En apariencia, trabajar en Uber es un chollo, o al menos así te lo venden. Solo necesitas dos años de experiencia mínima como conductor y un coche negro con licencia VTC, mucho más barata de conseguir que la licencia de los taxistas. Es más, si no tienes ese coche, no pasa nada, porque puedes unirte a lo que llaman “flota”, donde otro socio te cede el vehículo para que puedas conducir. A través de una app, Uber te pone en contacto con los pasajeros y te indica a donde tienes que dirigirte.
Oficialmente, la multinacional norteamericana Uber actúa como mero intermediario, como si fuese un ‘Blablacar’ para interior de ciudades. Se limita a poner en contacto a los clientes con el conductor, y éste hace el trabajo. Sin embargo, como casi todo en esta vida, el diablo está en los detalles. En este caso, lo que aparece disfrazado de una ‘App’ es en realidad precariedad y extorsión.
Uber te impone los clientes, te impone los precios a cobrar y la comisión que se llevan (del 25%). Te impone las horas de trabajo y la zona por la que tienes que trabajar. Todo por un sueldo que acaba rondando entre los 700 y 800 euros. En teoría, eres libre pero en la práctica tienes que hacer lo que te ordena Uber. Si no cumples con la productividad exigida por la compañía, o si protestas ante las condiciones de trabajo… Uber te “desconecta” de la App. Es el despido libre 5.0, el sueño de la patronal.
Si no cumples con la productividad exigida por la compañía, te desconectan de la App, es decir, te despiden
La situación no es diferente con Cabify. La multinacional española contrata a sus trabajadores a través de ETT especializadas como Auro New Transport Concept. El papel de Cabify supuestamente es el mismo que Uber, poner en contacto a clientes con conductores y vehículos, a cambio de una comisión del 20%. En la realidad, obliga a trabajar a sus empleados entre diez y trece horas diarias. Si no superan una cuota mínima de “productividad”, que suele rondar entre 3.000 y 4.000 euros al mes, amenazan con despedirte y posteriormente, si no aumentan tus índices, lo hacen efectivo.
En el caso de Cabify, algunos trabajadores denuncian que la empresa reserva los clientes con mejores trayectos (de más larga distancia y mayor rentabilidad) a conductores de empresas de ETT en las que participan directamente ellos, mientras que a los trabajadores de otras ETTs que no controlan, les otorgan los viajes más cortos y baratos.
Una situación semejante, por no decir idéntica, a la de un trabajador de reparto como Deliveroo, asalariados contratados como “falso autónomos”. En principio, el trabajador es libre, pero la realidad trabaja siempre para la compañía, en las condiciones, sueldos y horas que impone esa misma compañía. Todos los deberes de un trabajador asalariado, pero ninguno de sus derechos.
La verdadera cara de Uber y Cabify
Se ataca también a los taxistas por pretender defender un monopolio. Un disparate. La inmensa mayoría de taxistas son autónomos propietarios de una única licencia (en Barcelona son 9.343 de las 10.521 existentes según el IMET) y que luchan por defender su modo de subsistencia. Existen decenas de empresas que acumulan licencias y tienen a trabajadores asalariados pilotando los taxis, pero son una minoría, y son empresas de pequeño tamaño. Todo lo contrario a Uber y Cabify.
Uber es un monopolio norteamericano de vehículos de transporte con conductor, con sede en San Franciso y 15.000 trabajadores en nómina. Aunque su mercado principal sigue siendo EEUU (69%), ya tiene implantación en los cinco continentes. Uno de sus más importantes fundadores es Travis Kalanick, milmillonario y asesor económico de Donald Trump. Fue CEO desde 2009 a 2017. En la actualidad el puesto de CEO lo ocupa Dara Khosrowshahi, norteamericano de ascendencia iraní que es al mismo tiempo miembro de la junta directiva de BET.com, Hotels.com y el New York Times Company.
Cabify es de origen español, aunque con una enorme proyección en Hispanoamérica, de donde proviene el 80% de sus ingresos. Cuenta con 1.800 empleados, 350 en España. Su fundador es Juan de Antonio, empresario graduado en la Universidad de Stanford, que contó con el asesoramiento de Adeyemi Ajao, fundador de Tuenti. Su principal inversor es Rakuten, la empresa más grande de distribución electrónica japonesa.
No son por tanto pequeñas organizaciones tecnológicas sino auténticos monopolios, que además ganan dinero a nuestra costa. Uber no tributa en España, sino que lo hace en los Países Bajos, para eludir impuestos. La sede de Cabify se encuentra en Delaware, paraíso fiscal norteamericano, con la misma finalidad.
Detrás de las Apps y la “economía colaborativa” se encuentran dos empresas monopolistas que buscan hacer negocio imponiendo a todo un sector su arbitrio y condiciones laborales llenas de precariedad. Esa es su verdadera cara.
LUIS RATIA dice:
Para una próxima entrega, una breve historia de las mafias del taxi, la brutal especulación con las licencias, el desprecio al usuario sabiéndose monopolio, las estafas continuadas en determinados puntos de la ciudad y un largo etc. Y ya que ponemos a 3.000 trabajadores en la calle en Cataluña pues podíamos continuar con los trabajadores de la Banca, de Apple, de Amazon, de Burger King, etc., que también trabajan para empresaurios depredadores
Juan Bustamante dice:
Más claro el agua. Especulación? Especulación es comprar licencia a 36 euros, y venderlas al mes por 70000. Se ve que hace que no subes a un taxi. Porque de los tiempos antiguos ha cambiado bastante. No se como se puede permitir que una empresa obtenga el beneficio de uber y pague por ello aquí 60000 euros de impuestos. Y cabify encima declara pérdidas y Le devuelve hacienda 2millones de euros. Se permite por lo que se permite. Un país lleno de corrupción y puertas giratorias