Debacle del PSOE

Quien siembra sumisión, recoge rechazo

Según Zapatero, la histórica debacle de PSOE el 20-N se debe, exclusivamente, a la magnitud de la crisis económica. Otros, menos benevolentes, lo han achacado a su «torpeza, incompetencia y falta de densidad polí­tica».

Unos y otros, sin embargo, omiten del balance lo principal. El abrumador rechazo cosechado por el PSOE el 20-N es directamente proporcional al grado supremo de sumisión y plegamiento a los dictados de Washington y Berlín, del FMI, de Bruselas y de Botín que Zapatero ha sembrado durante sus 8 años de gobierno. Y que han alcanzado su máxima intensidad desde mayo del pasado año cuando, tras la llamada telefónica de Obama a intempestivas horas de la noche, se lanzó a aplicar de forma inmisericorde el mayor plan de ajuste y recortes de los últimos 50 años. Dice un conocido aforismo inglés que se puede engañar a mucha gente durante algún tiempo, a alguna gente durante mucho tiempo, pero que es imposible engañar a todo el mundo durante todo el tiempo.

Durante buena parte de su mandato, Zapatero ha podido engañar al país, enredándolo en disputas aparentemente transcendentales como la educación para la ciudadanía, la memoria histórica o el aborto a los 16 años, mientras ponía los recursos del país al servicio del proyecto de Botín y un selecto grupo de oligarcas de expandirse internacionalmente y escalar puestos en el top ten de las finanzas mundiales. «Quien siembra sumisión a Washington y Berlín recoge un rechazo histórico» Hasta que Washington y Berlín han decidido que España tenía que pasar a pagar la factura de su crisis, para lo cual había que rebajar salarios y rentas al 90% de los españoles y degradar al país a una tercera o cuarta división. Sumisamente, con tanta diligencia como antes levantaba la bandera de los derechos civiles, Zapatero se convirtió en abanderado de la austeridad, los recortes y ajustes que se le exigían, aunque eso supusiera condenar al país al estancamiento económico, la recesión y el empobrecimiento generalizado.

Con ese bagaje, ¿qué esperaba recoger el 20-N?

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