«El líder del PP selló ante la canciller alemana su compromiso con el euro y trató de borrar su imagen de jefe de la oposición que rechaza los ajustes del Gobierno incluso en momentos críticos para la moneda única. El candidato popular comienza a preparar así su aterrizaje en los centros de decisión europeos, a la vez que se esfuerza por apuntalar su perfil presidenciable.»
Rajoy no arovechó su viaje a Alemania para desgranar nuevas propuestas económicas, pero sí endureció su discurso sobre la necesidad de llevar a cabo reformas de calado, le guste o no a la opinión pública. Tras entrevistarse 45 minutos con Merkel, reiteró su apuesta por el déficit cero, los techos de gasto para todas las administraciones y la inclusión en la Constitución de la estabilidad presupuestaria, recordando la etapa de gobierno de José María Aznar. (EL CONFIDENCIAL) PÚBLICO.- Vamos a tener que tomar medidas más drásticas para hacer entrar en razón a los islandeses, que han vuelto a rechazar comerse las deudas de los bancos. Es lo que pasa por dejar que la gente decida. Los de a pie somos por naturaleza irresponsables, porque a diferencia de la clase política no tenemos sentido de Estado. Por eso es mejor dejar las decisiones importantes en manos de los expertos o los gobernantes, siempre más responsables. Algo parecido ha pasado en Eslovenia: el parlamento aprobó una reforma laboral, y la presión popular logró un referéndum. ¿Y qué creen que ha pasado? Pues que un 82% la ha rechazado. Y pronto votarán también la de pensiones. LA VANGUARDIA.- Nuestra Sanidad necesita un gobierno clínico: de técnicos que, además, sepan de gestión, y no de meros políticos o contables que meten la tijera y luego envían al ministro de Sanidad a aguantar el chaparrón. En realidad, el ministro de Sanidad acaba siendo el de Economía. ¿No podrían los políticos recortar más en otras partidas? ¿De verdad necesitamos todos sus coches oficiales; asesores; todas esas embajadas y viajes y gastos suntuarios y de representación? Opinión. El Confidencial Rajoy se cuadra ante Merkel y advierte que “el bienestar hay que pagarlo” Alberto Mendoza Angela Merkel pasó revista ayer en Berlín al todavía difuso programa económico de Mariano Rajoy. El líder del PP selló ante la canciller alemana su compromiso con el euro y trató de borrar su imagen de jefe de la oposición que rechaza los ajustes del Gobierno incluso en momentos críticos para la moneda única. El candidato popular comienza a preparar así su aterrizaje en los centros de decisión europeos, a la vez que se esfuerza por apuntalar su perfil presidenciable. Rajoy no aprovechó su viaje a Alemania para desgranar nuevas propuestas económicas, pero sí endureció su discurso sobre la necesidad de llevar a cabo reformas de calado, le guste o no a la opinión pública. Tras entrevistarse 45 minutos con Merkel, reiteró su apuesta por el déficit cero, los techos de gasto para todas las administraciones y la inclusión en la Constitución de la estabilidad presupuestaria, recordando la etapa de gobierno de José María Aznar. “Si [Zapatero] nos hubiera hecho caso cuando le dijimos que no gastase lo que no tenía, no aumentase el déficit público ni la deudas y pusiera en marcha reformas, las cosas hubieran ido mucho mejor en nuestro país”, afirmó, pese a que se había propuesto no criticar el Ejecutivo desde el extranjero. El líder popular se había fijado “despejar dudas y dar seguridades” en torno a la economía española como uno de los objetivos de su visita a Berlín, por lo que dedicó su conferencia vespertina en la Fundación Konrad Adenauer destacar el europeísmo de la sociedad española y su voluntad de esfuerzo. “Vengo a decirles que España volverá a funcionar. Vengo a decirles que España cree en el proyecto europeo y cree en la moneda común. Vengo a decirles que para nosotros los acuerdos del euro siguen en pie y que los vamos a cumplir”, sostuvo. Pero también demostró una inédita firmeza para advertir que “España quiere seguir siendo una sociedad de bienestar avanzada, pero el bienestar hay que pagarlo, y para eso las reformas son indispensables”. En este sentido, negó poseer una “agenda oculta”, y abogó por transformar el mercado de trabajo, de la energía, de los transportes, así como el sistema educativo. “No va a haber un Gobierno que aborde las reformas