Medios de Comunicación

Quién es quién

Juan Luis Cebrián negocia la resurrección con Mediapro, más conocida como el «Lázaro mediático». Las luchas intestinas agudizadas por la crisis en torno al corazón monopolista de la información en España, van reestructurando la jerarquí­a y la preponderancia de unos sectores sobre otros. Ambas compañí­as han llegado un acuerdo para que el presidente ejecutivo de la nueva sociedad sea elegido por Prisa y el consejero delegado por Mediapro. De momento Manuel Polanco – que se perfila como la cabeza visible de la nueva sociedad – e Ignacio Santillana han sido designados directores generales.

Entre 1978 y 1999, Santillana ocuó los cargos de presidente, vicepresidente, consejero delegado y miembro del Consejo de Administración de compañías internacionales en Chile, Venezuela, Colombia, Perú, Estados Unidos, Puerto Rico y Rumanía, como GTE (U.S.A), hoy Verizon, Telefónica, Telefónica Internacional, AEB (Asociación Española de Banca Privada) y ENISA. Un cuadro con formación y experiencia en la gestión de los intereses monopolistas, que se ha formado en el buque insignia de Prisa – Santillana – y en su área más prospera, Hispanoamérica. Prisa se reestructura para fortalecerse internamente ante el acometimiento de la fusión. En la negociación de las áreas audiovisuales, Prisa ha intentado imponer una relación de 70% – 30% con Mediapro, lo que no ha sido posible. No está en condiciones de forzar la máquina: “parece que al final todos quedarán conformes con el 60%-40%”. Ahora bien, los derechos políticos se suponen, según el acuerdo, iguales para ambas partes. Lo que parece obvio es que Juan Luis Cebrían va a abandonar el barco y que Manuel Polanco representa un reordenamiento en el grupo, que ya se ha cobrado una primera víctima: Javier Díez Polanco, primer escollo para acercarse a Mediapro, profundamente enfrentada con el ejecutivo por los asuntos futbolísticos; en definitiva, reacio a permitir el ascenso de Jaume Roures en la escala de poder. El cónclave formado por Roures, Barroso y Contreras viene siendo entendido en el mundo de la política como un intento de Zapatero de construirse un grupo de comunicación propio. Pero las cosas no ocurren así. Aun con el grado de autonomía del que pueda disponer Zapatero, la pregunta que hay que hacerse es quien respalda el aumento de poder de Mediapro, y quién está interesado en cuestionar a Prisa. Lo que está claro es que no se trata de una fusión necesaria ante la crisis, que lo es, sino que ya viene de atrás la discusión de Rubalcaba – que hasta ahora ha jugado el papel de transmitir las quejas de Prisa – con Zapatero por su excesivo apoyo a Roures, y volviendo la espalda a un grupo de tanto poder y con todas las vinculaciones y referencias en el entorno socialista, como Prisa. Uno se divide en dos, pero ¿quién paga a quién?

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