SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Rajoy, acosado por la calle y los mercados

LA PRIMA de riesgo subió ayer hasta los 558 puntos básicos y la rentabilidad del bono a 10 años superó el 6,8%. Malas noticias para el Gobierno porque ayer era el día del primer examen del plan de ajuste aprobado el viernes. Y lo suspendió. Si el recorte de 56.000 millones de euros, comunicado por el Gobierno a los inversores internacionales el viernes por la noche, debía servir para relajar la insostenible tensión sobre nuestra financiación, en niveles inasumibles desde que el 16 de mayo la prima superara los 500 puntos básicos, no lo consiguió. El Tesoro tiene previsto emitir hoy y el jueves letras y bonos y ése será el test real de la situación de nuestra deuda, pero los mercados continúan sin creer que Rajoy sea capaz de dominar la situación. Y los inversores temen que este nuevo esfuerzo del Gobierno pueda resultar baldío.

Sobre todo, porque para conseguir los objetivos de déficit se pone el acento mucho más en el incremento de ingresos por la subida de impuestos que en un recorte estructural del gasto público. El responsable de un negocio sabe que el único remedio eficaz para equilibrar un balance es recortar gastos, porque es difícil predecir el comportamiento de los ingresos. Lo decía ayer un analista al referirse certeramente a que este plan «dañará el tejido muscular sin afectar a la grasa».Si a esto se suma que las autonomías siguen dando la impresión de marchar al margen -cuando no en contra- del Gobierno, se puede entender la desconfianza de los inversores. Ayer, Artur Mas amenazó con adelantar las elecciones si Cataluña es intervenida; el popular José Antonio Monago pedía más relajación del déficit para Extremadura; y Andalucía informaba de que, tras la eliminación de la paga extra a los funcionarios, dejará en suspenso el recorte de sueldo que había decretado para el personal de la Administración regional. Hacienda respondió a esta contestación autonómica convirtiendo en un simple «chequeo» lo que entendíamos que era un verdadero apercibimiento que podía conllevar la intervención. A la hora de la verdad el árbitro no se atreve ni a sacar la tarjeta amarilla. Pero el cambio sustancial que se ha producido este fin de semana es que Rajoy está empezando a toparse con una fuerte contestación entre los ciudadanos. Lo hemos visto en las concentraciones convocadas por distintos colectivos de la administración, alguna de las cuales obligó al presidente del Gobierno a adelantar su asistencia a un acto de su partido en Granada para evitar incidentes. Son manifestaciones dirigidas desde los sindicatos y la izquierda política -aunque ayer se vio alguna bandera española en Madrid-, pero la decepción cunde cada día más entre el electorado del PP. No lo tiene fácil Rajoy. Sus paños calientes para reformar en profundidad el Estado desde que asumió el Gobierno no han conseguido mejorar la situación. Ahora, la única forma de que los ciudadanos acepten el necesario ajuste es que vean de verdad los recortes en la «grasa» de las administraciones.

Deja una respuesta