Rajoy pretende el aval del poder financiero

«En los dí­as previos a la votación de los recortes, Rajoy recibió llamadas directas o mensajes indirectos de los principales banqueros y empresarios del paí­s, preocupados por la imagen internacional y el consiguiente hundimiento de sus acciones que conllevarí­a una derrota parlamentaria del decreto. Le pidieron que se abstuviese, y el lí­der del PP no les hizo caso.»

Buena arte de los banqueros y empresarios clave están muy cerca del PP. Pero la incógnita es siempre Emilio Botín, presidente del Santander y principal banquero de España. En el PP sostienen que él es uno de los principales avales de Zapatero, también en esta crisis, y que cualquier movimiento de acercamiento suyo a Rajoy podría lanzar un mensaje definitivo de fin de ciclo en los ambientes del poder. "Botín es el poder, el de verdad. Y está con el poder. Pero sabe muy bien olfatear el cambio. Veremos lo que hace", sentencia un dirigente cercano al líder. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- Las dos cajas valencianas, Bancaja y la CAM, no podían ni quedarse al margen del proceso de fusiones ni liderar ninguna. La CAM, tras algún intento fallido, ha acabado diluida en una alianza con varias cajas de órbita socialista. Bancaja, la pieza mayor, la más importante, bloqueada, quedó a la espera resignada del ucase de Fernández Ordóñez, y de Rajoy. En un pispás, una de las comunidades más ricas de España está en camino de quedarse sin caja. Se comprende el enfado empresarial valenciano ante esa perspectiva en un mundo en el que el acceso a las finanzas es crítico. Zarpazo a la burguesía valenciana, que pierde una pieza que agranda en la misma proporción la influencia del centro en su economía. Opinión. El País Rajoy pretende el aval del poder financiero Carlos E. Cué Poca gente como Mariano Rajoy, que ha sido vicepresidente del Gobierno, sabe lo importante que es para un político contar con el aval del mundo del dinero, de los grandes empresarios. El líder del PP, que siente cada vez con más claridad la euforia en su entorno por la buena marcha de las encuestas y la pésima situación del Gobierno, se ha embarcado en una estrategia de conexión con el electorado que está teniendo, o eso creen sus estrategas, muy buenos resultados. Eso explica su rechazo al decretazo con los recortes, su oposición a la subida del IVA, su coqueteo con la huelga de funcionarios o su denuncia de la subida del recibo de la luz. Pero a la vez, el líder del PP quiere mantener un nexo importante con el mundo del poder económico. En los días previos a la votación de los recortes, Rajoy recibió llamadas directas o mensajes indirectos de los principales banqueros y empresarios del país, preocupados por la imagen internacional y el consiguiente hundimiento de sus acciones que conllevaría una derrota parlamentaria del decreto. Le pidieron que se abstuviese, y el líder del PP no les hizo caso. Rajoy siempre insiste, en público y en privado, en que él es un político "independiente", y hasta los más escépticos del partido admiten que es cierto, que no se deja influir en sus decisiones más que por lo que él cree que le gustará más a sus votantes potenciales. "Mariano no le debe nada a nadie, como mucho a Francisco Camps y Javier Arenas, y desde luego la deuda con Camps ya está más que saldada con el apoyo que le ha dado", sentencian en su entorno. A algunos empresarios, señalan fuentes del partido, ni siquiera les atendió en esos días. Les llamó después. Pero ahora, el líder del partido busca un reencuentro con los grandes banqueros y empresarios, una foto que ofrezca en España y en el exterior la imagen de alternativa creíble y sobre todo de que el dinero, que siempre huele el poder, está empezando a cambiar de bando y abandona a Zapatero. Para lograrlo, el equipo de Rajoy está organizando un gran acto en Madrid el día 25, en el Foro Nueva Economía. El encuentro se prepara como una gran presentación de la alternativa económica del PP, con un discurso de fondo centrado en las reformas que propone el líder de la oposición. Baudilio Tomé, que ya organizó la última gran convención de tres días en Barcelona, es el encargado de preparar el acto. El PP pretende concitar allí la presencia de un buen número de las caras más conocidas del empresariado. Para algunos empresarios puede resultar incómodo, porque desde La Moncloa estarán sin duda observándoles. El gran empresariado, en este momento, está con el Gobierno, admiten los populares. Pero lo cierto es que es un mundo muy cercano al PP, algunos de cuyos dirigentes se sienten dolidos porque en los últimos años han visto cómo el poder económico mostraba una clara desconfianza hacia Rajoy. "Es increíble lo que hemos pasado. Pensar que muchos de ellos están donde están porque les nombraron Gobiernos del PP, y después no nos hacían ni caso. Pero ahora es distinto, ahora ven que vamos a ganar y vuelven a llamarnos. Eso demuestra que no hay que acercarse a los empresarios, hay que acercarse a los ciudadanos y conseguir votos, los otros vienen detrás", sentencia un veterano