Degradación del Estado y saqueo del paí­s

¿Quién gana con los escándalos?

El Rey ha perdido buena parte del crédito acumulado. El Banco de España ha sido desautorizado por el gobierno. Y la justicia se tambalea, con uno de sus máximos exponentes, a punto de ser defenestrado por un escándalo de corrupción. ¿Es casualidad que tres de las principales instituciones del Estado sufran demoledores ataques justo en el momento en que desde el FMI y Bruselas se pretende imponer a España recortes y ajustes todaví­a más draconianos? No. Las casualidades no existen. Quieren degradar a España para saquearla mejor.

Los ataques a la monarquía son jaleados por buena parte de la izquierda. El desprestigio del Banco de España se presenta como la “vendetta” del PP hacia un gobernador demasiado vinculado a Zapatero. Y el escándalo del presidente del Tribunal Supremo –que pagó con cargo al dinero público viajes de lujo a Marbella- se confunde como un caso más de corrupción.

Quien piense esto no sabe lo que está ocurriendo en España. «“Quebrar la columna vertebral” del país, degradar a España a una tercera división global, al nivel de Grecia o Portugal»

Para saquear un país primero hay que degradarlo. Asistimos a un ataque desde el exterior. Washington y Berlín quieren incrementar su cuota de saqueo sobre España. Por eso nos imponen cada vez más recortes y ajustes. Por eso hemos pasado a ser un obligado punto en el orden del día de las reuniones del FMI o de la Comisión Europea.

Y para ello se impone “quebrar la columna vertebral” del país, degradar a España a una tercera división global, al nivel de Grecia o Portugal.

Esta es la auténtica razón que explica la insólita cadena de escándalos y ataques a que se ven sometidas las principales instituciones del Estado.

Suele valorarse de forma superficial, pero la Corona es una de las claves de bóveda del aparato institucional. Moverle la silla significa debilitar todo el aparato del Estado.

No es en absoluto casual que el “caso Urdangarín” estalle precisamente ahora. Un miembro de la familia real pueda acabar en prisión. Y ya han aparecido documentos que implican directamente al Rey, actuando como “intermediario” o “correveidile”, en las turbias operaciones de su yerno.

Tampoco puede ser casual que se apunte hacia el corazón de la justicia, aireando los desmanes de Carlos Dívar, presidente del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial. Su implicación en un escándalo de corrupción –financiando con dinero público escapadas de lujo de fin de semana a Marbella- va a descabezar la justicia, desprestigiándola todavía más.

Capítulo aparte merece la “liquidación” del Banco de España, convertido en un muñeco de pim pam pum. A instancias de la UE y del FMI, el principal supervisor español va a quedar fuera de los puestos de mando de la nueva reforma financiera. Y el control se entregara a dos “auditores independientes”.

Uno de ellos será, con toda seguridad, el banco de inversión Blackrock, el mayor fondo de capital del mundo, instalado en el corazón de Wall Street.

Será el capital norteamericano quién controlará las cuentas de los bancos españoles. Un poder inmenso. La puntilla a Bankia se la dio precisamente su auditor extranjero, Deloitte, al negarse a corroborar las cuentas presentadas por Rato.

Ellos, el capital norteamericano, podrán decidir qué bancos hundir y cuales salvar, y dispondrán de una plataforma inmejorable para meter mano al sistema financiero español.

Detrás de cada uno de los escándalos que afectan a las principales instituciones del Estado siempre encontramos el mismo hilo: degradar a España para saquearla mejor.

Las tribulaciones de la monarquía, el gobernador del Banco de España o el presidente del Tribunal Supremo no son sólo “chanchullos” de las élites corruptas españolas que no nos afectan a nosotros.

Han sido aireados con el objetivo de debilitar el país y así poder saquearlo mejor desde Washington o Berlín. Y quienes acabamos pagando el saqueo somos nosotros, recortándonos la sanidad, la educación, los sueldos o las pensiones.

Deja una respuesta