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Lo hicieron con Zapatero y ahora con Rajoy. El premio Nobel de Economía norteamericano y vocero del Imperio, Paul Krugman, anticipó la oleada de recortes de Zapatero anunciando que «los españoles deben rebajarse sus salarios al menos un 25%». Y hace unas semanas volvió a salir en apoyo de las recetas del FMI para exigir a los españoles que «deben rebajarse sus salarios otro 20%». No les bastaba con el 25%, quieren más, otro 20%. Este es el mandato y la verdadera naturaleza de la reforma. No es la creación de empleo, lo que buscan es que la rebaja de nuestros salarios llegue al 50%.
Por primera vez desde el franquismo se incluye en una reforma laboral la posibilidad de que el empresario no sólo no se atenga a ningún convenio, sino a que modifique (o sea rebaje) “la cuantía de los salarios” unilateralmente y sin límite. No tendrá que responder ante nadie ni llegar a ningún acuerdo con los trabajadores, bastará con que diga que tiene una caída de ventas o de los beneficios. Y junto con los salarios podrán modificar a su antojo el resto de condiciones laborales: jornada, horarios, turnos, días de descanso, vacaciones… «Por primera vez se permite al patrón fijar «la cuantía de los salarios» unilateralmente»
Grandes monopolios, multinacionales y bancos podrán despedir a parte de sus plantillas, rebajar el salario y endurecer las condiciones laborales del resto de trabajadores para sacar la producción con más plusvalía. Más paro y menos salarios para nosotros, más ganancia y beneficios para multinacionales y monopolios.
Pero hay más. La reforma introduce además el despido penalizado para los trabajadores que no acepten la rebaja unilateral de sus salarios o de sus condiciones de explotación: 20 días por año y un máximo de 9 mensualidades.
Ese es el objetivo perseguido por los patrones del FMI y la UE, Obama y Merkel, garantizar el beneficio de sus multinacionales y monopolios que operan en nuestro país, a costa de nuestros salarios y empleos precarios, a costa de empobrecernos a todos un poco más.