Ley del aborto

¿Quién es el carca?

Como siempre, coger de blanco a la Iglesia Católica (y por tanto a la derecha y el PP) en temas sexuales es el ejercicio preferido de la izquierda oficial, para que vivamos contentos con nuestros innegables avances en derechos civiles y no aspiremos a cuestionar en su conjunto el orden establecido.

Derecha Desde el unto de vista ideológico de que en tanto hay un ser superior el hombre no es, y no debe ser, un ser libre, toda la argumentación que emite la iglesia católica en temas como el aborto o la libertad sexual son totalmente represivas. Sin embargo, esto no es una característica propia de la Iglesia Católica sino de todas las religiones en general. Tanto el Islamismo como las corrientes protestantes dentro del Cristianismo, por mencionar las dos religiones más importantes después del Catolicismo en España, comparten un punto de vista en que el hombre está sujeto a la voluntad divina y por tanto no puede ser dueño ni de su vida ni de su muerte más allá de las leyes que emanan de dicha voluntad. Por tanto, aunque el fondo de lo que se defiende es justo (el salvaguardar la vida humana desde el primer momento, la fecundidad libre, el combate al economicismo a la hora de medir la vida humana), el envoltorio es totalmente detestable. Izquierda A la izquierda y los supuestos progresistas les pasa justamente lo contrario. Un envoltorio aparentemente progresista encierra un fondo retrógrado. Por supuesto, bienvenida sea cualquier medida que otorgue a la mujer la capacidad de disponer de su cuerpo fuera del sometimiento a su papel meramente reproductor. El gobierno propone en su nueva y polémica ley que las mujeres puedan abortar a partir de los 16 años sin permiso de los padres. Y eso está muy bien. Pero entonces, ¿por qué no pueden votar?Se es progresista para considerar que una chica de 16 años puede tener suficiente madurez para ser dueña al 100% de su cuerpo, ¿por qué no lo es para tomar decisiones que afectan al cuerpo de todos? Si se considera que una chica de 16 años puede firmar un contrato de trabajo con el que un empresario obtendrá unos beneficios, ¿por qué no puede poner y quitar a aquellos que dicen representarla como trabajadora en la fábrica y en el gobierno? Y claro, si ellas pudieran, ¿por qué no iban a poder ellos? Ahí está el quid de lo que envuelve la cuestión de la libertad sexual, no sólo tiene por tope las leyes divinas, sino las muy humanas leyes que, cumpliendo el mismo papel de sometimiento, garantizan la explotación adolescente (la infantil aquí está prohibida).

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