dirigente. "Están llamando a Génova personas insospechadas, Mariano tiene la agenda llena de citas. Esta sensación de cambio es una especie de imán, vienen todos", se anima otro marianista. En realidad, Rajoy nunca ha llegado a romper con el mundo financiero, aunque hubo momentos de tensión cuando, en pleno estallido de la crisis financiera, dijo que Zapatero iba a utilizar miles de millones de euros para ayudar a sus "amiguetes". Finalmente, apoyó esos fondos de rescate, y después el FROB para las cajas, y se acabó la tensión. "Los banqueros llaman incluso más que los periodistas", ironiza en privado, según su entorno. Buena parte de los banqueros y empresarios clave están muy cerca del PP. César Alierta, presidente de Telefónica, la principal empresa del país, fue nombrado para ese puesto en 2000 por José María Aznar, que antes le había puesto al frente de Tabacalera. Francisco González, presidente del BBVA, el segundo banco del país, llegó allí desde Argentaria, adonde lo había aupado su amigo Aznar. Y el presidente de la que será la principal caja de España, tras la fusión entre Caja Madrid y Bancaja, es nada menos que Rodrigo Rato, ex vicepresidente con Aznar. Bancaja está a su vez dirigida por José Luis Olivas, ex presidente de la Comunidad Valenciana con el PP. El influyente Florentino Pérez, de ACS, es muy cercano a Alberto Ruiz-Gallardón y ya acudió esta semana a una presentación de Antonio Basagoiti, en el Foro Nueva Economía, que hizo Rajoy. Con Isidre Fainé, de La Caixa, también tiene cercanía. Pero la incógnita es siempre Emilio Botín, presidente del Santander y principal banquero de España. En el PP sostienen que él es uno de los principales avales de Zapatero, también en esta crisis, y que cualquier movimiento de acercamiento suyo a Rajoy podría lanzar un mensaje definitivo de fin de ciclo en los ambientes del poder. "Botín es el poder, el de verdad. Y está con el poder. Pero sabe muy bien olfatear el cambio. Veremos lo que hace", sentencia un dirigente cercano al líder. "Rajoy está en la fase de conectar con el pueblo, todas las encuestas detectan un enorme enfado con los políticos, una sensación generalizada de desapego por el despilfarro. Por eso está muy bien que proponga recortes en los gastos de la política y lance mensajes que algunos califican de populistas. Y también es lógico que hagamos mucho énfasis en que sube la luz, sube el IVA o bajan los sueldos de los funcionarios y congelan las pensiones. Pero hay que pensar en otro discurso, el de la credibilidad en el mundo del dinero y también en el exterior. Hay que construir eso", asegura otro diputado. Desde la cúpula responden que para eso precisamente se ha pensado el acto del día 25 -antes hay un debate importante en el Congreso centrado en la reforma laboral- aunque avanzan: habrá discurso económico de fondo pero no muchas propuestas concretas. "No tiene sentido hacer un programa electoral cuando no hay elecciones a la vista. Y nosotros no trabajamos de momento con la hipótesis de un adelanto electoral", concluye otro miembro de la dirección. Rajoy tampoco está pensando en presentar un Gobierno en la sombra al estilo inglés ni aclarar cómo será su equipo económico si llega a La Moncloa. De hecho, más allá del perfil de hombre de poder que busca con los empresarios, en lo que está concentrado Rajoy es en la vida parlamentaria. La dirección del PP ya ha empezado a preparar el debate sobre el estado de la nación, previsto para el 15 de julio. Los populares quieren meter mucha presión en el Congreso para que CiU y PNV tengan cada vez más difícil salvar las votaciones al PSOE. El objetivo del PP es claro y nadie, tampoco Rajoy, lo oculta: lograr que no se aprueben los Presupuestos -las enmiendas a la totalidad se votan en octubre, antes de las elecciones catalanas- y Zapatero se vea obligado a convocar elecciones anticipadas en 2011. "En este momento sacaríamos mayoría absoluta. Zapatero intentará aguantar, pero nosotros haremos lo que esté en nuestra mano para que no lo consiga", resume un marianista. EL PAÍS. 13-6-2010 Opinión. La Vanguardia La caja de los truenos Manel Pérez Una convergencia astral de imperativos económicos y palancas políticas late tras la llamada fusión fría entre Caja Madrid y Bancaja, operación que pese a sus evidentes limitaciones es, por su volumen, la más trascendente de todas las que se han anunciado desde el inicio del proceso de reestructuración de las cajas de ahorros. Al igual que en el caso de la mayoría de las cajas, para la de Madrid, segunda del sector, la crisis financiera supuso el final abrupto de un modelo basado en el usufructo facilón de la burbuja inmobiliaria. La resaca la dejó en un estado de gran debilidad financiera. Rodrigo Rato, dirigente del PP, ex vicepresidente de Gobierno de Aznar y responsable de su política económica durante ocho años, no necesitó mucho tiempo tras desembarcar en la presidencia, en enero pasado, para descubrir que Caja Madrid debía darse la vuelta como un calcetín, reestructurar la red, sanear activos y acceder a ayudas públicas. Dar un salto de tamaño y diluir los