Selección de prensa internacional

Rebelión en la OEA

La histórica decisión de la Conferencia de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos en San Pedro Sula, Honduras, de derogar la resolución que excluyó a Cuba de dicha organización en 1962, sigue dando que hablar, sobre todo en Iberoamérica. La ecuatoriana Agencia Latinoamericana de Información -un medio de comunicación alternativo que mantiene un estatus consultivo especial ante la Comisión Económica y Social (ECOSOC) de Naciones Unidas y es miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial- lo que como una señal más del «cambio de época que vive América Latina».

Para la agencia informativa, la resuelta actitud unánime de todos los gobiernos iberoamericanos –que ya tuvo su recedente en la Cumbre de las Américas a la que acudió Obama y en la que el bloqueo contra Cuba se convirtió también en el centro del debate pese a no estar tampoco en la agenda– no ha hecho sino poner de manifiesto el trascendental cambio social y político que está ocurriendo en América Latina. Cambio que, según Alai, “Washington debe entender”, olvidándose al mismo tiempo que un simple “cambio de retórica y estilo en su política exterior”, pero conservando la misma sustancia imperialista de siempre, “hará deponer los aires de independencia y rebeldía que emanan de las calles, las minas, las veredas y las fábricas de nuestra América”. En el Washington Post, por su parte, uno de los más reputados columnistas norteamericanos, Robert Kagan, cuestiona la política exterior de Obama al que califica como el “heredero de Woodrow Wilson”, es decir, un puro representante de la escuela del “idealismo supremo” en la política exterior yanqui, de la que su máximo representante fue, en los años de la primera guerra mundial, Wilson. Un calificativo verdaderamente envenenado. Pues hay que recordar que si bien hoy la historia trata con exquisitez a Wilson, considerándolo prácticamente el padre de la organización de Naciones Unidas, pese a que no verían la luz hasta más de 25 años después de terminada su presidencia, lo cierto es que sus contemporáneos rechazaron una por una sus propuestas. Hasta el punto de que las propias Cámaras norteamericanas declinaron ingresar en la Sociedad de Naciones que Wilson había patrocinado en Europa. Sus dones de persuasión, a la que lo fiaba todo, resultaron ser a la postre efímeros, y “los resultados de sus esfuerzos fueron, desde su propia perspectiva, un completo fracaso”. Wilson pasó por la Casa Blanca como un gran presidente idealista, pero la conducción real de país la llevaron otros y por una dirección distinta a la que él pretendía. ¿Es este el futuro que le espera a Obama? EEUU. The Washington Post EL HEREDERO DE WOODROW WILSON Robert Kagan Al presidente Obama le gusta verse a sí mismo como un pragmático, pero en política exterior lo que está demostrando es ser un idealista supremo de la variedad Woodrow Wilson. Al igual que Wilson, la política exterior de Obama parece cada vez más descansar en el supuesto de que las naciones actúan sobre la base de lo que ellas perciben como la buena voluntad, las buenas intenciones o la pureza moral de otras naciones, en particular los Estados Unidos. Si otras naciones se han negado a cooperar con nosotros, es porque perciben a los Estados Unidos como agresivos o malvados. El trabajo de Obama es cambiar esa percepción. Desde el llamamiento a Irán y a los musulmanes, hasta la convocatoria para la eliminación de todas las armas nucleares, pasando por la voluntad de un "reinicio" en las relaciones con Rusia, el punto central de la diplomacia de Obama es que EEUU es, de repente, diferente. Ha cambiado. Es mejor. Es hora, por lo tanto, para las otras naciones de cooperar. Pero, ¿cómo ha cambiado América? Las políticas de Obama hacia Irán, Oriente Medio, Rusia, Corea del Norte, China, América Latina, Afganistán e Irak, han cambiado en su mayor parte sólo en cuestiones marginales, como muchos de esos países se quejan repetidamente. Entonces, ¿cuál es, por ejemplo, la fuente del "nuevo comienzo" en las relaciones entre EEUU y el mundo musulmán que Obama pidió en El Cairo? La respuesta, parece ser, es el propio Obama. En el discurso, el Post informó, “Obama hizo de su propia biografía el punto de partida para una nueva relación de EEUU con el Islam". O como dijo el New York Times, mientras que "el presidente ofreció pocos detalles sobre cómo