tarde y sin convicción, obligado por las circunstancias. En España habrá un Gobierno decidido a hacer esas reformas que además la propia sociedad exige”, expresó. Ni huelgas ni acciones directas Asimismo, Rajoy lanzó una clara advertencia a la izquierda y a los sindicatos: “De nada sirve un nuevo Pacto de Estabilidad, si las opiniones públicas siguen sin comprender lo que esto significa y creen que la irresponsabilidad de las cuentas públicas es una opción política como otra cualquiera, a favor de la cual se puede votar en las elecciones, o que se puede defender mediante huelgas y acciones directas”. Ni una palabra sobre su voto negativo al plan de ajuste contra el déficit que el Congreso aprobó in extremis por un solo voto en mayo de 2010, cuando el euro se encontraba al borde del abismo. Según el número tres del PSOE, Marcelino Iglesias, el PP actuó entonces como la derecha portuguesa, que “ha preferido que cayera e primer ministro a que se salvara la economía del país”. “De ese asunto no me dijo nada”, zanjó Rajoy al ser preguntado si Merkel le había pedido explicaciones por su decisión. EL CONFIDENCIAL. 12-4-2011 Opinión. Público Los islandeses son unos irresponsables Isaac Rosa “Se eligió la peor opción. Debemos hacer todo para evitar un caos político y económico a consecuencia del resultado.” -Johanna Sigurdardottir, primera ministra de Islandia- Vamos a tener que tomar medidas más drásticas para hacer entrar en razón a los islandeses, que han vuelto a rechazar comerse las deudas de los bancos. Por ahora les amenazan con llevarlos a los tribunales, cerrarles la puerta de Europa y que Moody’s les rebaje el rating. Si aún así se resisten, habrá que mandar a la OTAN, porque otra cosa ya no se me ocurre para que actúen como ciudadanos responsables. Es lo que pasa por dejar que la gente decida. Los de a pie somos por naturaleza irresponsables, porque a diferencia de la clase política no tenemos sentido de Estado. Por eso es mejor dejar las decisiones importantes en manos de los expertos o los gobernantes, siempre más responsables. Algo parecido ha pasado en Eslovenia: el parlamento aprobó una reforma laboral, y la presión popular logró un referéndum. ¿Y qué creen que ha pasado? Pues que un 82% la ha rechazado. Y pronto votarán también la de pensiones. ¿Se imaginan que a los españoles nos consultasen sobre la reforma laboral, de pensiones o de las cajas? Por suerte somos un país serio, con una clase política responsable y con sentido de Estado, y leyes que dificultan convocar referéndums a tontas y a locas, porque lo más probable sería que nos equivocásemos y votásemos en contra de lo que los mayores, perdón, los dirigentes, saben que es mejor para nosotros. No sabemos si en Islandia habrá un tercer referéndum, o acabará decidiendo el parlamento. Ya pasó con la constitución europea: en cuanto la rechazaron en Francia y Holanda, se desechó la idea de ratificarla en referéndum, y el nuevo tratado lo aprobaron por vía parlamentaria todos los países salvo Irlanda, donde hubo que votar dos veces para que no se equivocasen los ciudadanos. Quienes no tienen ya estos problemas son los portugueses. Ellos no votarán sus planes de ajuste, y aunque elijan a sus gobernantes, tampoco éstos decidirán la política económica, por si no son lo bastante responsables. Hoy reciben la visita del FMI, el BCE y la Comisión, gente seria donde las haya, y que les dirán qué es lo que más les conviene. PÚBLICO. 12-4-2011 Entrevista. La Vanguardia “¿Recortar quirófanos?… ¿Y por que no coches oficiales?” Lluis Amiguet En los últimos 22 años, más de 70.000 ciudadanos de este país se han beneficiado de un trasplante de órganos y, si a la cifra le añadimos los receptores de tejidos y células, llegan a sumar 300.000: cerca del uno por ciento de la población. La Vanguardia.- Eran noticia y son milagro cotidiano. Rafael Matesannz.