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¿Quién se hará cargo de Asia Central?

El que los numerosos problemas de Asia Central no se resuelven sino se acumulan para agravarse en el futuro ya es un hecho consumado desde hace tiempo.

Los recientes acontecimientos hacen sacar conclusiones muy alarmantes: la carga negativa acumulada amenaza con pasar a la etapa siguiente.

La semana pasada, en la frontera entre Uzbekistán y Kirguizistán se produjo un tiroteo que se cobró víctimas de las dos partes. La causa fue un conflicto con los obreros que estaban reparando la carretera del lado kirguiz en el territorio disputado. Pero lo relevante no es el pretexto sino la facilidad con la que los militares de los dos países vecinos abren fuego cruzado. Por otro lado, en Tayikistán la operación contrarrevolucionaria en la región de Pamir como respuesta de las autoridades al asesinato del general del servicio de seguridad Abdullo Nazárov derivó en una batalla que se llevó decenas de vidas.

Estos incidentes no son únicos, ni nuevos. Pero los inminentes cambios en Afganistán, donde los parámetros del poder cambiarán sin duda alguna -lo que ya sirve de motivo para que se desarrolle una lucha- añaden a los acontecimientos en los países vecinos un especial matiz de peligro creciente.

Afganistán sigue siendo el factor clave de incertidumbre en toda la región. Pese a las reiteradas declaraciones de las autoridades de EEUU sobre la retirada de las tropas estadounidenses en 2014, no todo está claro. La primera cuestión es si la retirada significa la salida de todos los militares o si quedan algunas fuerzas para asegurar la estabilidad. La segunda cuestión es si algunas (incluidas las más minúsculas) subdivisiones militares serán dislocadas en Estados vecinos de Asia Central. En definitiva: ¿Es posible un poder sostenible en Afganistán después de la retirada de las tropas estadounidenses? ¿Cómo será?

Por ahora, estas preguntas no tienen respuestas claras.

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