Informe Oxfam y abismo social

Según el informe el 1% de la población más rico se apropió del 82% de la nueva riqueza producida en 2017 (unos 762.000 millones de dólares). Mientras que al 50% más pobre del planeta -3.700 millones- no llegó ningún beneficio. La cantidad de riqueza de la que se han apropiado en un solo año sería suficiente para acabar hasta siete veces con la pobreza extrema en el mundo.

El informe señala además que la subida media de los salarios en el mundo entre 2015-2016 fue de un 2%.

Respecto a España, el informe dice que tras cuatro años de crecimiento por encima del 3%, “la recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los más pobres”.

El 1% que más tiene acapara ya un cuarto de la riqueza nacional (25,1%), casi lo mismo que el 70% de la población (32,1%). Ese 1% se ha apropiado del 40% de la nueva riqueza generada en el último año; mientras que el 50% más pobre apenas ha recibido un 7% de la nueva riqueza producida.

El 10% de los más ricos españoles concentra más de la mitad de la riqueza total (53,8%), más que el 90% restante.

Y un dato más: casi el 14% de la población ocupada son personas que a pesar de tener empleo no logran salir de la pobreza.

El informe concluye que a pesar de la recuperación económica y la subida mundial de los salarios, un año más “las desigualdades volvieron a aumentar en 2017”. ¿Pero no debería ser al contrario, que un aumento de la riqueza y los salarios disminuyeran esas diferencias abismales entre los más ricos y el resto de la población del planeta?

Pero si no es así, si las desigualdades son solo un síntoma de los que está pasando ¿qué es lo que ocurre? ¿Cuál es el auténtico “abismo social” que está en base misma del sistema capitalista?

Tres salarios distintos y uno “correcto”

La respuesta a esas preguntas la dio Carlos Marx en su obra “Trabajo asalariado y capital”. al diferenciar entre salario nominal, salario real y salario relativo.

«La expresión monetaria del precio del trabajo, es decir el salario nominal, no coincide necesariamente con el salario real, es decir, con la cantidad de mercancías que se obtienen realmente a cambio del salario…

Pero aquí no se agotan todas sus relaciones, éstas no son, siquiera, las más importantes. El salario se halla determinado, fundamentalmente, por su relación con la ganancia, con el beneficio obtenido por el capitalista: es por tanto un salario relativo, proporcional.

La relación entre el salario nominal y el salario real la podemos ver mensualmente en las nóminas, aumentan o disminuyen en función de diferentes factores, por ejemplo la inflación. Nuestra nómina puede aumentar, pero si aumenta más el precio de las mercancías, la inflación, nuestro salario real habrá disminuido. Aunque visto en una perspectiva de tiempo relativamente amplia el salario nominal y el real tienden a aumentar por el desarrollo acumulado de la producción.

¿Pero qué pasa con el salario relativo? Que siempre tiende a descender la parte proporcional de la riqueza que va a parar al trabajo asalariado, mientras aumenta la que se apropia el capital.

Hoy el salario nominal y el salario real son mayores que hace 40 años, pero en la gráfica que reproducimos sobre la participación de los salarios en el PIB español, con datos del Banco de España, se puede ver claramente como el “salario relativo”, la parte de la riqueza de los salarios, ha caído 20,92 puntos. Es decir, si que hubiera mantenido el reparto de la riqueza de 1976, hoy los trabajadores cobraríamos anualmente 274.000 millones más en nuestras nóminas, que ahora pasan a engrosar las ganancias del capital. 

Según otro informe de la ONU, los salarios a nivel mundial han dejado de percibir en los últimos 40 años, 8,5 puntos del PIB Mundial, lo que equivale a 6.78 billones de dólares, cinco veces el PIB español.

El “salario relativo” es la “forma correcta” de medir el salario, la que nos revela de forma real su relación con la ganancia capitalista, con la explotación del capital al trabajo asalariado. Al desenmascarar el grado de apropiación de la riqueza bajo las condiciones impuestas en el capitalismo, da respuesta a la pregunta que inquieta a los autores de Oxfam de por qué cada año sus informes sacan la misma conclusión, que aún subiendo nominalmente los salarios y la recuperación económica la desigualdad en el mundo no para de aumentar.

La choza proletaria y el palacio burgués

Bajo las leyes del capitalismo, independientemente de las “políticas concretas”, la tendencia inevitable es a una mayor concentración de la riqueza en manos del capital. Y a medida que se incrementa el capital, aunque aumenten los ingresos del obrero, al mismo tiempo se incrementa el abismo social que separa al obrero del capitalista.

Este proceso de acumulación de capital que da lugar no ya a las grandes fortunas, sino a las gigantescas concentraciones de capital del mundo, expresa de forma genuina el abismo social entre capital y trabajo asalariado. Basta poner sobre la mesa otro sistema de datos para ver el grado alcanzado por el abismo social.

Los 189 billones de dólares de los activos que controlan las 2.000 coorporaciones más grandes del planeta equivale al PIB de todo un continente, el Africa Subsahariana… durante 134 años.

Los 100 mayores bancos del planeta acumulan activos por valor de 90,29 billones de dólares. Es más que todo el PIB mundial, que toda la nueva riqueza generada por el conjunto de la humanidad en todo un año.

En España los activos totales de la banca ascienden a 3,25 billones de euros, casi el triple del PIB español. Pero Santander, BBVA y La Caixa concentran más de la mitad.

Son estos números, los de las más gigantescas concentraciones de capital del planeta, los que expresan el grado alcanzado por el abismo social entre capital y trabajo asalariado en la actualidad.

Marx lo concentra en una imagen. “Sea grande o pequeña una casa, mientras las que la rodean son también pequeñas cumple todas las exigencias sociales de una vivienda. Pero, si junto a una casa pequeña surge un palacio, la que hasta entonces era casa se encoge hasta quedar convertida en una choza. La casa pequeña indica ahora que su morador no tiene exigencias, o las tiene muy reducidas; y, por mucho que, en el transcurso de la civilización, su casa gane en altura, si el palacio vecino sigue creciendo en la misma o incluso en mayor proporción, el habitante de la casa relativamente pequeña se irá sintiendo cada vez más desazonado, más descontento, más agobiado entre sus cuatro paredes”

La imagen de la choza proletaria y del palacio burgués permite comprender mucho mejor lo que significa el abismo social en el capitalismo. Porque no se trata de que “los pobres sean cada vez más pobres” o de que “aumenten las desigualdades”. Sino del cada vez mayor porcentaje de apropiación por parte del capital sobre la riqueza, que disminuye la “parte de la tarta” que corresponde al trabajo asalariado. 

En 1848, Marx establece en “El Manifiesto del Partido Comunista” que “la sociedad no puede seguir viviendo bajo el imperio de esa clase; la vida de la burguesía se ha hecho incompatible con la sociedad”. Más de un siglo y medio después, una encuesta recientemente publicada demuestra que la opinión de amplísimos sectores sociales coincide con la expresada por Marx. Según un sondeo elaborado por la empresa 40dB para El País el 42,4% de la población española considera que el capitalismo es incompatible con la democracia, p porcentaje que llega hasta el 60% cuando se pregunta a las mujeres.