El PSOE, a punto de perder su primera votación parlamentaria

Quien está solo ahora es Zapatero

Zapatero enarbolaba la pasada legislatura la soledad y aislamiento parlamentario del PP, como la prueba del nueve de la debilidad de la oposición. Ahora, tras los resultados de las pasadas generales, y sobre todo tras las autonómicas vascas y gallegas, quien está solo es Zapatero. La nueva debilidad del gobierno se ha visto reflejada en el parlamento, donde el grupo socialista, abandonado por el resto de grupos, está a punto de perder su primera votación, mientras que el PP goza de un margen de maniobra e incidencia desconocido desde hace años.

La exectación en el Congreso de los Diputados era máxima. El PSOE, que antaño hacía y deshacía con el seguro apoyo de IU y los grupos nacionalistas, ahora está solo, en minoría y en grave riesgo de perder cada votación. Las pasadas generales, con el severo varapalo a las fuerzas disgregadoras, supuso la retirada de CiU y ERC del frente de apoyo a Zapatero. La dimisión del seguidismo de Llamazares por la oposición a la política económica del gobierno encabezada por Cayo Lara, restó los votos de IU a las sumas de Zapatero. Y ahora, tras el desalojo del gobierno de Ibarretxe y el bipartito gallego, PNV y BNG –los únicos partidos que apoyaron los presupuestos- se han pasado “a la oposición”. El viento popular por la unidad ha barrido a los socios nacionalistas, y a los sectores filonacionalistas del PSOE, y la crisis ha erosionado severamente el crédito público de Zapatero. Ahora, cada votación es un via crucis para el PSOE. Ayer, el grupo socialista tuvo que sumarse a una iniciativa del PP y a otra del PP, y renunciar a someter a votación ninguna iniciativa propia, algo impensable hace un año, para no ofrecer la imagen pública de una votación perdida. Mientras tanto, el PP, antes marginado y sin capacidad de incidencia en el parlamento, ha encontrado cancha. Obligando al PSOE a respaldar sus iniciativas, y encontrando incluso margen para pactar con otros grupos. Sólo la ausencia de seis diputados del PP impidió que el primer partido de la oposición derrotara al PSOE en una votación. Los asuntos presentados a votación eran menores, pero el significado político de un PSOE contra las cuerdas y obligado a negociar cada propuesta, excede con mucho el contenido de lo debatido. A partir de ahora, el grupo socialista deberá ceder considerablemente si quiere ver aprobadas sus propuestas. Y tendrá que renunciar a presentar las más polémicas, reduciéndose así notablemente su capacidad de iniciativa. Es el signo de los nuevos tiempos, con un Zapatero cada vez más tocado por los efectos de la crisis.

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