no contar con su presencia. Entre toda la suerte de justificaciones y excusas destaca la idea de que Muñoz no habí­a sido invitado como ponente sino en calidad de simple invitado. Hasta el propio ex alcalde de Marbella se ha permitido explicar su honradez en este asunto y su desinterés por el dinero. ¿No muestra este «esperpento» una situación de grave ofensa social y de débil respuesta penal?

Porque lo alarmante y reocupante de este hecho es que un imputado por una corrupción de medidas espectaculares pueda ir a la universidad porque no está en la cárcel. Lo grave y escandaloso es la levedad de las condenas en los casos de corrupción. La debilidad de la respuesta penal y la adaptación de los poderes políticos y sociales ante las prácticas generalizadas de corrupción que se descubren. Cuando lo que pide la conciencia de los ciudadanos de a pie es la mayor severidad ante el robo del dinero de todos. Severidad en las penas y en las sanciones.Se trata de sancionar severamente en lo económico, en exigir la devolución de lo robado, y se trata de castigar severamente con penas de cárcel los casos de corrupción. ¿Acaso, en una situación de crisis aguda, no se deben elevar las penas de cárcel y las sanciones económicas a quien malverse o robe el dinero público? Si el Tribunal Supremo ha elevado las penas a pederastas y terroristas, ¿por qué no ser más severos también con el que roba el pan de todos?

Deja una respuesta