- En el que somos el referente mundial. ¿Cómo lo hemos conseguido? Pericia médica, madurez ciudadana y una organización compleja y eficaz. Fíjese en el trasplante de cara: sólo se han hecho 14 en la historia y ya los hemos sistematizado como si se hubieran hecho toda la vida. ¿Somos más generosos donando? Somos los mejores –y la Sanidad catalana fue y es pionera y ejemplar– organizando: aviones, helicópteros, ambulancias y profesionales de altísima cualificación contra reloj. Por eso hacemos más trasplantes –y con más éxito– que ningún otro país. Más que Suecia o Finlandia, por ejemplo, donde tienen más donantes potenciales. ¿Cuál es el secreto? Precisamente esa organización eficaz. Donas un órgano porque sabes que el sistema funciona y es justo, y que –rico o pobre– tendrás idénticas posibilidades de obtener un órgano –tú o los tuyos– cuando lo necesites. Por eso en EE.UU. no funcionan igual. Porque cuando la Sanidad no es gratuita, no es buena –ni para pobres ni para ricos– y la prueba son los trasplantes. Uno de riñón cuesta unos 50.000 euros: si sólo pudiera beneficiarse de él quien puede pagarlo, los pobres no los donarían, porque sabrían que ellos no podrían permitirse ser trasplantados y, al final, también los ricos se quedarían sin donaciones. ¿Y si hay menos accidentes de tráfico? Es que ya hay menos, y por eso hoy sólo el 5 por ciento de los órganos proviene de accidentes. Los trasplantes han cambiado como nuestra sociedad. Por ejemplo, cuando empezamos, excluíamos del programa a mayores de 50 por mayor riesgo. Hoy trasplantamos a receptores de 80 y más. Envejezco más tranquilo al saberlo. Y hemos incorporado a los inmigrantes al sistema mejor que ningún otro país : precisamente porque saben que nuestro sistema de donaciones es justo y eficaz. ¿No se niegan a donar por religión? Aquí se han integrado. Tenemos un 11 por ciento de inmigrantes en el censo y un 9 por ciento de las donaciones ya las hacen ellos. Francia, el Reino Unido o Alemania, en cambio, no han logrado que sus inmigrantes donen sus órganos. ¿No teme un recorte presupuestario? Lo temo, y más tras las elecciones locales. Y sería un error, porque veamos: convendrá conmigo en que dejar morir a alguien por falta de un órgano no es una opción en un país como este, que no es tercermundista. Absolutamente. Y cuando tienes insuficiencia renal: o haces diálisis o recibes un trasplante o te mueres. ¿Y con otros órganos pasa igual? Lo mismo. Pero analicemos los costes y el posible recorte en los trasplantes de riñón, que son los más habituales: una diálisis cuesta 40.000 euros al año y un trasplante, 50.000, pero, al segundo año, el coste del trasplantado cae a 5.000 o 6.000… Está claro que la diálisis es más cara. Pero la tentación del político ineficaz es cerrar quirófanos y alargar listas de espera: así consigue un ahorro de entrada ese ejercicio, pero, al cabo de dos o tres años, acaba derrochando nuestro dinero. Si no son intervenciones urgentes… Deberíamos considerar quién considera urgente o no una intervención. ¿Sabe el coste de tener a un ciudadano en su casa esperando una intervención “secundaria” de rodilla? Pero es que, además, la cirugía ahorra dinero público. Si no hubiéramos trasplantado riñones, por ejemplo, ahora tendríamos 20.000 pacientes más en diálisis. Y eso sería carísimo. Representaría más del doble de lo que cuestan todos los trasplantes que hacemos en España al año. Incluso los de cara, que son costosos –175.000 euros–, no lo son tanto si pensamos en la alternativa, que podrían ser una decena o más de operaciones sucesivas. Sin citar el ahorro en sufrimiento. Hablo sólo de las cifras: ahorrar en quirófanos es un derroche, aunque inmediatamente después del tijeretazo parezca un ahorro. Pocos políticos piensan a largo plazo. ¡Qué me va a decir! En mis 22 años dirigiendo la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) he tratado con once ministros e incontables consejeros de Sanidad… ¿Y qué ha aprendido? Lo que hemos demostrado en este país con los trasplantes. Nuestra Sanidad necesita un gobierno clínico: de técnicos que, además, sepan de gestión, y no de meros políticos o contables que meten la tijera y luego envían al ministro de Sanidad a aguantar el chaparrón. En realidad, el ministro de Sanidad acaba siendo el de Economía. Sobre el papel… ¡es tan fácil recortar! ¿Y cerrar quirófanos, alargar listas de espera es el único ahorro posible? ¿Se le ocurren otros? Yo sufro especialmente cuando veo a un niño en una lista de espera por un órgano. Todos sufrimos al verlo. ¿No podrían los políticos recortar más en otras partidas? ¿De verdad necesitamos todos sus coches oficiales; asesores; todas esas embajadas y viajes y gastos suntuarios y de representación? LA VANGUARDIA. 11-4-2011