resolver problemas en todo el mundo", su argumento básico "se reduce a esto: Barack Hussein Obama estaba de pie en el podio en esta capital como presidente de los musulmanes de América ". Los críticos se quejan de que los discursos de Obama son demasiado auto-referenciales. Si es así, esto no es una señal de vanidad. Se trata de una estrategia. Obama cree que su historia es un poderoso instrumento de política exterior, que llama la atención sobre lo que le hace diferente, no sólo respecto a George W. Bush, sino de todos los anteriores presidentes de América, lo que puede persuadir al mundo tener una nueva visión de Estados Unidos y sus políticas y hacer posibles nuevos acuerdos diplomáticos. En El Cairo, recalcó su herencia musulmana para mostrar a los musulmanes de todo el mundo, que empatiza con ellos como el anterior presidente americano no podría posiblemente. Sus disculpas por el comportamiento de América en el pasado también destaca por su singularidad. No es el primer presidente en pedir disculpas. Wilson pidió disculpas a los pueblos del Hemisferio Occidental por la política intervencionista de sus predecesores republicanos (sólo para superarlos con sus propias intervenciones). Bill Clinton pidió disculpas a los africanos por la historia norteamericana de esclavitud. Sin embargo, Clinton aceptó la responsabilidad de los pecados de América como si se tratara de los suyos propios. Obama, por otro lado, se distancia a sí mismo de los pasados pecados de América. Su respuesta a la larga enumeración de fechorías de EEUU en América Latina de Daniel Ortega fue señalar que él personalmente no tenía nada que ver con ellos – "yo tenía tres meses de edad". Cuando admite los pecados de América en las relaciones con Irán, quiere que los líderes del Irán revolucionario distingan entre la América que odian, y la América del nuevo presidente, que les puede gustar y con la que pueden hacer negocios. ¿Puede conseguir esto, incluso sin un cambio fundamental en la conducción y los parámetros de la política exterior de EEUU? Obama, evidentemente, lo espera. Tomemos la cuestión israelí-palestina. Obama aboga por una congelación de los asentamientos, pero la cuestión para muchos árabes y palestinos es lo que va a hacer para obligar a Israel a cumplir con sus demandas. ¿Va a cortar la ayuda? La respuesta es casi seguro que no. Sin embargo, Obama debe creer que la expresión de sus buenas intenciones es suficiente. Obama también ha declarado su deseo de eliminar todas las armas nucleares. Por supuesto, admite que no puede hacer que esto ocurra. Pero cree que conviniendo con los críticos hacia Norteamérica en que el actual orden dominado por EEUU es injusto, puede comprar la buena voluntad necesaria para poner fin a los programas de armas nucleares de Irán y de Corea del Norte. Por último, Guantánamo. Quién sabe si Obama será capaz de cerrarlo, lo que será capaz de poner en su lugar o si, en última instancia, será capaz de encontrar un equilibrio razonable en el balance fundamentalmente contradictorio entre la seguridad y los derechos legales de los detenidos, contra los que arremetieron Bush o anteriores presidentes en tiempos de percepción de amenazas a la seguridad nacional. Es probable que no sea en esta ocasión diferente. Sin embargo, Obama espera que mostrando seriedad para cambiar las prácticas de América, se puede construir una imagen de mayor autoridad moral y que ésta, a su vez, produzca resultados diplomáticos que hasta ahora se nos han escapado. Es concebible que esta teoría puede ser correcta. Sin duda, pronto será puesta a prueba. Pero no lo llamemos realismo. El último presidente que sinceramente persiguió este enfoque fue Woodrow Wilson. Él también creyó que el despliegue de una evidente buena voluntad y deseo de paz, incorrupto en base a motivos de interés nacional o ambición, le daría una especial autoridad moral para influir en otras naciones. Y Wilson era amado por todo el mundo, como hoy lo es Obama, posiblemente más querido todavía, al menos por un instante. Millones salieron a la calle en las grandes ciudades de Europa, cuando cruzó el Atlántico en 1918. Sus dones para persuadir, sin embargo, resultaron ser efímeros, y los resultados de sus esfuerzos fueron, desde su propia perspectiva, un completo fracaso. No sólo las naciones de Europa, sino los mismos Estados Unidos, demostraron estar más inclinados a sus propios intereses y menos interesados