SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Rajoy intenta hacer virtud de la necesidad

EL PRESIDENTE del Gobierno acertó ayer al comparecer en La Moncloa ante la prensa para explicar el histórico acuerdo del día anterior. No tenía más remedio. Rajoy trató de hacer de la necesidad virtud al subrayar los beneficios del acuerdo y negarse un tanto puerilmente a hablar de rescate, y acabó presentándose como el vencedor de la batalla abierta en el seno del Eurogrupo tras las diferencias surgidas acerca de cómo solucionar el problema de la Banca española.Rajoy justificó en la propia esencia de la política como terreno resbaladizo para la verdad, la contradicción entre su reiterada negativa a solicitar ayuda a Bruselas y la satisfacción expresada por el Gobierno tras lograr ese auxilio. El presidente tenía difícil explicar, por ejemplo, cómo es posible que la semana anterior desmintiera una información de nuestra portada en la que se revelaba la pretensión del Gobierno de pedir ayuda al Fondo de Rescate Europeo si no bajaba la prima de riesgo. «Esas cosas se hacen así. Se comunican cuando están hechas… Las negociaciones no se televisan ni se radian», dijo Rajoy. Es decir, lo inscribió todo en una estrategia predeterminada, prefiriendo pasar así por un ganador falaz antes que por un perdedor veraz.

Rajoy presumió de haber evitado la intervención de España gracias a los ajustes acometidos y definió el rescate del sábado como la «apertura de una línea de crédito para nuestro sistema financiero». Llámese línea de crédito o rescate, lo relevante es cómo interpretarán ese acuerdo los mercados: si como garantía del saneamiento de nuestro sistema financiero o como el descrédito de otro país más en el seno de la Eurozona.

Es verdad que Rajoy tiene motivos para estar relativamente satisfecho. Casimiro García-Abadillo desvela hoy las interioridades de la negociación del sábado entre los miembros del Eurogrupo. Tras dos horas y media de tensión y desencuentros, el Gobierno se salió con la suya en dos cuestiones cruciales: el crédito es muy superior al estrictamente necesario para dar tranquilidad a los mercados y el dinero lo gestionará el Frob y no los organismos de la UE que lo prestan.Pero no está tan claro, pese a lo que dice el Gobierno, que no habrá nuevas condiciones para España. El comunicado del sábado del Eurogrupo que certificaba el acuerdo ya era ambiguo al apuntar que las medidas de ajuste tendrán una «vigilancia estrecha y regular». El mensaje que lanza Bruselas ahora es que lo que venían siendo recomendaciones -como el adelanto del retraso de la jubilación, la subida del IVA o el fin a las ventajas fiscales por la compra de vivienda- pasan a ser medidas de obligado cumplimiento.Vistos los hechos con perspectiva, puede decirse que Rajoy ha jugado bien sus limitadas bazas. Pero recurrir al rescate nunca puede ser motivo de satisfacción, y menos aún dar paso al triunfalismo. Los intereses que España tendrá que pagar, aunque asumibles -en torno a 1.800 millones de euros anuales-, obligarán a dar otra vuelta de tuerca a la política de recortes, por mucho que el aplazamiento en un año del objetivo de déficit permita un pequeño respiro. En definitiva, nadie presta 100.000 millones a cambio de nada.

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