Derechos civiles: video-vigilancia popular

¿Quién vigila al vigilante? Nosotros mismos

Un nuevo caso desvelado este domingo 11 de enero, aunque ocurrido el pasado 30 de diciembre, en la estación del tranví­a de Esplugues (Barcelona) vuelve a poner al descubierto que las agresiones y abusos de los uniformados que velan por nuestra seguridad son más frecuentes de lo que se pueda pensar.

Pero sobre todo, que la imunidad de la que gozan no es sólo por un corporativismo patológico, sino por la pasividad de los organismos, en este caso la empresa Tram que gestiona el tranvía catalán, que miran hacia otro lado en lugar de comprometerse con el esclarecimiento de los hechos. Y este es el principal problema. El mismo día 30 de diciembre se produjeron, en dos lugares tan distantes como Madrido y Barcelona, dos acontecimientos en los que la actuación de vigilantes y la respuesta posterior de la empresa contratista (RENFE y Tram) son casi calcados y en los que, de forma tajante, las cámaras populares (instaladas en la mayoría de casos en móviles personales) han servido para desenmascarar cualquier intento de ocultar “oficialmente” los hechos. En la mañana del 30 de diciembre un pasajero de 28 años denunció ante los Mossos d’Esquadra, acompañado por su padre y un abogado por tener una minusvalía psíquica, haber sido maltratado y vejado por dos revisores en un andén de la parada Montesa de Esplugues de Llobregat (Barcelona) del tranvía cuando se dirigía al centro de salud mental de Cornellà (Barcelona) donde habitualmente es atendido para obtener la documentación con la que renovar su tarjeta de transportes. A requerimiento de los inspectores del tranvía, aceptó enseñar su tarjeta de transportes, pero se negó a dársela como le pedían puesto que siempre se le había dicho que era un documento muy importante y que no debía dárselo a nadie. El nerviosismo que le generó los intentos de los inspectores por arrebatárselo fue el desencadenante de una persecución y maltrato por parte de los vigilantes de seguridad, maltrato que fue grabado por dos transeúntes y un vecino que estaban por la zona en móviles y una cámara de vídeo. En el vídeo se puede ver cómo, por la fuerza, lo retienen contra el suelo, cogiéndole por el cuello, para arrebatarle el documento En la denuncia consta que insistió a los vigilantes sobre su minusvalía psíquica ante lo que se le contestó: "hay más locos fuera que dentro". Al final, los Mosso d’Esquadra calmaron al muchacho y le devolvieron la cartera que conservaban los revisores. La empresa Tram, que explota el servicio del tranvía, ha explicado que se limitaron a retenerle porque estaba muy nervioso “cogiéndole por su mochila” para evitar un accidente que pudiera poner en peligro su vida. Por la boca muere el pez: ahí queda el vídeo. Eran poco más de las siete de la mañana del pasado 30 de diciembre cuando Yeison Stevens Zapata, de 24 años y nacido en Colombia, fue perseguido, golpeado, y esposado por cuatro vigilantes de RENFE cercanías con el fin de poderle arrebatar el móvil con el que acababa de grabar, hacía pocos minutos, una agresión de dichos vigilantes contra otro viajero. Llegaron a desabrocharle los pantalones para obtener el aparato que había escondido en su entrepierna, pero no pudieron arrancarle el PIN con el que activarlo. Yeison lo había apagado. Finalmente, la llegada de la Policía Nacional permitió a Yeison volver a casa y poner la correspondiente denuncia tras hacer un parte de lesiones, el cual objetivó las magulladuras y hematomas producidos en el forcejeo. A RENFE, naturalmente, sólo le consta que hubo "un altercado" que atendió la policía entre dos grupos de jóvenes en la estación Doce de Octubre el mismo día y a la misma hora. En la línea C5 trabajan varias empresas de seguridad. Es, cuanto mínimo, una obscenidad que se oculten los hechos desde la propia dirección de RENFE en lugar de comprometerse a esclarecerlos, y más cuando hay un vídeo grabado sobre ellos. ¿Cómo no va a constar en los partes de las empresas contratadas los trayectos y horarios de los vigilantes? Si no consta, habrá que romper el contrato y denunciarlas. Y, otra cosa, ¿dónde están las grabaciones de las cámaras de seguridad de la estación Doce de Octubre?

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