en apelaciones morales. Veremos si Barack Obama, el más wilsoniano presidente en un siglo, mejora la travesía THE WASHINGTON POST. 7-6-2009 Ecuador. Alai REBELIÓN EN LA OEA Ángel Guerra Cabrera La derogación de la resolución que excluyó a Cuba de la OEA hace más de cuatro décadas por la Conferencia de Cancilleres del organismo, celebrada en San Pedro Sula, Honduras, es otra señal del cambio de época que vive América Latina. El acuerdo desestimó los inaceptables condicionamientos que insistentemente pretendía imponer Estados Unidos, reiterativos del sesgo injerencista de la resolución ahora revocada y una burla al consenso existente en América Latina y el Caribe de rechazar aquel acto ignominioso. Por lo pronto, lo que evidencia la reunión de la OEA es un trágico conflicto en que se debate Washington. Por un lado, su irrefrenable arrogancia imperial lo impulsa, más allá de cambios cosméticos, a perpetuar la misma actitud punitiva respecto a La Habana que ha mantenido durante medio siglo. Por el otro, la imagen de cambio de política que intenta proyectar al sur del río Bravo al proclamar un nuevo enfoque en el trato hacia sus vecinos no resultará creíble hasta que levante el bloqueo y renuncie a la hostilidad contra Cuba. En este sentido, cabe reconocer que al aceptar finalmente la anulación de la exclusión de Cuba el gobierno de Barak Obama muestra una sensibilidad hacia la nueva realidad de América Latina que habría sido impensable durante el de su nefasto antecesor. Como ya había ocurrido en marzo en la cumbre de Puerto España, Cuba fue el centro del debate en la reunión de San Pedro Sula aunque no estuviera en la agenda. La Habana ha expresado de manera muy clara que no regresará a la OEA, de modo que lo que estaba en discusión era la reparación por los estados miembros –incluido Estados Unidos- de una aberrante injusticia histórica, como señaló el presidente del país anfitrión, Manuel Zelaya, en un discurso honesto y valiente como pocas veces se ha escuchado en una reunión del obsoleto mecanismo. La resolución adoptada por los cancilleres pone fin a otra impuesta por Washington a punta de sobornos, amenazas y chantajes, contando de antemano con el voto de dictaduras sangrientas como las de Trujillo, Somoza, Stroessner y otros gobiernos genuflexos. La OEA fue bautizada en aquel momento como ministerio de colonias de Estados Unidos por el ilustre canciller cubano de entonces, Raúl Roa, calificativo ganado ampliamente por la complicidad del ente, antes y hasta hoy, con la criminal política intervencionista de Estados Unidos en la región. Todos los gobiernos latinoamericanos, sin excepción, tienen relaciones diplomáticas plenas con Cuba, cuyo ingreso al Grupo de Río y participación en la primera Cumbre de América Latina Latina y el Caribe, celebrada en diciembre pasado en Brasil, mostró la voluntad unánime e incontrovertible de sus jefes de Estado y gobierno de reparar definitivamente la exclusión de la isla de los foros regionales. Era muy clara la postura latinoamericana en San Pedro Sula y muy clara también la intención inicial de Estados Unidos de impedirla con condicionamientos que vulneran la propia carta de la organización, como demostró el presidente Zelaya al dar lectura al artículo que reconoce el derecho de los estados miembros a elegir el sistema económico, político y social que decidan, sin interferencia extranjera. Washington debe entender el trascendental cambio social y político que está ocurriendo en América Latina y olvidarse de que un mero cambio de retórica y estilo en su política exterior, aunque conserve la misma sustancia imperialista, hará deponer los aires de independencia y rebeldía que emanan de las calles, las minas, las veredas y las fábricas de nuestra América. Los cambios en América Latina son de tal naturaleza que la OEA, ya no puede funcionarle al imperio como en otros tiempos. La OEA nació del panamericanismo, encarnación de la doctrina Monroe. José Martí la fulminó mucho antes de que naciera, cuando a propósito de la Primera Conferencia Panamericana, en 1889, sentenció: “¿A qué ir de aliados, en lo mejor de la juventud, en la batalla que los Estados Unidos se preparan a librar con el resto del mundo?” En todo caso, América Latina y el Caribe necesitan una estructura regional propia como lo han reclamado Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega, ajena a potencias extraregionales, reivindicadora del ideal bolivariano de independencia, unidad e integración. AGENCIA LATINOAMERICANA DE INFORMACIÓN. 