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Rajoy se enemista con Botí­n y FG en plena recesión económica

En una de sus escasas apariciones en medios de comunicación para explicar la situación del país, Mariano Rajoy dijo a principio de año en una entrevista al Financial Times que estaba «absolutamente convencido de que las entidades financieras españolas no requerirán más fondos que los que se han dado ya». Sobre lo que no se pronunció el presidente del Gobierno fue sobre si el Estado seguiría necesitando del dinero de la banca sana para hacer frente a sus gastos más corrientes y evitar que alguna Administración pública entrase en bancarrota.

Una cuestión vital, porque el pasado año el Ejecutivo del PP consiguió salvar varios match balls gracias a la ayuda inevitable de las entidades financieras, que le prestaron miles de millones para que el país consiguiese regatear el más que probable rescate total del Estado. Sólo en deuda pública, los Banco Santander, BBVA y La Caixa invirtieron 40.000 millones de euros para refinanciar bonos y letras que vencían inexorablemente en otoño y cuyo impago habría llevado al Reino de España a la quiebra.

No fue el único salvavidas lanzado por la banca al trasatlántico nacional que iba camino del naufragio. Estos tres grupos, con el apoyo de Popular, Sabadell y Bankinter en menor medida, financiaron los 27.000 millones que el Ministerio de Economía prestó a los ayuntamientos para abonar las facturas de la recogida de basuras, las escuelas, los centros de salud y otros servicios públicos perentorios. Por último, estos bancos pusieron encima de la mesa otros 16.700 millones para alimentar el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) con los que Cataluña, Valencia, Andalucía, Murcia, Castilla-La Mancha, Canarias, Baleares y Asturias evitaron la suspensión de pagos.

Sin embargo, pese a esa generosa ayuda, al Gobierno de Mariano Rajoy no le ha temblado el pulso a la hora de enfrentarse cara a cara con los dos mayores banqueros del país. La primera polémica fue con Francisco González, el presidente del BBVA, con el que Luis de Guindos marcó distancias tras la negativa del bróker gallego de financiar la creación del ‘banco malo’ o Sareb. Lejos de solucionarse, el encontronazo de noviembre, adelantado por este medio, se ha enquistado hasta el punto de que el ministro de Economía ha penalizado al segundo banco del país por negarse a asumir su parte alícuota de responsabilidad en la burbuja inmobiliaria.

Aunque Francisco González le ha lanzado algún mensaje para acercarse al partido que le colocó en la cúpula de Argentaria en 1996, lo cierto es que su compatriota gallego no le ha devuelto el gesto. Las relaciones son más que frías con su equipo, aseguran fuentes conocedoras de la tensión entre el presidente de BBVA y De Guindos.

Una conexión que tampoco es fluida con Emilio Botín, conocedor de que el ministro de Economía era partidario de que Alfredo Sáenz dejase su cargo de consejero delegado y vicepresidente. El banquero santanderino, que acostumbraba a abrazarse en público a cualquier Gobierno, criticó recientemente el plan Guindos de tener que aportar dinero al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) para pagar la factura de las preferentes de Bankia, Novagalicia y CatalunyaBanc. “Cada uno debe pagar lo suyo. El Santander ha solucionado su tema perfectamente”, espetó el veterano ejecutivo, siempre amable con las autoridades.

La patronal, retratada

Por si el Gobierno no tuviera bastantes enemigos, la patronal de la banca tampoco tiene mucho feeling con Moncloa. El presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), Miguel Martín, salió a mediados de marzo en defensa de la ya ex mano derecha de Botín ante la posibilidad de que el supervisor le retirase la honorabilidad. «Siempre he dicho que Sáenz es el directivo que más ha hecho por el sistema financiero español y, por tanto, estaría encantado de que encuentre una forma de dejar de estar en esta situación tan incomoda e injusta», aseveró de forma categórica.

Fuentes del sector cuestionan que un Gobierno pueda resistir mucho tiempo sin un brazo financiero. En su día se pensó que la fusión de Caja Madrid y Bancaja daría lugar al banco (Bankia) en el que el PP se apoyaría para respaldar sus medidas económicas. Pero la pésima situación de ambas entidades provocó todo lo contrario: la mayor quiebra y el rescate más grande de una entidad financiera en la historia de España, por lo que Rajoy y sus ministros han tenido que recurrir a los grupos denominados ‘sanos’.

Desde el sector se argumenta que los primeros interesados en que la economía vaya bien y que el Gobierno sea estable son Santander, BBVA y Caixabank. Son los que más se benefician de una prima de riesgo menos cara. Pero añaden que es muy difícil aguantar una legislatura inmersa en la mayor recesión conocida si el Ejecutivo está enemistado con los que permiten al Estado seguir vivo sin ser rescatado.

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