problemas en un marco más amplio. Algo en lo que estaban y están la mayoría. Rebajar costes, reducir plantillas, cerrar oficinas, pagar la morosidad hipotecaria y de los promotores y asegurarse más recursos propios para reequilibrar los balances son las líneas maestras de una reestructuración que rima con concentración. Caja Madrid debía, pues, seguir el mismo vía crucis que ya estaban recorriendo gran parte de sus colegas. Pero con algunas diferencias. Emblema de poder financiero para el PP, Caja Madrid ha sido objeto de deseo y discordia sin fin para sus grandes familias políticas, desde gallardistas hasta aguirristas o ratistas. Sólo la aparición en escena del propio Rato, su autoridad indiscutida, permitió un acuerdo para sustituir a Miguel Blesa. Se puso así punto final a una trifulca que en ningún otro lugar de España se habría consentido incluso a una escala muchísimo menor. Es la única caja con sede en la autonomía más emblemática de España y está estatutariamente sometida a la mayoría política de la Asamblea de la Comunidad. Instrumento financiero de primer orden para hacer política económica en la comunidad, pero también con proyección española, especialmente en tiempos de agotamiento de las reservas de recursos públicos y cuando la gran banca tradicional ya no está para esas fiestas y juega en la liga mundial. En los alrededores del kilómetro 0 de la red española siempre se ha visto como una anomalía que la caja de Madrid no fuera también la primera del país y quedara condenada al papel de segundona tras La Caixa. Lo cierto es que hasta ahora la entidad del oso y el madroño apenas sobrepasaba el radio de acción de una gran entidad local con una implantación relativa en el resto del territorio. Ahora, traición del subconsciente, se han apresurado a jalear el supuesto sorpasso. ¡Por fin, Caja Madrid la primera del ranking! Y eso que decían que esas cosas sólo preocupaban en provincias. En verdad, toca decir que no ha sido en boca de Rato que se han escuchado esas palabras. Los requisitos para la operación de Caja Madrid no eran fáciles. La dimensión era un factor clave y ello reducía la lista de candidatos. Además, el guión de Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad, y de Mariano Rajoy, con mucha más autoridad en este tema que la lideresa tras la derrota de esta en la opereta previa, establecía que el control político no quedara menoscabado. Por eso desde el primer día la lógica política se impuso y se buscó una fusión a tres bandas: Caja Madrid, en el centro, una caja valenciana, en el este, y una gallega, en el noroeste. Las tres vinculadas al poder autonómico popular. Pero en esa misma lógica política anidaba también el problema. Ni el gallego Alberto Núñez Feijóo ni el valenciano Francisco Camps estaban por entregar entidades por amor a Caja Madrid. Pero el tiempo fue pasando. Y las condiciones madurando, en el caso de la concentración de cajas, y se acercaba la fecha límite impuesta por Fernández Ordóñez, el gobernador del Banco de España, y la UE. Incluso pudriéndose, en este caso, el desgaste político del presidente Camps. Las dos cajas valencianas, Bancaja y la CAM, metidas hasta las cachas en el sector inmobiliario y actuando en una comunidad muy golpeada por la caída en picado de la construcción y la industria, no podían ni quedarse al margen del proceso de fusiones ni liderar ninguna. La CAM, tras algún intento fallido, ha acabado diluida en una alianza con varias cajas de órbita socialista. Bancaja, la pieza mayor, la más importante, bloqueada, quedó a la espera resignada del ucase de Fernández Ordóñez, y de Rajoy. En un pispás, una de las comunidades más ricas de España está en camino de quedarse sin caja. Se comprende el enfado empresarial valenciano ante esa perspectiva en un mundo en el que el acceso a las finanzas es crítico. Zarpazo a la burguesía valenciana, que pierde una pieza que agranda en la misma proporción la influencia del centro en su economía. Aun en estas condiciones, la debilidad de Caja Madrid y las resistencias valencianas han dejado huella. Pese a que no está para lanzar cohetes, Bancaja presenta mejores ratios, menor morosidad, más cobertura de sus fallidos y muchos menos créditos dudosos que la madrileña. Quizá por eso, en lugar de una fusión clásica se plantea eso que se llama fusión fría, que en realidad no implica integración de las entidades ni la unificación de la gestión pero que permite centralizar la liquidez y el riesgo del crédito, y no la actividad comercial crediticia ni la fiscalidad. Las cajas seguirán existiendo independientes y hasta la sede formal de la alianza estará, de momento, en Valencia. Por eso es prematuro sumar cosas que aún no están juntas. Mientras no se produzca la absorción de verdad, la partida no habrá acabado y no se debe descartar que la lucha política se avive en algún momento, aunque el timón queda ya en manos de Rato. En cualquier caso, la gestión de una alianza tan compleja no será un camino de rosas y dará para más de una portada. LA VANGUARDIA. 13-6-2010

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