4-6-2009 China. Diario del Pueblo OBAMA ANDA EXCESIVAMENTE CAUTELOSO ANTE DESAFÍOS INTERNOS Tras asumir el poder, el presidente estadounidense Barack Obama goza de una alta popularidad, pero en realidad el mandatario ha venido trabajando con mucha cautela ya que debe hacer frente al desafío interno, dice el rotativo We Hui Bao de Hong Kong en un artículo firmado y publicado el jueves. Los siguientes son extractos de la nota: La crisis económica que asedia a Estados Unidos sirve como un espejo para reflejar la injusticia de la sociedad del país, las fallas de su “sistema democrática” y el desconcierto de seguridad en el sector judicial. Es notorio que los problemas que enfrenta Obama proceden no solo de la crisis financiera, sino también de las críticas y calamidades sorpresivas. Para el presidente es difícil resolver tantas cuestiones, tal como anda pisando los huevos para pasar el atolladero actual. A principios de 2009, Obama declaró que EEUU retiraría de Irak la mayor parte de sus militares estacionados en el país en 18 meses para poner el término a las misiones de combate, y aseguró que no enviaría tropas al extranjero a excepción de la necesidad especial. Sin embargo, el jefe de estado mayor del Ejército de EEUU, George Casey, afirmó en una rueda de prensa que en el problema del combate del ejército estadounidense en el extranjero, especialmente el de los militares de EEUU estacionados en Irak y Afganistán, el Pentágono aboga por prorrogar en diez años la permanencia de los militares estadounidense en los dos países asiáticos cumpliendo su “compromiso invariable” de combatir el extremismo y el terrorismo del Medio Oriente. Casey dijo enfáticamente que él no es el que elabora la política ni quiere ser contrario a la política de Obama. Esto demuestra que hay en el Pentágono elaboradores de la política y opositores más firmes contra la retirada de los militares estadounidenses. Los medios del país también han revelado que Obama no tiene control absoluto en la esfera militar, sino al contrario su política exterior está restringida por los altos oficiales del Pentágono, que han hecho declaraciones en alusión en el sentido de que debido a la nueva inestabilidad en la actual situación en Irak, es posible que el gobierno iraquí pida prolongar la permanencia de los militares estadounidenses en el país. Estas declaraciones de los dignatarios del Pentágono demuestran que el plan de Obama podría fracasar. Obama ha reconfirmado su decisión de cerrar la cárcel en la base de Guantánamo en Cuba y propuso un plan concreto para con los presuntos terroristas en prisión, afirmando que esta cárcel ha perjudicado la imagen internacional de EEUU y está en contra del concepto del valor tradicional de EEUU, e incluso ha dado la razón a los Al Qaeda para reclutar a más militantes. Afirmó que la política errónea de su antecesor George W. Bush ha dejado problemas al actual gobierno. Sin embargo, el ex vicepresidente Dick Cheney lo rechazó diciendo que la puesta en libertad a los terroristas presos constituye una grave amenaza a la seguridad de EEUU, y afirmó que la decisión de Bush era correcta. Según informa The Washington Post, se ha registrado un notable aumento de los casos de amenaza al personal judicial. Después del ataque sorpresivo contra un magistrado ocurrido en marzo de 2009, otro fiscal de Nueva York ha sido amenazado por un presunto narcotraficante acusado. Las cifras demuestran que el número de los casos de amenaza al personal judicial creció de 592 a 1.278 en los últimos seis años. Se ha puesto en servicio un centro de alta tecnología para proteger a los judiciales de las amenazas, seguirles de cerca y salvaguardar su seguridad personal. Los judiciales preocupados por el empeoramiento de la situación han tomado medidas para protegerse tales como el cambio de la ruta al trabajo, la instalación de nuevo sistema de vigilancia en sus viviendas y la retirada de sus fotos de la página web del tribunal. El desconcierto de la seguridad de los judiciales demuestra un fenómeno de la actual sociedad. Al parecer los problemas que enfrenta Obama no solo proceden de la economía sino de las “células cancerígenas” que ha penetrado en todos los rincones de la sociedad de los EEUU. DIARIO DEL PUEBLO. 6-6-2009

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